The Banshees of Inisherin – Reseña
Salvador Medina
Martin McDonagh ha escrito algunos de los guiones más interesantes y lúcidos de la última década. Quizás sea su pasado como dramaturgo o su estilo irlandés, pero su énfasis en las relaciones platónicas entre hombres ha dominado su temática. Con The Banshees of Inisherin (Los espíritus de la isla), McDonagh explora la trascendencia final de nuestras almas en el contexto de la guerra civil irlandesa de loas años 20.
En una pequeña isla aislada de la confrontación bélica, Padraic (Colin Farrell) vive una tranquila vida rodeada de una pintoresca tranquilidad. En la casa de su difunta madre, donde vive con su hermana Siobhan (Kerry Condon), convive con sus animales, hace entregas de leche y, cada día a las 2 de la tarde, atiende el bar local con su mejor amigo Colm (Brendan Gleeson). Pero este día algo cambia.
Padraic acude al bar sin Colm. Al no encontrarlo ahí, acude a su casa donde él escucha música clásica fumando un cigarrillo e ignorando sus exclamaciones. Padraic asume que hizo algo para molestarlo. Cuando Colm acude finalmente al bar, se sienta lejos de su amigo. Padraic descubre que no hay nada en particular que le haya molestado, simplemente está harto de la dinámica de su relación y quiere dedicar el resto de sus días a algo más noble.
Esto lanza al opaco Padraic a cuestionar su vida entera. Mientras su amigo se encuentra en una búsqueda de trascendencia que le permita trascender los días que le quedan, él quiere, a toda costa, arreglar las cosas con su único amigo. Pero es que mientras Colm es iluminado y carismático, Padraic sería el tonto del pueblo, excepto que ese papel lo ocupa ya Dominic (Barry Keoghan).
Poco hay por hacer en la isla, así que los encuentros entre ambos amigos son constantes. Pero es tal la molestia de Colm ante el acoso de Padraic por una sensata explicación, que el hombre recurre a algo extremo: cada vez que exista una intromisión por su parte, Colm se cortara un dedo. Algo que parece radical pero que quizás haga entender la seriedad de su petición.
Para Padraic, todo está cambiando. Lo único estático es su rutina y sus choques con Shiobhan cuando deja entrar a su burro miniatura a la casa. Y cuando esa estabilidad se rompe, no sabe cómo responder al reto. Padraic está satisfecho viviendo la vida que tiene hasta que algo llega a alterarle.
McDonagh nos entrega un guión mordaz y melancólico que, en las manos de Gleeson y Farrell, es una auténtica obra de arte.
The Banshees of Inisherin es un rico y multifacético retrato del fin de una amistad y sus consecuencias, de la toxicidad masculina y sus ramificaciones. Es hilarante y devastadora a la vez. Un absoluto triungo.
Lee el guión de The Banshees of Inisherin