‘Straight Outta Compton: Letras Explícitas’
Redacción El Hablador @_elhablador
No se podría concebir el cambio entre las décadas de los ochenta y noventa sin la explosión que significó el gangster rap. Y la llegada de N.W.A. fue un revulsivo para la cultura popular, la música y la sociedad estadounidense en general.
Pese a ello, el tema polarizante del rap, la violencia y el racismo de esa época no sonaba en un principio como algo atractivo para Hollywood. Por eso, el éxito de Straight Outta Compton, que narra el alza de uno de los grupos más importantes de finales del siglo XX, fue tan agradable como sorpresivo.
Dirigida por F. Gary Gray, Straight Outta Compton: Letras Ilícitas, cuenta la historia de Dr. Dre, Eazy-E y Ice Cube, los líderes y fundadores de N.W.A. (Niggaz Wit Attitudes) y sus orígenes en Compton, California, una comunidad predominantemente afroamericana y plagada de violencia y discriminación.
Los tres jóvenes están desde un principio luchando contras las circunstancias, cada uno de diferentes maneras: Eazy-E como traficante de drogas; Ice Cube como un estudiante de preparatoria en un contexto de pandillas; y Dr. Dre con un hijo a sus espaldas e intentado salir adelante como DJ. Además, el hecho de ser afroamericanos y vestirse de cierta forma, los hace presa fácil de la policía y los complejos de una sociedad reticente a aceptarlos. Pero eso no los va a desmotivar.
Dr. Dre le propone a Eazy-E invertir en una disquera. Ellos producirían música que hable de sus vidas y lo que significa vivir en Compton. Y así comienza todo. Pero cuando los cantantes que contratan se rehúsan a cantar las letras violentas de Ice Cube, Dre le sugiere a Eazy-E intentarlo él mismo. Y lo demás es historia.
Juntos, lanzan la disquera Ruthless Records y encuentran éxito inmediato. N.W.A. se vuelve un grupo de culto y sus letras conectan con una sociedad que no era escuchada, ni mucho menos tenía voz propia. Y es justo cuando están a punto de explotar que conocen a Jerry Heller (Paul Giamatti), un productor que nota en ellos un enorme potencial pero que será producto de fricciones entre los artistas.
Quienes no conocen la historia del rap, no tendrán problema para identificarse con Straight Outta Compton. Y quienes estén familiarizados con ella, encontrarán un producto perfecto para ello. Se trata, más que nada, de una historia sobre la tenacidad de jóvenes artistas que estaban adelantados a sus tiempos y que cambiaron la cara de la música. Los tres amigos se enfrentan al contexto, a la discriminación social y la censura gubernamental.
Además, la película no se toca el corazón para hablar sobre lo que significó la golpiza a Rodney King, el joven afroamericano abusado frente a una cámara por policías, y cuyo juicio fue catalizador de los famosos Disturbios de Los Ángeles. Para N.W.A, no se trata de un caso ajeno, sino de algo que viven todos los días y los medios deciden ignorar. Si en el contexto actual la violencia policial contra las minorías es grave, en esa época era todavía más común y menos recriminada.
Se trata entonces, de una película completa, valiente y extraordinariamente bien concebida. Pese a sus más de dos horas de duración, es vibrante e inteligente. Sus personajes son complejos y reales y el hecho de estar producida por los propios Dre y Ice Cube, no les quita veracidad o credibilidad.
Logra también hablar de lo que significó Suge Knight para la industria, un gángster que a base de violencia e intimidación logró consolidarse como productor y trabajar con artistas de la talla del propio Dre, Snoop Dogg y 2Pac.
El rap y el hip-hop necesitaban una película que hablara del fenómeno que significó N.W.A. Como pocos artistas, su contexto fue trascendental para popularizar ciertos íconos cultural como a los propios Raiders de Los Ángeles, cuya mística inspiró su vestimenta y actitud.
“It’s always been about the music”, le dice en un momento Dre a Suge Knight durante una disputa. Y eso muestra Straight Outta Compton: cómo la música puede ser un vehículo para jóvenes que carecen de oportunidades para darse una vida mejor. Y de paso, cambiar a la cultura popular para siempre.
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