El otro lado de Johnny Depp: nuestra reseña de Pacto Criminal
Desde hace muchos años, Johnny Depp es lo que podría llamarse un actor de nicho. Salvo contadas excepciones, Depp nos ha acostumbrado a verlo tras un estrafalario vestuario y virtualmente irreconocible. Su popular papel como el pirata Jack Sparrow, y sus recurrentes protagónicos bajo la dirección Tim Burton, son quizás lo que más se le recuerda. Y cuando ha intentado salir de esa zona de confort, los resultados no han sido favorables.
The Tourist, The Rum Diary, Transcendence, Mortdecai, son algunos de sus intentos fallidos por dejar atrás el maquillaje y mostrarse como un actor serio, pero que no han sido bien recibidos por propios y extraños.
Así, Depp se ha ocultado tras una neblina, personal y profesionalmente. Es quizás una de las celebridades más elusivas y que menor contacto con los medios busca o requiere. Durante sus presentaciones de prensa, se presenta como una figura que aborrece la celebridad y el protagonismo mediático. Sin embargo, desde hace décadas ha pertenecido hace élite de actores que cobran al menos 20 millones de dólares por película.
Incluso, ha renegado de ver sus propias producciones. En una entrevista con David Letterman hace años, aseguró que nunca ha visto ninguno de sus papeles. Cuando el conductor quiso hablar sobre su papel en Public Enemies, quizás su mejor personaje de los últimos años, comentó con Letterman que no había tenido la oportunidad de ver el producto final.
“Una vez terminado mi trabajo en la película, realmente el resto no es de mi incumbencia”. Letterman y el público rieron, a lo que el actor respondió con una sonrisa incómoda.
Y quizás ahí yace el problema en la carrera de Depp. Se involucra tanto en sus papeles, que se ha convertido en una especie de caricatura de sí mismo. Ha dejado de ser ese actor que buscaba papeles desafiantes y distintos como el protagonista en Cry-Baby, Sam en Benny & Joon, William Blake en Dead Man, Raoul Duke en Fear and Loathing in Las Vegas, o incluso en su genial etapa inicial con Tim Burton.
Aquel Depp ha quedado atrás hace tiempo y nos hemos conformado con verlo esporádicamente en papeles serios y que no están a su altura. Pero el primer avance de Black Mass (Pacto Criminal), nos dio un vistazo a un Depp que teníamos tiempo anhelando.
Pacto Criminal, que cuenta la carrera del legendario criminal, James “Whitey” Bulger, es el regreso de Depp a sus raíces. Situada a mediados de los setenta en Boston, relata la vida Whitey Bluger, un criminal que está reacomodándose a la vida tras una estancia en Alcatraz. Pese a ser un criminal reconocido, no se encuentra en el radar de una institución como el FBI. O al menos no de forma destacada. Su territorio, el sur de Boston, es todavía dominado por la Mafia Italiana.
Es entonces que John Connolly (Joel Edgerton), agente del FBI y viejo amigo de Whitey, busca hacer contacto con él. A través de su hermano Billy (Benedict Cumberbatch), senador por el estado de Massachusetts, John establece contacto con Whitey, quien ve en el FBI un posible aliado.
A partir de ese momento, Whitey se vuelve su informante y comienza su ascenso de criminal discreto a uno de los gangsters más temidos en la historia de Estados Unidos.
Juntos, inician una historia paralela donde ambos se benefician profesionalmente. John, protegiendo al criminal de investigaciones federales, y Whitey ayudando al agente a perseguir a blancos del FBI.
Pese a tratarse de uno de los criminales más emblemáticos de Estados Unidos, Pacto Criminal no logra ofrecer un panorama completo sobre Whitey como criminal o persona. Lo que mueve a Whitey, según el guión de Mark Mallouk y Jez Butterworth, es la repentina pérdida de su hijo por una enfermedad. A partir de ese momento, deja atrás su vida familiar, incluida su esposa Lindsey (Dakota Johnson), y dedica la totalidad de su tiempo al crimen.
La relación con su hermano Billy, aunque en la vida real fue más clara, queda un poco aislada en la película, quizás con la intención de reducir el tiempo en pantalla. Pero hacía falta desarrollar el contraste entre dos hermanos en polos opuestos del espectro: un despiadado criminal y un corrupto senador.
Además, la tensión que representa para Johnny el moverse en esa delgada línea entre agente federal y cómplice de un gángster, no se manifiesta sino hasta el tercer acto, cuando las consecuencias de años de actos ilícitos amenazan con alcanzarlos.
Si acaso podemos agradecer que Johnny Depp nos mostró de nuevo una faceta que le habíamos olvidado. Se nos presenta como un actor único, capaz de sumergirse completamente en un papel y dejar atrás a la notable celebridad.
Pese a ello, Pacto Criminal no logra superar la categoría de “película de gangsters” y se queda como uno de esos tantos proyectos como un enorme potencial pero que no logran llegar a las expectativas que generan.
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