‘Solteras’ – Reseña
Salvador Medina
Pocas veces, de verdad muy pocas veces, hay comedias mexicanas que logren ser encantadoras y bien ejecutadas. Es más: me es imposible, en este momento, recordar una comedia nacional que no me haya hecho retorcerme en el asiento por pena ajena. Porque además, es común que los directores y productores de este país hagan que el mal llamado cine comercial sea un lugar de vacíos y lugares comunes.
Solteras, co escrita por su director Luis Javier Henaine, y Alejandra Olvera Avila, parece, a primera vista, encajar en dicha categoría. Y es que la premisa nos dice eso: Ana (Cassandra Ciangherotti) es una chica en busca de un elusivo amor. Tras romper su relación con el antipático Gabriel (Pablo Cruz), comienza a cuestionarse la razón de su soltería. El repentino compromiso de su prima (la más fea, según sus propia palabras) le da una pista: ella acudió a un curso para conseguir marido. Quizás ahí, Ana encuentre lo que está buscando.
Al principio, Ana, como toda buena heroína, está renuente a lo que ahí se ofrece: parece más bien una idea machista y desesperada. La maestra del curso, Lucila (Gabriela de la Garza) garantiza que, de seguir sus pasos, todas encontrarán marido pronto. No pareja: marido. Ana considera que las enseñanzas ahí impartidas no son para ella y decide abandonar el rumbo en la primera lección.
Pero un vergonzoso encuentro con Gabriel le hace tomar la decisión de volver. Poco a poco, Ana comienza a seguir los consejos ahí emitidos y, más de una vez, le significarán más problemas que soluciones.
Solteras tiene dos enormes fortalezas: lo primero, es la dirección de Luis Javier Henaine que, en lugar de considerar su película una comedia cualquiera, se toma la molestia de pensar cada escena como una sola historia y de ahí que se construya algo coherente y con alma. Lo segundo, es Cassandra Ciangherotti, que brilla con una estrella, talento y carisma que eleva el material a ella entregado. Se trata de una actuación perfecta para el género, interesante y contundente. Nos hace seguirla en cada cuadro y no queremos perdernos un segundo.
De verdad, se trata de una sorpresa, no sólo por lo que se espera de una película de ese corte, sino también porque asombra la gracia y destreza con la que se maneja el material. Sé que enfatizo mucho en esto pero sucede, a menudo en el cine nacional, que los directores sueltan a los actores a jugar y esperan que entreguen suficientes groserías o chascarrillos como para arrebatar una carcajada al público. Aquí, todo está pensado, todo está calculado, hay un director detrás de cada encuadre. Y eso da un enorme gusto y nos hace pensar que estamos frente a un cineasta con gran futuro. Y que, de paso, nos regrese la fe de encontrar un cine comercial más trabajado y sincero.
Claro, Solteras tiene sus puntos flojos. Hay algunos personajes que sobran o quedan sueltos dentro de la vida de Ana y sólo cumplen una función de exposición. También se pierde énfasis en la temática del curso y su propósito, que se vuelve más una especie de confesionario para Ana con las mujeres con las que comparte su desgracia.
Pero le perdonamos esos pecados con gusto dado que el producto final es un recordatorio que no todo está mal en las comedias mexicanas, sino que podemos esperar algo distinto en su abarrotada oferta.
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