WikiLeaks y sus secuelas
Gabriel Tamariz Sánchez
gabriel_tamariz@yahoo.com.mx
1.- Dos teorías de la conspiración
Entrevistado el pasado 29 de noviembre en el noticiero de la PBS, Zbigniew Brzezinski pregunta a los televidentes: “¿quién está alimentando a WikiLeaks en este asunto? Hay mucha información que parece trivial y sin consecuencias, pero hay partes que parecen sorprendentemente dirigidas”. Así lanza de entrada y quiere contagiar sus sospechas quien es ex–Consejero de Seguridad Nacional, uno de los más reconocidos teóricos y geoestrategas estadounidenses, y asesor personal de Barack Obama en asuntos internacionales. “Por ejemplo”, prosigue este veterano y brillante analista con la voz rasposa y la mirada pícara de siempre, “las referencias [de WikiLeaks] a que algunos líderes chinos favorecen una Corea reunificada, bajo [el control de] Corea del Sur: esto esta claramente diseñado para avergonzar a los chinos y a nuestra relación con ellos.” “Las muy dirigidas referencias a líderes árabes”, ejemplifica en segundo lugar, “pueden anular sus objetivos, minando su credibilidad política en casa”. “El asunto de los turcos”, afirma con un tono más categórico, “está claramente calculado en términos de su potencial impacto en trastornar la relación americano-turca”.
Lo que importa para Brzezinski es preguntarse “si WikiLeaks está siendo manipulada por partidos interesados que quieren complicar nuestras relaciones con otros gobiernos o que quieran minar a algunos gobiernos.” “Me pregunto si en efecto no hay operaciones internacionales, servicios de inteligencia, que están alimentando información a WikiLeaks”, afirma más adelante, “porque es una oportunidad única para avergonzarnos, avergonzar nuestra posición, pero también para minar nuestras relaciones con gobiernos particulares”. “Sembrar [esta información] es muy fácil”, le contesta a su escéptica entrevistadora. “No tengo duda de que WikiLeaks está recibiendo mucha de esta información de fuentes relativamente no importantes, como la que ha sido identificada públicamente; pero puede estar recibiendo información, al mismo tiempo, de servicios de inteligencia interesados en manipular el proceso y satisfacer ciertos objetivos muy específicos.” (http://www.youtube.com/watch?v=jAca9RdGl98)
Dos semanas más tarde, el 13 de diciembre, el prestigiado economista canadiense Michel Chossudosky publicó un artículo titulado “Who is Behind Wikileaks?” (http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=22389) en el sitio de internet del Centre for Research on Globalization que él dirige. En este artículo, Chossudovsky sospecha también de la existencia de intereses muy particulares y muy poderosos y encubiertos impulsando las acciones de WikiLeaks, una organización supuestamente independiente. Es una sospecha, sin embargo, muy diferente a la de Brzezinski. Incluso podríamos decir que es antagónica a ella, pues argumenta a favor de la posibilidad de que sean intereses hegemónicos estadounidenses, más bien, los que han fijado los objetivos y financiado las operaciones de WikiLeaks desde su fundación.
Chossudovsky comienza por cuestionar la relación entre WikiLeaks y Freedom House (“una organización de vigilancia que apoya la expansión de la libertad alrededor del mundo”, dirigida por altos miembros del gobierno estadounidense), y el hecho de que “The New York Times, The Guardian y Der Spiegel estén directamente involucrados en la edición y selección de documentos fugados”. Son documentos “redactados por los medios dominantes vinculados al gobierno de los Estados Unidos[…] ¿qué objetivos de la política exterior de los Estados Unidos están siendo servidos a través de este proceso de redacción?”, nos pregunta. “¿Cómo puede esta batalla contra la desinformación mediática ser librada con la participación y colaboración de los arquitectos corporativos de la desinformación mediática?”, remata Chossudovsky
Es indispensable para él tomar en cuenta, en primer lugar, que “los medios corporativos de los Estados Unidos [como The New York Times] han desarrollado una relación duradera con el aparato de inteligencia estadounidense” y, en segundo lugar, que “periodistas clave con vínculos con el establishment de inteligencia en política exterior y en seguridad nacional han trabajado estrechamente con Wikileaks, en la distribución y diseminación de los documentos fugados”.
