Las reglas de internet aún no están escritas
Salvador Medina
salvador@elhablador.com.mx
Internet es conocido como el nuevo medio. No está considerado, todavía, entre los Medios Masivos de Comunicación consolidados. Y es que existe una enorme diferencia entre los medios digitales y los convencionales. Mientras que en unos existen reglas claras sobre su utilización, su contenido, distribución, están regidas por gobiernos y organismos diversos, en el otro, dicha regulación se construye día con día.
Robo de identidad, cyberbulling, distribución de contenidos, derechos de autor. La lista sobre lo que las leyes protegen y regulan en internet es larga y, sobre todo, ambigua.
Los casos de suicidio entre jóvenes han instado a autoridades estadounidenses, donde más casos se han dado, a buscar crear leyes que protejan la información confidencial de los usuarios en redes sociales. Sin embargo, la superposición o coincidencia de la legislación, ha evitado cambios significativos.
Existen otros casos, en los que no se pueden registrar conductas o costumbres. La novedad del medio provoca un nuevo reacomodo social. Las relaciones humanas se modificaron para siempre (todavía no sabemos si para bien o para mal) y la comunicación evoluciona más rápido que nunca.
Hoy, todo está sujeto a internet: el consumo, los movimientos sociales, el intercambio de información, el entretenimiento. En este último, existen nuevas dinámicas imposibles de predecir pero que sin duda llegaron para quedarse.
El crowdfunding y la moral en internet
Con la obvia democratización de internet, sus usuarios comenzaron a buscar formas en las que se cambiaran las formas de creación, distribución y financiamiento de contenidos. El crowdfunding, una forma colectiva de generar dinero para diversos proyectos, se volvió popular de inmediato y ganó adeptos por su efectividad y naturalidad en contraste con las grandes corporaciones.
Sitios como Kickstarter e IndieGoGo permiten a usuarios organizarse alrededor de una causa, ya sea la creación de un producto que purifique el agua a bajo costo, pagar la quimioterapia de una persona sin seguro social o financiar películas.
Así, las personas que visitan el sitios pueden donar a cualquier proyecto, sin importar la razón. El procedimiento es simple: el promotor de la causa presenta sus argumentos, establece una meta económica y busca el apoyo en redes sociales. Si alcanza o supera dicha meta en treinta días, recibirá todo el dinero. De lo contrario, se regresará íntegro a los inversionistas.
Ya hablamos en El Hablador de la controversia que surgió cuando Warner Bros., uno de los grandes estudios de cine en Hollywood, “permitió” a Rob Thomas, creador de la serie Veronica Mars, buscar financiamiento independiente para una película basada en el producto que él creó. Pero como el programa fue financiado y transmitido por el canal CW que pertenece al estudio, los derechos pertenecían a la multinacional.
En menos de dos días, el proyecto alcanzó su meta en Kickstarter. Al final de los treinta días, la película tenía más de seis millones de dólares de presupuesto. Más que el aspecto ético o moral de la causa, muchos se sorprendieron por la convocatoria que provocó Thomas y que abrió los ojos al enorme alcance del crowdfunding.
El cineasta Zach Braff buscó semanas después financiamiento para su nueva película a través del mismo sitios. Y entonces todos se indignaron. Cuestionaron el hecho de que Braff había tenido ofertas para levantar el proyecto pero lo había rechazado, lo atacaron por ser una persona con poder en el medio y aprovecharse de sus fans. Sin embargo, muchos se habían quedado en silencio ante la iniciativa de Thomas. Y los casos no son comparables bajo ninguna circunstancia.
La película de Veronica Mars se hubiese podido concretar si un ejecutivo de Warner les otorgaba un presupuesto incomparablemente menor al promedio de sus producciones. La de Zach Braff, jamás se hubiera consolidado sin el apoyo de la gente.
Pese a ello, Braff fue víctima de cientos de ataques por parte de periodistas especializados y tuvo que salir a defender su proyecto como un delincuente. Braff salió golpeado de la batalla pero, al final, triunfante. No alcanzó las cifras de Veronica Mars pero consiguió su objetivo, pese a la objeción de gran parte de internet.
Las críticas sorprendieron a muchos porque Braff fue completamente honesto sobre las razones por las que buscaba financiamiento a través del crowdfunding y no en los métodos convencionales. Pero internet debe acostumbrarse a estas campañas. Grandes estrellas seguramente se acercarán para financiar sus proyectos, nos guste o no. Las reglas de internet aún no están escritas. Y no parece que eso suceda pronto.
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