‘Sin Escape’ – Reseña

Sep 23 • Spoiler Alert • 9653 Views • Comments Off on ‘Sin Escape’ – Reseña


Salvador Medina @ayudamemalverde

Dicen que en el medio del cine, fondo es forma. Y pocas películas se toman esto tan apecho como Sin Escape (No Escape), del director John Erick Dowdle.

Escrita por el propio John y su hermano Drew, Sin Escape se trata sin duda de un salto temático ambos. Acostumbrados al éxito en el género del terror con Así En La Tierra Como En El Infierno y Cuarentena, los hermanos Dowdle al parecer quieren ser tomados en cuenta como cineastas más serios. Y Sin Escape tiene sin duda todos los elementos para ello. En principio.

Cuando el ingeniero Jack Dwyer (Owen Wilson) y su familia se aventuran a vivir en Asia, parecen haber encontrado un nuevo comienzo. Jack, cuya compañía quebró en el intento de colocar en el mercado un válvula que él mismo había inventado, quiere dejar todo atrás. Sus dos hijas, Lucy y Beeze, y su esposa Annie (Lake Bell), toman este cambio de aires como algo negativo.

Pese a que desde el principio Jack se nota como un padre cercano a su familia, Annie no ha tomado el cambio con buena cara. De ahí que Jack se sorprenda al ver a su esposa llorando en el baño la primera que llegan a su nuevo país (Laos o Cambodia, aunque se filmó en Tailandia y el guión y los diálogos nos dejan muy claro que se trata de “Asia” únicamente, quizás en un intento por no molestar a los locales).

Ahí, Jack trabajará para Cardiff, una compañía multinacional que al parecer privatizará el agua de la región, algo que causa la furia de muchos. Y para cuando los Dwyer llegan a esta tierra lejana, un conflicto se está generando ante los ojos de todos.

En la primera escena, el primer ministro de aquel país cierra un trato con un funcionario anónimo pero que representa a Occidente en general. Tras terminar la junta, el mandatario es asesinado por locales.

Los Dwyer, quienes en el aeropuerto son orientados sobre las costumbres locales por el simpático y vividor Hammond (Pierce Brosnan), son recibidos inmediatamente con hostilidad. Para cuando Jack compra un periódico en inglés lejos de su hotel, el conflicto bélico ya está en las calles. Y cualquier ciudadano blanco, particularmente estadounidense, es la víctima perfecta. Así, Jack debe rescatar a su familia del hotel y buscar refugio antes de que miles de asesinos locales consigan su objetivo.

John Erick Dowdle ciertamente está acostumbrado a dirigir escenas de acción. Pero Sin Escape prueba ser otra clase de monstruo.

Y es que cuando Jack ve el primer enfrentamiento entre locales y policía, Dowdle no baja la velocidad. Se trata de una película frenética que no ofrece pausas al espectador o respiro alguno.

Sin embargo, la acción en ocasiones puede ser tediosa o redundante. Dowdle utiliza elementos de otros géneros para complementar un guión que tiene estilo y coherencia pero que no logra consolidarse como una película de acción.

No hay un enemigo común sino el caos. Dwyer y su familia escapan de un lugar a otro con pocos aliados, salvo algún local que se apiada de ellos o el propio Hammond, cuyo conocimiento del contexto lo hace un salvavidas perfecto en la situación.

El gran problema de la película es la inverosimilitud de toda la situación. Tras decenas de muertes en pantalla que sirven más para impactar al espectador, Hammond intenta explicarle a Jack que en realidad los villanos son ellos. Un sermón que quiere funcionar más bien para aleccionar a quienes están en la sala de cine.

Los países de Hammond y Jack (Inglaterra y Estados Unidos) tienen intereses en esa región. Y utilizan su poder para extorsionar a los gobiernos y provocar que estén en deuda con ellos y así explotar sus recursos. El director intenta justificar toda esa violencia gratuita con la que nos había saturado las pupilas durante toda la película y humanizar a la turba violenta. Demasiado tarde.

Esos enemigos que ponen en peligro a los Dwyer (los locales y las corporaciones) son caricaturas representativas de dos espectros completamente distintos. Como espectadores, ya usamos nuestro criterio para definirlos a partir de lo que el director nos ofreció. A minutos del clímax, será muy difícil que nos haga reflexionar o mucho menos cambiar de opinión

Y el hecho de no atreverse a nombrar el lugar donde se lleva a cabo la historia, parece una decisión de cobardía absoluta por parte de los guionistas. Es una falta de compromiso total que quizás tiene que ver con ese racismo ocasional que se dan cineastas norteamericanos cuando retratan masas anónimas extranjeras.

Pese a ello, y aunque en ocasiones abusa de los mismos recursos, Sin Escape sabe aprovechar sus limitaciones el máximo. Dowdle es un cineasta que ha aprendido de proyectos menores para traer su manejo cinematográfico a escena.

La actuación de Lake Bell sin duda es la más destacada y ofrece un personaje multidimensional en una historia que carece de ellos.

Sin Escape es un esfuerzo distinto, que además parece querer darle legitimidad a un género donde las explosiones y los grandes efectos visuales lo dominan todo. Al menos aquí, nos topamos con un cineasta que quiso contar la historia de una familia que debe afrontar una situación extraordinaria y que los llevará al límite.

Los héroes no son los Russell Crowe o los Gerard Butler cuyo físico los hace perfectos cuando todo se va al diablo. Aquí, los protagonistas son personas comunes y corrientes que deben unirse para salir vivos como familia. Y eso es algo que debe agradecerse.

 

 

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