Tras esta redacción de “medios corporativos” y gobierno, es sospechoso, de acuerdo a Chossudovsky, que los documentos publicados sobre regiones estratégicas para el gobierno estadounidense parecen convenir perfectamente a los intereses de este gobierno. Por ejemplo en el caso de Irán, muestran la “evidencia” de que el gobierno persa “constituye una amenaza”, mientras que “las mentiras y fabricaciones de los medios corporativos acerca del presunto programa de armas nucleares de Irán no son mencionadas”. En cambio sí es mencionado en estos documentos que Irán obtuvo misiles de Corea del Norte. De manera similar, nos dice Chossudovsky, con respecto a Pakistán, The New York Times, basándose en los documentos de WikiLeaks, habla de los choques entre los gobiernos de aquel país musulmán y el estadounidense en sus metas estratégicas en asuntos como el apoyo de Pakistán al talibán afgano y su tolerancia a Al Qaeda. “Reportes de esta naturaleza sirven para proveer legitimidad a los ataques estadounidenses con drones [aviones no tripulados] contra presuntos terroristas dentro de Pakistán”, deduce Chossudovsky.
Y concluye: “¿No estamos tratando aquí con un caso de disidencia manufacturada, en el cual el proceso de apoyo y recompensa de Wikileaks por sus esfuerzos se convierte en un medio para controlar y manipular el proyecto de Wikileaks, al tiempo que lo incrusta en los medios dominantes?”
¿Qué lecciones podemos tomar de estas dos teorías ofrecidas por Brzezinski y Chossudovsky? Una, la de considerar como un método útil de análisis la revisión de las causas de un fenómeno para avizorar sus efectos, lo cual en este caso, como vemos, significa rastrear las fuentes políticas y financieras que impulsan la creación y dirección selectiva de WikiLeaks. También, creo que estas dos teorías nos recuerdan lo imprescindible de la consulta directa de las fuentes primarias. Sin tener los documentos-WikiLeaks en la mano, una solitaria lectura de los periódicos a los que han sido compartidos estos documentos, por muy completa y minuciosa que sea, estará inevitablemente sesgada debido a que nos permite solamente formular una interpretación de lo ya interpretado de acuerdo a ciertos intereses y posturas políticas e ideológicas.
A la vez, estas dos teorías nos recuerdan que la conspiración es una opción siempre latente. Es difícil mantener frente a las mayorías y con el paso del tiempo el engaño de una conspiración encubierta, sobre todo cuando involucra tantas aristas y tantas personas, pero no por ello debe descartarse. No si ha de tomarse en cuenta la presencia y el descubrimiento constante de conspiraciones a lo largo de la historia de la política, y la capacidad tecnológica y propagandística de quienes en estos días disputan los mercados, las finanzas y las zonas geoestratégicas del mundo. Stephen Hardley, ex–Consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, al igual que Brzezinski, y también entrevistado por la PBS en la misma ocasión, comenta al respecto que “generalmente en Washington tenemos la regla de que si hay dos explicaciones, la de la conspiración y la de la incompetencia, en el 90% de las ocasiones estaremos en lo correcto si optamos por la incompetencia… pero no podemos descartar lo que dijo el Dr. Brzezinski”.
Y mientras descartar dicha posibilidad sería ingenuo, quizás lo sea más soslayar que los autores de estas dos teorías, tanto Brzezinski como Chossudovski, responden, a su vez, a intereses particulares, lo cual vuelve perfectamente válido sospechar, a su vez, de sus sospechas. Esta es otra lección que podemos tomar, la de reconocer que en éste, como en todos los regímenes y fenómenos políticos, los llamados <<intelectuales>> están por definición condicionados, en su expresión pública, por las causas que promocionan.
Brzezinski es un modelo de intelectual pragmático. Sus ideas son formuladas y adquieren valor por sus efectos hegemónicos prácticos. No hace filosofía ni teoriza con motivaciones puramente cognoscitivas. Es, además, un hombre en el poder. Conoce los mecanismos de decisión y acción de los niveles más altos de la política porque los ha usado, los ha dirigido, él ha formado parte de esa élite. Todos sus artículos, libros, declaraciones y entrevistas están diseñados de acuerdo al beneficio hegemónico que pudiera tener su impacto mediático. Las organizaciones que ha fundado (como la Comisión Trilateral con David Rockefeller) y los centros de investigación (think tanks) en los que colabora (como el Council on Foreign Relations y el Center for Strategic and International Studies), así como las universidades de élite en las que ha dado cátedra (Harvard, Columbia y John Hopkins), son instituciones corporativas que diseñan estrategias políticas y propagandísticas bajo encargo de las grandes corporaciones y el gobierno de los Estados Unidos.
