‘El Justiciero 2’ – Reseña

Aug 17 • Spoiler Alert • 2959 Views • Comments Off on ‘El Justiciero 2’ – Reseña

Salvador Medina

He aquí una advertencia: el autor de este texto no ha visto El Justiciero, la primera entrega con Denzel Washington. Pero he aquí, también, lo positivo: no es necesario haberlo hecho para disfrutar de El Justiciero 2, también con el genial Denzel.

The Equalizer 2 (El Justiciero 2), escrita por Richard Wenk y dirigida por Antoine Fuqua, nos presenta a un Robert McCall (Washington) viviendo en la ciudad de Boston, manejando su Lyft (buen product placement ahí) y haciendo lo que sabe hacer: corrigiendo cosas por otros. Es decir, haciendo el bien. En su barrio trabajador, convive con Fatima (Sakina Jaffrey), de religión musulmana, y orientando al joven Miles (Ashton Sanders), un prometedor artista que está jugando en la cuerda floja de caminar hacia el lado correcto.

En sus trayectos, Robert conduce y platica con el viejo Sam (Orson Bean), un anciano judío que vive en un asilo de ancianos luchando por recuperar una vieja pintura de la guerra, mientras habla sobre su infancia con su hermana, antes de haber sido separados.

Así, Robert lleva una vida ligeramente normal. Pero si no fuera por la primera escena, donde muestra que su especialidad es hacer justicia donde no la hay. Y trae de regreso a la hija de una ciudadana americana que había sido llevada a Turquía sin el permiso de su madre y obligada por su padre, un mafioso local.

Quien le guía en esas misiones, es Susan (Melissa Leo), agente de la CIA con quien tiene una entrañable relación, que se remonta a años atrás. Pero su asesinato investigando un caso en Bélgica, provoca que Robert se involucre. Y ahí inicia todo.

Dejemos a un lado que la trama es sencilla, nada pretenciosa y resalta la conexión entre los personajes. Sabemos que Fuqua y Denzel, por su cuenta y juntos, son garantía. El Justiciero 2 no es simplemente una historia de venganza. Tampoco es aleccionadora. Se trata de una película redonda, bien actuada, dirigida y concebida.

Es, por decirlo de forma clara, placentera. El desarrollo es impecable, tejiendo la historia de manera sigilosa y explotando las virtudes de los personajes. Aunque el primer acto se extiende un poco, no hay un momento de tedio o sobre exposición: simplemente Fuqua nos dejado inmersos en el mundo de Robert y sus motivaciones y defectos.

Washington y Pedro Pascal, que actúa como compañero de Susan y ex compañero de unidad del propio Robert, son destacadísimos. Y aunque Washington sin duda se roba el show, haciendo hasta la caminata a una librería un trayecto interesante, Pascal hace lo propio, sosteniéndose de pie en la batalla tête-à-tête.

No se trata de un guión complejo, ambiguo o rebuscado. Al contrario, lo que quiere es ir al grano. Y lo hace. No busca engañar al espectador, sino presentar las cartas siempre y aun así, entretenerte en el camino. Y lo logra de sobra.

 

 

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