‘Little Women’ – Reseña
Salvador Medina
Es poético que el último proyecto de la legendaria productora Amy Pascal para Sony haya sido inspirada por una de las obras cúspides de la feminidad. Little Women (Mujercitas) ha sido adaptada en infinidad de formas, pero nunca con la fuerza y trascendencia que la más reciente película de Greta Gerwig.
Más de 150 años después de haberse publicado, el texto de Louisa May Alcott sigue resonando. Y eso habla significativamente de lo poco que ha cambiado el papel de las mujeres en la sociedad. Pero el guión de Gerwig eleva el material original, explorando no sólo el texto sino dándole su propio estilo y perspectiva, jugando con los personajes y dotándolos de una nueva voz. Se trata, sin duda, de la mejor y más importante adaptación a la novela.
En Little Women, Gerwig explora la dinámica de las hermanas March, pero en particular los deseos y motivaciones de Jo (Saoirse Ronan), el personaje que mueve la historia y que refleja con mayor claridad lo que representaba (y representa) ser una mujer ambiciosa.
Saltando entre los tiempos en que las hermanas March vivían juntos en casa y siete años después cuando Jo es una aspirante a escritora en Nueva York, Gerwig nos enfrenta con cuatro personalidades diametralmente opuestas pero que se centra en el amor que tienen por la otra.
Jo es independiente y atrevida, en contraste con Amy (Florence Pugh) cuya ambición por casarse tiene que ver con la imposibilidad de acceder a bienes económicos. En un intercambio con Laurie, interpretado por el imposiblemente genial Timothée Chalamet, Amy acepta que su meta siempre ha sido casarse con alguien de dinero. Eso está bien, siempre y cuando lo ames, responde Laurie. “Creo que tenemos poder sobre quién amamos”, argumenta ella. Los poetas estarían en desacuerdo, asegura el chico.
Pero Laurie, con determinación, nos muestra quién es: “Bueno, no soy un poeta. Sólo soy una mujer. Y como una mujer, no tengo manera de hacer dinero, no el suficiente para ganar una vida y mantener a mi familia. Incluso si tuviera dinero, que no lo tengo, pertenecería a mi esposo en el momento en que nos casemos. Si tuviéramos hijos, le pertenecerían a él. Serían su propiedad. Así que no te sientes a mí y me digas que el matrimonio no es una propuesta económica, porque lo es. No será para ti pero ciertamente lo es para mí”.
El diálogo no pertenece a la novela original, pero sintetiza el dilema por el que pasa Amy. Para las mujeres de la época, no existe la movilidad social salvo a través del matrimonio. Y Amy tiene en mente eso para ella.
Por su parte, Meg (Emma Watson) vive obsesionada con conocer al hombre con quien habrá de casarse, aunque Jo le pide que huyan juntas para que pueda ser la actriz que siempre debió ser. Y Beth (Eliza Scanlen), la más pequeña, es el vivo reflejo de su madre Marmee (Laura Dern), poniendo siempre a los demás antes a ella misma.
La historia de la novela y sus adaptaciones es conocida. Pero ahora, con el enorme talento de Gerwig y un elenco descomunal apuntalado por Meryl Streep, Bob Odenkirk y Chris Cooper, se siente más viva que nunca. La dirección de Gerwig es fluida y natural, los diálogos se sienten genuinos y la interacción entre las hermanas es tangible. Parece que estamos en la sala de una familia con deseos contradictorios pero unidos un profundo amor entre sí.
Little Women encapsula la belleza y complejidad de crecer siendo mujer. Y lo hace con pertinencia y atrevimiento. En lugar de simplemente hacer una copia fiel del texto, Gerwig usa también la historia de Louisa May Alcott, para dar mayor impacto a Jo. Incluso, la directora juega con los preceptos que en un principio le comenta su editor sobre cómo deben ser la historias de mujeres.
Lo más importante de la obra de Gerwig es sin duda lo actual de la temática. Aunque está situada, como la original, en el Estados Unidos de la posguerra civil, las situaciones que atraviesan las hermanas March bien podrían estar transcurriendo en 2020. Gerwig sintetizó el histórico dilema de las mujeres que quieren hacer su propio camino: cómo diablos conseguirlo en un mundo de hombres.
Y mejor ejemplo de ello es la omisión de Little Women en los premios Óscar. El trabajo de Gerwig merecía estar sin duda compitiendo como mejor dirección, una categoría que ha estado históricamente castigada para las mujeres.
Little Women es una obra trascendental, inspiradora y conmovedora que pasará la prueba del tiempo y nos recordará que en 2020, las cosas no son tan distintas como en 1868.
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