¿El fin del modelo Netflix?
Salvador Medina
El reciente anuncio sobre la expectativa de una caída estrepitosa en los suscriptores de Netflix, el servicio de streaming más dominante del mundo, ha sacudido el mundo del entretenimiento y sus perspectivas. Netflix anunció en su último reporte de utilidades, una caída de 200 mil suscriptores en el primer cuatrimestre de 2022 y una expectativa de perder otros 2 millones en el siguiente periodo.
Esto representó una retracción de 35% de su valor lo que equivale a una pérdida de alrededor de 54 mil millones de dólares. En el ámbito económico, se trata de un golpe absoluto a una marca considerada como una de las más respetadas en el mundo y cuyo modelo se convirtió en el ejemplo a seguir. En cuanto a la guerra por el streaming, se trata de un espaldarazo al modelo antiguo de televisión. Más aún si tomamos en cuenta que HBO reportó una ganancia de 3 millones de suscriptores en el primer cuatrimestre de 2022. ¿Cuál es la enorme diferencia entre ambas plataformas? Que Netflix apuesta por el binging como modelo, mientras que HBO por las entregas semanales. Y en esa diferencia parece yacer el éxito.
HBO ha apostado por contenidos más selectos pero más arriesgados, sin mover un ápice al modelo televisivo que los ha colocado como el nombre más respetado en el medio. Netflix, mientras tanto, jugó todas sus cartas al modelo de consumo inmediato, poniendo sus contenidos disponibles de manera inmediata, confiando en que atrevidas campañas de marketing y el boca a boca de sus suscriptores, fueran suficiente para generar engagement alrededor de sus producciones. Y eso funcionó. Por un rato.
Pero el gran éxito de la televisión, históricamente, recae en lo que los ejecutivos llamaron water-cooler tv. El término refiera a la interacción que sus shows favoritos generan cuando los espectadores comparten y hablan sobre cada capítulo en sus lugares de trabajo, reuniones, en tiempo real. Es decir, al menos una vez a la semana.
Pero el binging, o consumo inmediato, ha perdido ese elemento vital que da a la televisión su gran atractivo y el engagement que la cultura pop requiere. Los grandes fenómenos del medio han vivido de ese recurso: Seinfeld, The Sopranos, Game of Thrones, Breaking Bad y ahora Euphoria, vivieron del concepto de water-cooler. Y hoy en día, el water-cooler son las redes sociales.
La estrategia de Netflix ha sido la opuesta a su competencia: Hulu, Disney, Apple TV, estrenan sus capítulos semanalmente, dando tiempo y generando una interacción orgánica que permite a nuevos usuarios acercarse a sus productos, cualesquiera que estos sean.
Si bien Netflix continúa como una de las plataformas emblemas del streaming, su modelo parece estar en un momento de redefiniciones. Estrenar temporadas completas al mismo tiempo es una idea que en papel parece correcta y que le da al consumidor poder sobre el producto. Pero con ello, se perdió la interacción con otros fanáticos.
El no poder vivir la televisión de la misma manera, ha ahuyentado a los espectadores de ciertos productos. Consumir una temporada completa en un fin de semana es una práctica común pero, entre la aprobación de la segunda temporada por parte de la plataforma, escribirla, filmarla y estrenarla el espectador ya encontró otra serie en la cual concentrarse.
Parece un concepto menor pero ahí vive la televisión. En la interacción con el otro es donde vive el medio: en las teorías, las especulaciones, en lo que vivimos con los demás. El arte está hecho para compartirse. Y la televisión es el medio perfecto para ello.
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