Knock at the Cabin – Reseña
Salvador Medina
M. Night Shyamalan ha construido su carrera a partir de concebir giros o simplemente absurdos. Su filmografía tiene valles profundos y picos altísimos. En ese rango, suele ser imposible predecir la calidad de sus películas. Pero si bien Shyamalan es un cineasta obsesivo y efectista, tiene un envidiable conocimiento del terror y el suspenso. Y en Knock at the Cabin (Llaman a la puerta), no repara en nada para crear una atmósfera claustrofóbica, insoportablemente tensa y sólida de principio a fin.
Desde el primer cuadro, Shyamalan nos pone en el centro de la acción. La cámara nos introduce a la pequeña Wen (Kristen Cui) mientras captura saltamontes para guardarlos y estudiarlos. Es tan meticulosa que apunta sus nombre y características en una libreta. En el aislado bosque de la casa que sus padres rentaron, se siente de pronto una presencia. Y presencia en todos los sentidos. Entra aquí Dave Bautista en forma de Leonard.
El comportamiento del gigantesco hombre es peculiar. Habla con cuidado, es meticuloso en todo lo que hace. Sabe que su presencia impone y no quiere asustar a la niña. Pero es demasiado tarde. Wen huye a la casa cuando ve a sus tres compañeros acercarse con armas.
Sus padres Andrew (Ben Aldridge) y Eric (Jonathan Groff) no le creen en un principio pero un golpe en la puerta de la cabaña les hace saber que hay extraños en el lugar. Leonard se presenta a través de la puerta y les solicita amablemente que la abran. O de lo contrairo lo harán ellos a la fuerza. Y lo hacen.
Es entonces que Leonard y sus tres aliados, Redmond (Rupert Grint), Sabrina (Nikki Amuka-Bird) y Ardiane (Abby Quinn), se presentan con un panorama apocalíptico que sólo ellos pueden detener. Si así lo deciden.
Decir más sobre la trama es arruinar sorpresas y giros que tendrán a cualquier al borde del asiento. Y es que Shyamalan domina el género del suspenso como pocos cineastas de la actualidad. En Llaman a la puerta construye una atmósfera insoportablemente tensa, palpable, terrorífica. Es el regreso de Shyamalan a sus mejores momentos.
Situada en un sólo lugar y con el recurso de flashbacks para hablarnos del amor entre Eric y Andrew y del valor que significó la adopción de Wen, Llaman a la puerta es económica en su uso de recursos, es magistral en su ejecución y premisa. No sabemos en quién confiar o en qué creer. Y es el gran acierto de la obra.
Se trata de una película de lenta cocción, inteligente, bien pensada y con un Bautista monumental que demuestra de nuevo que es una fuerza a tomar en serio.
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