La reveladora importancia de ’13 Reasons Why’
Salvador Medina @ayudamemalverde
El estreno de la serie 13 Reasons Why en Netflix ha sido fuente de constante escrutinio y debate. Su temática y contexto han provocado que se trate de un proyecto comentado por propios y extraños, que ha llevado a otras esferas la historia de una joven cuyas circunstancias la llevan a tomar decisiones drásticas al respecto.
Inspirada en los libros de Jay Asher, 13 Reason Why cuenta la historia de Hannah Baker (Katherine Langford), una joven en los suburbios de California y el rastro que deja tras su suicidio. Dos semanas después del acontecimiento, Clay Jensen (Dylan Minnette) recibe un misterioso paquete afuera de su casa. Al abrirlo, descubre 13 cintas grabadas por Hannah donde explica las razones por las que decidió quitarse la vida. Cada una de los cassettes tiene un protagonista, y es labor de cada uno pasar las cintas al siguiente hasta descubrir la verdad.
Clay, su compañero de clases y quien llevaba años enamorado de Hannah, comienza a desenredar la complicada trama que llevó a una joven poeta a decidir tomar el complejo camino del suicidio. Y no se trata de una historia de ninguna manera agradable pero sí importante.
Uno de los mayores logros de 13 Reasons Why es quizás la forma en que representa a la actual generación de jóvenes millenials y los miembros de la Generación Z, sus relaciones interpersonales, su idolatría de la tecnología, su comunidad escolar más allá de las paredes del colegio.
Según un artículo de New York Times, el estreno del programa generó preocupación entre padres de familia en Estados Unidos, y varios expertos en salud mental aseguraron que el programa es inexacto y potencialmente peligrosos, en especial para estudiantes vulnerables. En Canadá incluso, varias escuelas prohibieron incluso la mención de la serie dentro de sus instalaciones. Sin embargo, el enfoque que han tenido autoridades y expertos al respecto, está en gran parte mal enfocada.
Sí, 13 Reasons Why trata temas delicados entre los jóvenes: el suicidio, el abuso sexual, el uso de drogas y alcohol. Y aunque lo hace de manera realista, se presenta más como una advertencia, una especie de espejo de lo que puede suceder en la vida real. Los padres de Hannah, ajenos a lo que sucedía en su vida, ignoraban por completo los nombres de sus amigos, con quién convivía la mayor parte del tiempo, lo que hacía en su tiempo libre. Es un retrato a todas luces de lo que puede suceder en la vida de un joven para quitarse la vida.
Pero lo cierto es que en ningún momento hay apología del suicidio o se “romantiza” el suceso. Sin duda se trata de una tragedia con matices, un contexto trágico y más que nada, de algo que pudo prevenirse si alguien estaba dispuesto a buscar las señales: sus padres, sus compañeros, sus maestros. Se trata de algo sistémico y en el mundo actual, con la escuela ya no como algo que se atiende de 7 a 3 sino que se extiende a través de los teléfonos móviles y las redes sociales, algo con vida propia y en constante cambio.
Quizás el impacto sea mayor porque no hay sutileza en su intención. Estamos acostumbrados a ver a los adolescentes en la ficción como seres ajenos a la realidad, donde les suceden cosas de poca importancia. Aquí, hay consecuencias claras del cyberbullying, del silencio entre padres e hijos, de mirar a un lado cuando hay alguien que necesita ayuda.
Cada vez son más las historias de suicidios de jóvenes, en especial mujeres, a costa del cyberbulling y el acoso escolar. Si bien 13 Reasons Why no ofrece soluciones, puesto que se trata de una producto de ficción, sí funciona en abrir el debate sobre la interacción entre padres e hijos, el papel de las redes sociales y la escuela como más que un lugar de estudio, sino como una micro sociedad con sus propias reglas, leyes y a la que debemos poner más atención.
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