Chossudovsky, por su parte, no promociona intereses hegemónicos pero sí contra-hegemónicos, representados, de acuerdo a su punto de vista, por movimientos sociales y gobiernos que procuran avances hacia la emancipación del dominio estadounidense, como es el caso del gobierno cubano y Fidel Castro, a quien entrevistó en noviembre pasado en la Habana. Además de dar clases en la Universidad de Ottawa, dirigir el mencionado centro de investigación, trabajar en numerosas organizaciones internacionales “humanitarias” y ser miembro del movimiento antibélico en Canadá, ha sido asesor económico para gobiernos latinoamericanos y africanos que muestran esta aspiración emancipadora. Es decir, su posición política está bien definida y en función de ella trabaja como docente, investigador, periodista y activista, bajo el entendido de que las acciones y las palabras no navegan solas sino en un contexto muy específico que les da un significado político y moral. Esto explica su congruencia: en ningún momento ha hecho ni hará públicas opiniones o información que contradigan su postura y la de los movimientos y gobiernos a quienes promociona.
A diferencia de ellos, quienes no hacemos política ni nos adherimos a ninguna causa ni consigna, no estamos condicionados de esta manera pero sí adolecemos de una gran carencia: el contacto directo con el fenómeno que se quiere conocer. Por un lado, entonces, nos encontramos los espectadores, quienes desde la tribuna miramos y opinamos acerca de lo que a la distancia parece acontecer en el escenario. Y por el otro, los protagonistas, portando llamativos vestuarios y máscaras; actores que se apegan con cautela a su guión y no dicen ni muestran sino lo que quieren hacer oír y ver a los espectadores para ganar sus aplausos. El resultado es una farsa, creada por la combinación de la ignorancia del espectador y la actuación del protagonista.
Como espectadores, sólo nos queda tratar de cubrir estos vacíos cognitivos, develar la farsa, por medio de estudios históricos y filosóficos que den luz a las partes deliberadamente dejadas en la sombra. Hacerlo como un ejercicio intelectual valioso por sí mismo, sin pretensiones presagiales, ni pontificadoras, ni pragmáticas.
3.- El pasado de WikiLeaks
El 5 de abril del 2010, WikiLeaks publicó un video en el que un helicóptero estadounidense, tres años antes, dispara indiscriminadamente contra una docena de personas en un suburbio iraquí, incluyendo civiles, dos miembros de la agencia de noticias Reuters y dos niños que intentaban rescatarlos. (Para ver este video: www.collateralmurder.com). Meses después, en julio y octubre del mismo 2010, WikiLeaks presentó casi 500 mil reportes militares que cubren la invasión a Afganistán e Irak entre 2004-2009. Dichas publicaciones dieron popularidad mundial a esta organización cibernética. Poco tiempo más tarde, en noviembre pasado, se inició la publicación de los (aún más famosos) documentos diplomáticos del Dpto. de Estado estadounidense, a los que hice referencia al inicio de esta reflexión.
Ya antes habían salido a la luz revelaciones de WikiLeaks que exponen a ciertos gobernantes. Entre ellos, en el 2006 es expuesto el somalí Hassan Aweys, dirigente de la Unión de Tribunales Islámicos, por la decisión firmada por Aweys de asesinar a miembros del gobierno oficial. También, en el 2007 es expuesto el keniano Daniel arap Moi, ex–presidente de su país, por corrupción sistemática realizada por él y su familia. En ese mismo año, el 2007, WikiLeaks publicó una copia de los procedimientos con los que opera el ejército estadounidense en su campo de concentración de Guantánamo. Fueron posteriormente expuestos, de manera similar, gobernantes estadounidenses (Sarah Palin), ingleses (British National Party), alemanes, peruanos, australianos, tailandeses y chinos.
Además de tener como blanco de ataque a gobernantes (denunciando su abuso de poder y/o corrupción), WikiLeaks ha expuesto también a corporaciones. Lo ha hecho por medio de la publicación de documentos que evidencian políticas y acciones corporativas ilegales que han perjudicado a sus clientes o a terceros. Así, por ejemplo, denunció al banco suizo Julius Baer (2008), al banco británico Barclays Bank (2009), y al banco islandés Kaupthing Bank (2009). En esas mismas fechas, WikiLeaks presentó pruebas del cabildeo hecho por un empresa productora y traficante de medicinas con la Organización Mundial de la Salud, para que ésta le asignara ilegalmente y financiara un proyecto de investigación farmacéutica en “el mundo en desarrollo”. Es asimismo destacable la fuga de un documento que publicó WikiLeaks y que muestra el intento de Trafigura (una corporación trasnacional traficante de metales y petróleo; la tercera más grande del mundo) por ocultar, con la complicidad del periódico británico The Guardian, un incidente de derrame de desechos tóxicos en Costa de Marfil que, de acuerdo a WikiLeaks, causó la enfermedad de al menos 100 mil personas.
