‘Hambre de Poder’ – Reseña
Salvador Medina @ayudamemalverde
Hambre de Poder (The Founder) está lejos, por su temática, de ser una película considerada para los premios Óscar o Globos de Oro. Sin embargo, refleja a la perfección la esencia de Estados Unidos y su necesidad por conquistar el mundo económico.
La película de John Lee Hancock cuenta la historia de Ray Kroc, interpretado por Michael Keaton, un vendedor de electrodomésticos que lucha para mantener a flote su vida. De ciudad en ciudad, Ray está buscando la oportunidad que signifique un cambio en su vida. Todas las noches, escucha un discurso motivacional: nada supera la persistencia.
Su esposa Ethel escucha sus proyectos con cierta rutina pero nunca sin entusiasmo. Ray es un tipo al que más de uno escucha, algo que le traerá recompensas y seguidores en el camino. Por ello cuando él y Ethel (Laura Dern) acuden a una cena con sus amigos del club y comienza a hablar de su reciente inversión, ella lo toma de la mano y le da un espaldarazo.
Ray les cuenta de un restaurante que encontró en California donde las cosas funcionan de manera distinta. Y es que el vendedor, acostumbrado a comer en el camino, no ha encontrado un establecimiento que cumple con las necesidades la época: McDonald’s, fundado y dirigido por los hermanos Mac y Dick (Nick Offerman y John Carroll Lynch) ofrece comidas de manera inmediata, con un método automatizado pero que garantiza calidad y todo, con un toque familiar. Ray no sólo se obsesiona con la idea, sino que logra convencer a los hermanos de lanzar una franquicia, algo que los hermanos McDonald’s ven con cierta retiencia debido a que ya lo intentaron en el pasado y fue imposible mantener el mismo modelo.
Pero Ray no se dejará vencer y no sólo genera un exitoso modelo de negocios de la ayuda de Harry Sonneborn (B.J. Novak) quien le hace entender que está en el negocio equivocado: McDonald’s no es un negocio de comida, sino de bienes raíces. En ese momento la vida de Ray cambia completamente, así como el alcance de la marca.
El director John Lee Hancock está lejos de ser uno de los mejores en Hollywood. Hasta Hambre de Poder, sus películas se presentaban más como especiales para televisión que eventos cinematográficos. Pero lo cierto es que la biografía de Ray Kroc es meritoria y consistente. Se trata de un retrato frío de una de las marcas más simbólicas de la actualidad. Y pese a que es sutil, tiene momentos donde el guión de Robert Siegel puede ser devastador.
Durante un descanso discutiendo con sus abogados, Dick le cuestiona a Ray su obsesión con la marca: ¿Por qué nosotros? Te enseñamos el modelo, te mostramos cómo funcionaba. Pudiste haber robado la idea. Y la respuesta de Ray es simple y poderosa. “Todavía no lo sabes. Es el nombre: McDonald’s. Suena a Estados Unidos”.
Boom.
Por alguna extraña razón, los críticos son rápidos en desestimar biografías con este tono. Y quizás tiene que ver con el hecho de que Ray Kroc no es nadie a quien admirar o redimir: es un tipo que representa a la perfección el consumismo norteamericano. McDonald’s, sobre todo en la actualidad, no es un modelo a seguir para corporaciones o empresas, y menos en tiempos donde la salud es el estándar.
Quirúrgica e interesante. Bravo.
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