Watchmen: desentrañando el racismo norteamericano

Nov 27 • Spoiler Alert • 1669 Views • Comments Off on Watchmen: desentrañando el racismo norteamericano

Salvador Medina

El 1 de junio de 1921 comenzó como un día cualquiera. Pero para la ciudad de Tulsa, Oklahoma, en el segregado sur de Estados Unidos, lo que era un bastión de prosperidad y promesa de la comunidad negra, se convirtió en un ejemplo de la discriminación y violencia racial que persiste hasta nuestros días.

El evento llamado La masacre racial de Tulsa se gestó en el barrio de Greenwood, conocido en su momento como el Wall Street negro, debido a la enorme cantidad de negocios de antiguos esclavos y veteranos de la Primera Guerra Mundial que ahí se consolidaron y florecieron durante una década. Según el recuento, Dick Rowland, ciudadano negro, pisó el zapato de Sarah Page, una mujer blanca, en un edificio de Tulsa. La mujer reportó el evento a la policía y los diarios exageraron lo ahí ocurrido.

Cientos de ciudadanos blancos acudieron al llamado de la turba enardecida, que destruyó el barrio en su totalidad. Más de 300 personas negras fallecieron, miles quedaron sin casa y, durante décadas, la masacre fue oculta y menospreciada, los detalles fueron relegados a mito, y sus consecuencias desterradas dentro de la amplia tradición de segregación racial de aquella nación.

No hay forma de ocultar que la historia de Estados Unidos está cimentada en la opresión y explotación de minorías. Y Damon Lindeloff, creador y productor de Watchmen en HBO, toma esa premisa para concebir una historia inspirada en la icónica novela gráfica de Alan Moore.

Es así que imagina un Estados Unidos contemporáneo donde los vigilantes enmascarados que conocimos en el cómic o el cine son cosa del pasado, pero su legado subsiste en la impartición de justicia, en los policías que deben cubrir su rostro para proteger su identidad.

En Watchmen, el sur de Estados Unidos continúa siendo un caldo de racismo y segregación, pero el presidente Robert Redford (sí, el cineasta) creó el Victims of Racial Violence Act, una ley que busca reparar, al menos de manera monetaria, a las víctimas de crímenes raciales. Eso provoca que un grupo similar al Klu Klux Klan, la séptima caballería, tome relevancia y poder frente al status quo.

Si bien la narrativa de Watchmen se continúa desarrollando de manera críptica y misteriosa, Lindeloff traza una línea directa entre el actual gobierno de Estados Unidos y su influencia en la división racial contemporánea.

Lindeloff no se anda con rodeos al mostrar el arraigo y profundo racismo asentado en el nacionalismo norteamericano. Es así que al explicar el contexto de Tulsa, un agente federal cita la historia del ataque, diciendo “y todos sabemos cómo son los blancos cuando la gente de color se atreve a prosperar”.

Es así que el autor pone el dedo en la llaga, señalando la hipocresía social de aquellos que, en la actualidad, rechazan la idea de reconocer que ha existido una opresión sistemática y profunda que ha evitado que las minorías alcancen el lugar que se merecen en Estados Unidos.

Watchmen representa sin duda un hito en la televisión de Estados Unidos, no sólo por la ambición que representa el proyecto en materia económica, sino por su nivel de interés para que generar un impacto profundo y servir de punto de reflexión en una sociedad que se está reconfigurando en tiempos turbulentos.

Además de ser una serie espléndidamente producida, realizada y conceptualizada, HBO se arriesgó al dar luz verde a una producción de este nivel, con un universo complejo y retorcido. Pero ha mostrado, desde que Game of Thrones, que el viejo modelo de entregar un capítulo a la semana, permite al espectador digerir y disfrutar una obra para nuestros tiempos.

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