Jake Gyllenhaal sorprende con un jab
Salvador Medina @ayudamemalverde
Fuera de Día de Entrenamiento, la película que le otorgó el Óscar como mejor actor a Denzel Washington, su director Antoine Fuqua ha tenido una carrera olvidable.
Obsesionado con temas de la masculinidad y la violencia, el director ha buscado desde hace años encontrar una historia digna de contar. En Día de Entrenamiento, se encontró con un talento que había sido ignorado más de una vez en la entrega de la máxima estatuilla de Hollywood. Tuvo suerte, en cierto sentido, pero también logró conectar con un guión interesante y visualmente atractivo. Pero no ha sabido ofrecer mucho más.
De ahí que su proyecto Southpaw (Venganza) haya hecho a más de uno prestar de nuevo atención. Pese a que se mantiene dentro del espectro narrativo que caracteriza a Fuqua, la adición de Jake Gyllenhaal como protagonista, es un gran valor añadido.
Venganza, escrita por Kurt Sutter, cuenta la historia de Billy Hope (Gyllenhaal), un exitoso boxeador que ha basado su éxito en una violenta y errática forma de pelear. Ha logrado mantener su título pese a que es golpeado más de lo que su esposa Maureen gustaría. Y es que Maureen (Rachel McAdams), trata a Billy como a su hijo. Es protectora, cariñosa y real. Tienen una relación de apertura total. Y tras una apretada victoria donde Billy logró mantener su título en los últimos rounds, cuando Maureen habla con él sobre el futuro que les espera.
Para ella, se trata del momento de hacer pausa, de sanar las heridas de la batalla y recuperarse como a poco. Su hija Leila y la relación que tienen debe ser la prioridad. Pero Jordan Mains, el ambicioso representante de Billy, tiene frente a ellos un lucrativo contrato por tres peleas más. Es ahí cuando la voz de Maureen pesa más y logra disuadirlo de firmar.
La conexión entre ellos se traduce en la pantalla. Maureen no es un elemento decorativo, como sucede en otros guiones, sino que se trata de una mujer que pone la familia ante todo, y es la bella detrás de la bestia que representa Billy. Ambos proceden de orfanatos en la zona de Hell’s Kitchen, Nueva York. Y el hecho de que se conozcan toda su vida, los hace un ejemplo para todos. En especial para su hija Leila.
Tras asistir a un evento de recaudación de fondos para el orfanato en el que creció, Billy es confrontado por un boxeador. Miguel Escobar, un arrogante joven que ya lo había retado tras su reciente victoria, se acerca a Billy de nuevo. Pero esta vez las cosas se salen de control. Maureen es herida de bala en el altercado y pierde la vida. Esto provoca que la vida de Billy, controlada por la violencia y la sinrazón ya sin Maureen, se salga de control.
Pronto Billy pierde la custodia de su hija, de sus bienes y su carrera, justo como se lo había advertido Maureen. “Cuando la burbuja estalle, las cucarachas saldrán corriendo”, le dijo tras la euforia de la pelea de campeonato.
Es entonces que Billy se ve contra la pared y debe comenzar a recuperar lo perdido. Busca a Tick Willis (Forest Whitaker) el entrenador de la única pelea que Billy creyó haber perdido. Con la disciplina de un mentor que no está interesado en su dinero sino en su bienestar personal, comienza poco a poco a prepararse para recuperar su carrera, su vida y a su hija.
Pese a que Venganza juega con una fórmula ya conocida, y es demasiado larga por su propio bien, es el talento en pantalla lo que resalta. El destacado Gyllenhaal no sólo hizo un extraordinario trabajo físico sino que usa el no lenguaje de su personaje para darle vida a Billy. Sobra decir que McAdams y Whitaker son excelentes adiciones al cast. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas en Venganza.
El filme peca en la auto definición. Todo el tiempo nos recuerda, literalmente a través de los comentaristas deportivos, que se trata de una historia de redención para Hope. Y lo de Sutter es también una carta para el boxeo.
Sutter, otro obsesionado con temas similares a los de Fuqua, escribe un guión predecible pero con momentos de genuina ternura. La relación entre Billy y Leila es un particular punto de interés y lo que mueve a Billy hacia el camino correcto.
Fuqua no encontró en Venganza el guión que lo catapulte al estrellato o lo ponga en consideración para la estatuilla del Óscar. De hecho, otro ojo detrás de cámara es posible que hubiera dado otro toque visual a la historia y la película se hubiera nutrido de ello.
Pero Venganza sale a flote con las actuaciones de Gyllenhaal y McAdams. Y es que pese a los momentos de acción, es la historia bajo el ring lo que realmente hace de la película una digna contendiente.