‘Parásitos’ – Reseña

Dec 12 • Spoiler Alert • 2258 Views • Comments Off on ‘Parásitos’ – Reseña

Salvador Medina

Bong Joon Ho es un artista que no encaja en mucho moldes. Su cine surge de un lugar indescifrable, y es metafórico y tangible a la vez, una especie de paradoja del tiempo que le tocó habitar.

De Parásitos (Parasite) se ha hablado incansablemente desde que ganó de manera unánime la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Críticos por igual no han dejado de alabarla rumbo a las entregas de premios del próximo año. Y se trata sin duda de una obra trascendental y alucinante.

El director coreano nos ha enseñado a esperar siempre una sorpresa o algo que se siente fuera de lugar dentro de la narrativa de sus películas. Es un recurso que tienen también otros cineastas asiáticos, que no se atan a los convencionalismos del cine occidental, pero que Bong Joon Ho lo hace como nadie.

En Parásitos (Parasite), la gran favorita al Óscar en la categoría de Película en Idioma Extranjero, hace una quirúrgica, hilarante y compleja crítica social, llevando la historia a extremos.

En principio conocemos a la familia Kim, cuatro disfuncionales personajes que se dedican a doblar cajas para pizza desde su semisótano en Corea. Sin el menor prospecto, y con los hijos incapaces de acceder a la universidad, su vida es precaria y absurda, siendo su mayor problema la incapacidad de robarse el Wifi de su vecino. Es entonces que llega a su casa Min (Seo-joon Park) un amigo de Ki-woo (Woo-sik Choi), con la promesa de una oportunidad.

El joven no sólo le obsequia una roca de sus ancestros, que supuestamente traerá buena suerte, sino que le ofrece ser tutor de inglés para la hija de una familia adinerada mientras él viaja a Estados Unidos a continuar sus estudios. Ki-woo sabe que sin un título universitario será imposible que lo tomen en cuenta para el puesto. Pero Min le da un consejo que la familia entera habrá de seguir: finge.

Con la ayuda de su hermana Ki-jung (So-dam Park), crea un título universitario en un cibercafé y lo imprimen para llevarlo a su junta. Antes de llevarlo, el patriarca de la familia, Ki-taek (Kang-ho Song), lo revisa con particular sorpresa, asegurando que su hija debería estudiar una carrera de falsificación de documentos. Ki-woo parte con la promesa de tener después un título universitario, y que ese papel es una especie de préstamo.

Es así que llega a casa de la familia Park, lo opuesto de su hogar. Un lugar abierto, actual, resultado del éxito económico. Ki-woo cumple con su parte y convence a la madre de los Park, Yeon-kyo (Yeo-jeong Jo), de dar clase a su hija Da-hye (Jung Ziso). Ki-woo toma la oportunidad de conseguir una cita a su hermana, supuestamente una reconocida terapeuta artística, para trabajar con Da-song (Jung Hyeon-jun), el más joven de los Park, un prometedor pero traumatizado niño.

Es así que la ingenuidad de los Park y sus ilimitados recursos, se convierten en un bien para los Kim. Pero lo que parece una oportunidad única para salir de la pobreza, se convierte en una situación al límite que amenazará la integridad de ambas familias.

Además de ser una sátira genial, Parásitos es un estudio de la división de clases y el sistema capitalista. Con un ojo sensible para capturar la esencia que hay en la desigualdad, el director cuenta una historia cuyo éxito yace en los contrapuntos que hay entre los Kim y los Park, no sólo en la dinámica familiar, sino en lo que representa para ambos el poder económico.

Para ambos opuestos del espectro social, el sistema es un aliado o un enemigo. Y ése es el verdadero villano, una presencia invisible que lo mueve todo, como los hilos de un titiritero.

Bong Joon Ho juega de principio a fin con el espectador, creando un impecable retrato de lo que pretendemos ser frente a la sociedad y lo que somos realmente. Y así nos quita el piso en el que llevamos parados toda la película, para dejarnos con una sensación desoladora y desesperanzadora.

Con Parásitos, el director sudcoreano se consolida de una vez por todas en la élite cinematográfica mundial. Es una voz original y vibrante, que se vuelve más necesario que nunca.

Sobran los adjetivos para describir esta magistral, perturbadora y sensacional obra de arte. Pero se puede resumir fácilmente: es una de las mejores películas del año y sin duda una de las más notables de la última década.

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