Una carta a Gentefied
En 2021, tuve la fortuna de atender una plática con Linda Yvette-Chávez en el Austin Film Fest como parte de su conferencia de guionistas. En The Future of Hollywood habló sobre las restricciones para grabar en tiempos de Covid, algo que sucedió durante la segunda temporada de su serie Gentefied, y también sobre la importancia de la diversidad en el medio. Linda, cocreadora de la serie junto a Marvin Lemus, compartiría el pánel con William Nix, pero en su lugar acudió Cam Cannon, un escritor y guionista blanco cuyo mérito fue producir la primera película en blockchain (lo que sea que eso signifique).
Cuando surgió el tema sobre la importancia de contar historias diversas, Cannon desestimó el impulso de ciertas voces por llevar a la pantalla obras que hablen de minorías que no suelen tener espacio. Lo sentía como una obligación, insinuó. Linda, que ya se había referido al tema, tomó el micrófono de nuevo y expresó con fuerza y decisión sobre la necesaria presencia de las minorías en las pantallas, sobre la histórica lucha de los latinos por tener representación detrás y delante de las cámaras, que tienen apenas el 5 por ciento de los papeles en Hollywood son para ellos pese a representar casi el 20 por ciento de la población. Para ella, se trata de algo personal, un acto de justicia y de merecimiento.
Gentefied, la serie basada en la serie web, llegó a Netflix con poco cartel pero con gran significado para los creadores de color: una obra sobre familia, sobre su día a día, sobre un grupo de personas luchando contra las circunstancias y en busca del sueño americano (lo que sea que eso signifique). Joaquín Cosío interpreta brillantemente a Casimiro Morales, el patriarca indocumentado de una familia, todos nacidos de aquel lado de la frontera, haciendo todo lo posible por mantener a flote su restaurante: Mama Fina.
La serie explora la idiosincrasia de una familia mexicoamericana dividida entre pasado y futuro, las diferencias culturales entre generaciones, el conflicto de vivir con un tono de piel distinto, todo con el constante temor de perder a Casimiro ante la amenaza de la deportación.
Durante dos temporadas, Gentefied ha sido un símbolo de resistencia, de dignidad, pese a las evidentes restricciones presupuestarias. La serie no ha temido afrontar temáticas incómodas y pertinentes que trascienden la pantalla y que reflejan lo que hay detrás de existir como una persona de color en un país donde serlo es básicamente razón suficiente para ser señalado. Es, como la existencia de los latinos, un acto de resistencia ante la opresión.
La cancelación de Gentefied se siente como una derrota para los creadores de color y en lo personal para mí (aunque se escuche egoísta).
Tras terminar la plática en Austin, me acerqué brevemente a Linda para saludarla y felicitarla por la serie. Durante cierto momento comentó que tuvieron problemas para encontrar directores latinos para la segunda temporada y quise comentarle de mi trabajo, aunque mi carrera todavía es breve. Pero cerré mi cuaderno y caminé a la siguiente plática.
Lo cierto es que Gentefied hizo acercarme mucho a un lado de nuestra cultura que los mexicanos solemos desestimar. Y es que para la gran mayoría, los nacidos en Estados Unidos no son mexicanos. Es algo doloroso, pero una percepción común.
En cambio, Gentefied me expuso a un lado de nuestra cultura que no solemos ver, que los medios suelen ignorar y que merece su lugar en una plataforma como Netflix. Las dos temporadas son alentadoras, dolorosas, hilarantes, llenas de vida. Era una meta personal estar en ese cuarto de escritores y ver de cerca algo con tanta alma, algo creado para verse en la mayor cantidad de hogares posibles.
Esperemos que Gentefied tenga más vida, ya sea en Netflix, en otra plataforma, o de nuevo como serie web. Lo cierto es que en dos temporadas abrió el panorama de muchos de nosotros, creando un producto digno e inspirador, algo increíble que te llena de un orgullo por los tuyos, que tanta falta nos hace en estos tiempos.
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