‘Sin Tiempo Para Morir’ – Reseña
Salvador Medina
Cuando se anunció que Cary Joji Fukunaga sustituiría a Danny Boyle en la silla de director para la última cinta de Daniel Craig como James Bond, más de uno levantó las cejas. La expectativa de reunir al aclamado cineasta con una de las franquicias más relevantes del planeta era lógica. Y cuando Craig señaló que se retiraría del papel el estudio y el director tuvieron todavía más presión.
Pero No Time To Die (Sin Tiempo Para Morir) es una dignísima despedida, todo lo que Bond debe ser y una puerta emocionante a un posible futuro de la franquicia.
La película nos presenta a Bond en un estado idílico, semiretirado y enamorado de Madeleine (Léa Seydoux). Pese a estar viviendo un sueño, Bond sigue cuidando sus espaldas, esperando que alguien lo encuentre. Y un agente de ese nivel sabe que el peligro puede estar a la vuelta de cualquier esquina, así sea en un paradisiaco pueblo de Italia. Es así que un viejo enemigo parece haberlo encontrado. Con su usual destreza, Bond logra escapar, no sin antes dejar un caos a su paso.
Esto lo obliga a huir y, pese a no saber en quién confiar, se despide de Madeleine para emprender de nuevo su retiro, ahora por su cuenta. Pero viejos conocidos pronto harán todo lo posible por exponer a Bond y un trabajo fallido de M (Ralph Fiennes) que pondrá al mundo entero en peligro.
Los nuevos elementos que Fukunaga logra introducir a la narrativa de Bond, desde Nomi (Lashana Lynch), Paloma (Ana de Armas) y Logan Ash (Billy Magnussen) se funden perfectamente con la dinámica que Craig y compañía han encontrado.
El resultado es excepcional. Habrá como siempre un grupo que se rehuse al cambio de un personaje tan icónico como 007, en particular la presencia de Nomi y lo que su papel significa, pero Bond requería algo de este estilo, un riesgo narrativo y temático que coloque a la franquicia rumbo al futuro.
Craig es espléndido como siempre. Pese a haber reiterado que su cuerpo ya no soportaba el cansancio y esfuerzo que le significaban las escenas de acción y stunts, su presencia física es la que merece el papel.
Fukunaga cumple trayendo su visión a la realidad, con solvencia y solidez visual. Es una película extraordinaria de principio a fin que debe verse en la pantalla más grande posible.
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