En defensa de Internet
Salvador Medina @ayudamemalverde
Los ocho mil miembros que representa Chris Keyser, Presidente del Gremio de Escritores de Estados Unidos (Writers Guild of America o WGA) en están a cargo de virtualmente todo el contenido que llega a las pantallas de aquel país, incluido lo que se realiza en Netflix y Amazon.
Esa programación, como dice Keyser, es el producto creativo más influyente del mundo. Nada tiene el poder y el alcance de la televisión. Sin embargo, dos décadas de fusiones y consolidaciones han reducido el que llegó a ser un mercado vibrante de programas independientes y diversos, al punto que actualmente, siete compañías controlan 95% de lo que vemos.
“Las cadenas y los estudios son uno mismo. Controlan tanto el contenido como la distribución. Determinan lo que puedo escribir y lo que tú puedes ver. A ese mundo, apenas recientemente ha llegado Internet. Y con él, se ha abierto una enorme puerta de posibilidades para el contenido y la creatividad. Un receptáculo de nuevas voces, nuevos creadores de contenido y nuevos distribuidores”.
Potencialmente, continúa Keyser, éste es el momento más emocionante para audiencia y escritores. Por ello, no es accidente que una serie de fusiones esté ocurriendo en respuesta a la posible democratización de la industria del entretenimiento.
Las cableras y los proveedores de Internet, por ello, tienen toda la razón de temer y limitar el crecimiento de la competencia que representa el video por Internet que amenace su dominio. De darse las fusiones entre AT&T/DirecTV y Comcast/Time Warner, las compañías resultantes controlarían más del 50% del mercado de cable y la mitad de los usuarios de Internet en Estados Unidos.
Cuando alguien controla el acceso a la mitad de los consumidores, quienes quieran entregar su producto estarán obligados a aceptar cualquier condición impuesta. Quienes no tengan dinero para ello, verán su producto, metafóricamente, escondido en los estantes más lejanos.
“Porque el poder para controlar la llave realmente afecta la capacidad de crear, trae con ello el poder de detener la calidad revolucionaria misma de Internet. Y la Internet, que hubiese sido una nueva frontera, se convertirá en lo mismo que la televisión abierta”.
Las declaraciones de Keyser suenan más fuerte en el contexto de la Ley de Telecomunicaciones. En México, no se trata únicamente de un asunto de libertad de expresión y derecho a la privacidad. La sociedad mexicana debe estar al tanto de lo que representa Internet como medio democratizador.
Es sorprendente que las compañías proveedoras de Internet no hayan alzado la mano para oponerse a las iniciativas propuestas. Y todavía lo es más, que poco se haya hecho para presionarlas a levantar la voz. México es un país en crecimiento. Internet no es un medio nada más. Es una herramienta para una generación de emprendedores que ven en él tierra fértil dónde encontrar su potencial. Su defensa es crucial para el florecimiento de una nueva economía.
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