‘Game Night’ – Reseña
Salvador Medina @ayudamemalverde
Cuando dos estudios deciden hacer dos películas con temáticas similares, las alarmas suenan. ¿Se trata simplemente de estrategia? ¿Buscan reavivar proyectos dormidos a través de otros y así impulsarlos? ¿Quieren ganar la partida al rival? Sea como sea, la coincidencia de eso tipo de proyectos, no puede traer nada bueno. Regularmente.
Pero en el caso de Game Night (Noche de Juegos), el producto final es entretenido y bien hecho, algo más que un pretexto para bromas burdas o humor malintencionado. Al contrario, es una película con pies y cabeza de principio a fin.
Escrita por Mark Perez, Game Night tiene un premisa hilarante: Annie (Rachel McAdams) y Max (Jason Bateman) son una pareja competitiva que se conoce en una noche de juegos en un bar. El amor mutuo por las competencias de pareja los une y terminan gestando una relación que los lleva pronto al matrimonio. Con varios años de casados, Annie y Max continúan con la tradición de ser anfitriones para noches de amistoso esparcimiento con sus amigos.
Pero la llegada a la ciudad de su hermano mayor trae más problemas de los que Max quiere aceptar. Y es que siempre ha vivido a la sombra de Brooks (Kyle Chandler), un exitoso inversionista de Wall Street que se muda temporalmente. En el mismo contexto, Annie y Max están teniendo problemas para concebir, algo que la doctora atribuye a problemas emocionales y que se puede derivar de la presencia de Brooks.
Es así que en la tradicional noche de juegos, a la que asisten Ryan (Billy Magnussen), con su pareja del momento, y los eternamente casados Kevin (Lamorne Morris) y Michelle (Kylie Bunbury), no sólo deben ocultar la reunión a su peculiar vecino policía Gary (Jesse Plemons), anteriormente asiduo de esas veladas, sino también evitar que Brooks acapare la noche con sus anécdotas y carisma. Pero no sólo logra eso, sino que decide organizar, una semana después, la noche de juegos en su ostentosa casa.
Es así que los amigos, con la añadidura de Sarah (Sharon Horgan) como pareja de Ryan, asisten esperando los mismos juegos de siempre. Pero Brooks sube las apuestas. No se tratará de las usuales competencias, sino que agregará un juego con actores para resolver un misterio, algo que provocará que los participantes no distingan la realidad y la ficción. El ganador de la noche se llevará un espectacular Stingray clásico, el coche de los sueños de Max.
Pero la noche tiene un giro inesperado cuando Brooks es secuestrado por un grupo ajeno al servicio que contrató.
En un principio, todos creen que es parte del juego, pero pronto se dan cuenta que las circunstancias pondrán sus capacidades al límite.
Y aquí va lo importante: quien va esperando entrar a una película de acción tiene lo que espera. Quien piensa pasar un rato disfrutando una comedia, saldrá satisfecho. Y los que deseen una película palomera, habrán encontrado algo más. Y aquí es donde Noche de Juegos ofrece algo de reflexión.
Hollywood y los estudios son constantemente criticados por la forma en que hacen películas. Pero Noche de Juegos es el ejemplo de una película que hace todo bien dentro de sus límites. Es graciosa, no recae demasiado en los clichés, tiene momentos reales, el talento está seleccionado a la perfección, las escenas de acción son vibrantes y los personajes se sienten genuinos. Como comedia, cumple todos los requerimientos. Y lo mismo como película de acción.
El universo está bien cohesionado, todos juegan un papel importante sin tener todo el enfoque de la acción o escenas forzadas. Y eso es algo que aprender a los cineastas hollywoodenses: nunca hacen nada a medias, siempre usan la mayor cantidad de recursos al servicio de la historia. Y eso hace que Noche de Juegos funcione a la perfección.
Jason Bateman y Rachel McAdams tienen una química palpable que hace lo que sucede en pantalla sea todavía más catártico e interesante. Sin duda Noche de Juegos es una de las comedias del año.
Una grata y agradable sorpresa.
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