Ellas Hablan – Reseña

Feb 28 • Spoiler Alert • 724 Views • Comments Off on Ellas Hablan – Reseña

Salvador Medina

En el seno de una comuna religiosa, las mujeres están reunidas para tomar una decisión determinante: perdonar, quedarse y luchar, o huir. En virtualmente una sola locación, en lo que es ya una trama claustrofóbica, la directora Sarah Polley nos coloca en medio de un debate sobre la dignidad humana, el machismo, la religión y la libertad.

Basada en la novela de Miriam Toews y adaptada por la propia Polley, Women Talking (Ellas Hablan) se desarrolla en la granja de una comunidad menonita. Desde hace tiempo, las mujeres han sido atacadas sexualmente por lo que los ancianos dicen son “espíritus malvados”. Es hasta que una de las más jóvenes reconoce a uno de los asaltantes que descubren que se trata de los propios chicos, que drogan a las mujeres con tranquilizante de caballo y abusan de ellas.

Los ancianos han dejado en ellas la decisión del siguiente paso. Pero las mujeres aquí no pueden leer, no saben siquiera dónde están, no tienen acceso a un mapa y poseen pocas probabilidades de sobrevivir fuera de ahí. Entre el supuesto llamado de su fe a perdonar a los ofensores (y a quienes omitieron ayudarlas) y el llamado por algo más, el grupo de mujeres debate la vida misma. Tras realizar una votación a través de dibujos y contados por el maestro de la comuna, el callado August (Ben Whishaw), deben escoger entre las opciones más votadas: perdonar o irse.

Janz (Frances McDormand) es una de las voces más duras, recomendando a todas perdonarles y seguir como si nada; Salome (Claire Foy) es una de las más vocales por dejar la comuna atrás y retribuir los ataques con violencia; Mariche (Jessie Buckley) se encuentra renuente a dejar la granja; y Ona (Rooney Mara) se convierte en la filósofa que analiza lo que están haciendo ahí.

Ellas Hablan es un estudio de las dinámicas de un grupo llevado al extremo y es, al mismo tiempo, una reflexión sobre el papel de la mujer no sólo en las sociedades religiosas sino en el mundo contemporáneo. Lo que está en juego para ellas es su forma de vida, todo lo que conocen. No saben lo que hay más allá de las fronteras de su granja. Y ahí, contra la pared, algunas se atreven a soñar. Otras están aterradas por dejar atrás lo único que conocen.

Como la alegoría de la cueva de Platón, nuestras protagonistas se encuentran atadas a una verdad imaginaria, a la presencia de un dios que sólo está en su cabeza y que las ata a un lugar.

Polley entrega una película brutal y sensible, con la maestría de una cineasta con el dedo en el pulso. La directora toma varias decisiones que son determinantes para crear una atmósfera de agobio. Como nuestras protagonistas, no tenemos idea dónde estamos. Podríamos estar en Bolivia (donde se sitúa la historia que inspirió a Toews. A una hora de Nueva York. Para ellas no importa. Es lo único que conocen.

Las actuaciones de McDormand, Mara, Foy y Buckley son simplemente fenomenales, cada una de ellas con su propio peso y voz única. Es una película absolutamente necesaria y poderosa.

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