¿Qué efectos ha tenido la publicación de estos documentos que exponen (lo que comúnmente se consideran) actos inmorales? ¿Qué efectos tendrán las revelaciones que habrá próximamente? (Assange ha anunciado que se incrementarán sus leaks en el 2011, descubriendo la corrupción de “un gran banco estadounidense” (Bank of America) y otros más, y de compañías farmacéuticas y de energía.)
Entre los efectos evidentes de las revelaciones presentadas en los últimos 5 años, encontramos la deslegitimación temporal de los gobernantes denunciados, el desprestigio temporal de las corporaciones y, en ocasiones, una indemnización a quienes éstas han perjudicado. ¿Son, además, denuncias que han tenido o tendrán efectos duraderos? Los miembros y defensores de WikiLeaks aseguran que sí. Así lo creen porque consideran que estas denuncias tienen un efecto disuasivo, es decir, están convencidos de que el castigo que implica la deslegitimación, el desprestigio y la indemnización, producido por estas denuncias, será amenazador para gobernantes y corporaciones de todo el mundo, y evitará así que caigan en la tentación de actuar del mismo modo. Pero, ¿este miedo a ser denunciado, si se produce, realmente inhibe conductas de este tipo?
Para contestar a esta pregunta primero debemos reflexionar en torno a lo que origina tales conductas. ¿Cuál es el origen del asesinato indiscriminado perpetrado por soldados o mercenarios que participan en una invasión militar? ¿Cuál es el origen de la vejación y la tortura sádicas, y de las cárceles masivas de criminales y de los campos de concentración? ¿Cuál es el origen de la corrupción de gobernantes, que usan su posición para beneficiarse individualmente, y beneficiar a corporaciones que los promueven políticamente o de las que son socios accionistas? ¿Cuál es el origen de los movimientos financieros, realizados por quienes son los dueños de los mayores bancos del mundo, que provocan agudas crisis económicas, nocivas para todos menos para ellos mismos y para las grandes corporaciones industriales y comerciales?
¿Qué es lo que promueve estas conductas, qué permite que se presenten constantemente? ¿No es el mismo sistema mundial capitalista? ¿No son conductas inevitables de acuerdo a las prioridades de este sistema? ¿No es el mismo capitalismo globalizado, posmoderno, que ya no distingue fronteras estatales nacionales, lo que exige la asistencia militar, policiaca y bancaria a los intereses de las grandes corporaciones en todo el planeta? Los efectos de estas conductas de militares, diplomáticos, gobernantes y corporaciones, socialmente perjudiciales, ¿acaso no son meros “daños colaterales” del funcionamiento del sistema? Si lo son, el título que sarcásticamente WikiLeaks otorga al video del helicóptero (que mencioné arriba), “Collateral Murder”, retomando la expresión que el portavoz del comando involucrado dio a tales asesinatos, es muy representativo de la manera en que el sistema concibe los efectos que tienen todas estas conductas. Si son sólo daños colaterales, nada disuasivo habrá en exponer a simples individuos que ocupan el turno como administradores del sistema. Nada disuasivo en acusarlos ante la masas que consumen y desechan a diario la información ofrecida por los medios hegemónicos. Nada disuasivo en castigarlos. Sólo se idearán nuevos métodos para encubrir, con mayor eficacia, conductas inevitables bajo este sistema, promovidas o permitidas por él.
Al parecer WikiLeaks no pretende ir más allá de la acusación y el castigo a individuos siempre sustituibles. En una entrevista con la revista Forbes de diciembre pasado, Assange nos revela su opinión al respecto: “las fugas [que realiza WikiLeaks] simplemente lubrican el libre mercado[…] En la lucha entre compañías abiertas y honestas y compañías deshonestas y cerradas, estamos creando un impuesto de reputación tremendo sobre las compañías inmorales[…] Dolor para el culpable”. Así (de)limita su lucha.
Excleso. Creo que es muy importante que, ante un acto que de primera intstancia parezca maravilloso, se ejerza crítica, análisis y no nos dejemos llevar únicamnete por el grueso de la opinión pública. Me fascinó la comparación hecha entre Chossudovsky y Brzezinski. ¡Muchas felicidades por este excelente artículo!
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