Star Trek y el legado de J.J. Abrams
Salvador Medina
salvador@elhablador.com.mx
La temporada de verano entra en su apogeo y es momento de Hollywood y sus enormes producciones. La tercera entrega de Iron Man, quizás la última con Robert Downey Jr., encabezó la lista de blockbusters que lucharán por el primer lugar de taquilla alrededor del mundo.
Con esa táctica, los estudios han distribuido filmes a nivel internacional primero, y después a nivel doméstico en Estados Unidos. Este método ha funcionado mejor de lo esperado, como se pudo probar con Iron Man 3, pese a su evidente mediocridad en comparación con las anteriores, recaudando más de 175 millones de dólares, sumando casi 700 a nivel global.
A partir del 10 de mayo, toca el turno a lo nuevo del siempre original J.J. Abrams: la segunda entrega de la nueva serie de Star Trek. Pero últimamente, Abrams ha estado en boca de todos por otras razones.
El hombre detrás de Lost, Super 8, Alias y hasta Felicity, reimaginó exitosamente las franquicias de Misión: Imposible y Star Trek. Su espectacular estilo visual complementa sus siempre bien realizados guiones. De un momento a otro, Abrams irrumpió como uno de los pesos pesados del cine estadounidense, aliándose con Steven Spielberg para realizar Super 8.
Abrams se ha caracterizado por trabajar muy de cerca con los guionistas de sus películas, armando un triángulo poderoso con Alex Kurtzman, Damon Lindelof y el mexicano Roberto Orci. Es quizás por ello que todos sus filmes tienen algo personal, una búsqueda interna que sobrepasa los efectos visuales y las pantallas verdes. Por lo general, sus personajes buscan pertenecer, buscan algo perdido y añoran amistad, amor, identidad.
De no ser porque sus producciones últimamente han superado los cien millones de dólares en presupuesto, Abrams podría considerarse prácticamente un autor. Al menos tiene ciertas características de ello: un estilo visual definido, una obsesión con el detalle y una incesante lucha por dejar huella en el espectador.
Hoy en día, el director de Star Trek: Into Darkness, estreno a nivel nacional el diez de mayo, es motivo de un incesante escrutinio por su próximo trabajo: tomar la batuta que dejó George Lucas y reiniciar el universo de Star Wars, una tarea que parece casi imposible.
Y es que saltar de Star Trek a Star Wars parece un sacrilegio para algunos. Pero lo cierto es que si existe un cineasta capaz de ver algo nuevo en una dimensión explorada en decenas de formas, ése es J.J. Abrams. Basta ver lo que Stark Trek: Into Darkness representa para el género.
Abrams no sólo le dio un giro a una franquicia que parecía haber muerto en los ochenta, sino que la convirtió en una de las más exitosas de los últimos años. La mancuerna entre el Capitán Kirk y Spock, encontró gran aliento en Zachary Quinto y Chris Pine, quienes han logrado darle un nuevo estilo y dinámica a los populares y casi intocables personajes.
Star Trek: Into Darkness nos lleva de nuevo al Enterprise, la mítica nave, que se encuentra tras el rastro de un enemigo que amenaza él solo a Starfleet. Como es de esperarse en un filme de Abrams, el entretenido e inteligente guión está sustentado por grandes actuaciones. Además de Quinto y Pine, destacan Simon Pegg y Karl Urban, quienes se han vuelto ya anclas de esta nueva etapa.
Benedict Cumberbatch juega el papel de villano, el misterioso John Harrison cuyos actos terroristas mandan a la tripulación del Enterprise en una cacería frenética.
Resaltan enormemente el contraste entre humor y acción a lo largo de la película, así como escenas y hazañas grandilocuentes dignas de un blockbuster, pero lo cierto es que la película posee mayores matices y detalles que un filme ordinario. Además de cumplir a los fanáticos de la saga con un giro inesperado y sensacional, Abrams demuestra estar en un gran momento.
Ha demostrado no sólo ser un éxito en taquilla sino el creador de filmes entretenidos, grandes y espectaculares, algo que se ha propuesto desde el principio. Con Star Trek: Into Darkness, continúa consolidándose como el mejor director de películas de ciencia ficción y uno de los favoritos del verano.
Claro que, como gran filme de estudio, no estaba exento de la utilización del 3D, una herramienta que, pese a que logra realzar ciertos elementos visuales en Star Trek, no aporta mayor cosa que pesos a la bolsa. Sin embargo, es la película ideal del verano.
Stark Trek: Into Darkness está impecablemente concebida y llena de acción. No aburre ni cae en absurdos en ningún momento sino todo lo contrario. Abrams ha demostrado, una vez más, que el espectador que acude a películas estrictamente comerciales, puede encontrar giros inteligentes, diálogos bien construidos y actuaciones memorables.
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