‘El exorcismo de Carmen Farías’ – Reseña
Salvador Medina
El género de terror no suele tener representantes destacados en el cine nacional. Pese a tener un país con un gran folclor y una rica historia, no hemos producido grandes resultados para contar esas anécdotas. Quizás se deba a la falta de un gran trabajo de efectos visuales y especiales, algo que tampoco es nuestro fuerte. ¿Será que un director con experiencia detrás de cámaras trabajando en ese preciso campo de postproducción será lo que una producción de ese género necesita? Pues no, como lo demuestra es el caso del Exorcismo de Carmen Farías.
Dirigida por Rodrigo Fiallega, el exorcismo de Carmen Farías nos presenta una premisa conocida: tras la muerte de su madre, nuestra protagonista hereda una vieja propiedad. Carmen (Camila Sodi) no sólo está sufirendo la partida de su madre, sino que perdió recientemente un bebé. Es algo que ha afectado su matrimonio con Julián (Juan Pablo Castañeda). Es por eso que deciden lanzarse a la aventura de quedarse unos días en la casa de la abuela, donde Carmen pasó parte de su infancia.
Acompañados de Tomasa, su fiel perra, llegan con la idea de desconectarse de la rutina. Pero, por supuesto, la casa tiene otros planes. Conforme pasan los días, Carmen descubre que la infancia que tuvo tiene más secretos de los que recuerda y que su abuela era algo más que la matriarca de la familia.
Hay mucha técnica y destreza en la ejecución del Exorcismo de Carmen Farías. Pero no mucho más. El primer acto de la película dura una eternidad y es más exposición que acción. Una vez que la verdadera historia arranca nos prometen grandes saltos que nunca llegan. Y aunque Sodi y Castañeda nos hacen creer que son una pareja en busca de sentirse juntos otra vez, pasan demasiado tiempo separados para recordárnoslo.
El mayor pecado de la película es que jamás da un susto legítimo. Nunca provoca que te levantes del asiento o te sorprende con un recurso del género. Su mayor logro es una referencia a la que es quizás la película más memorable del terror pero no pasa de eso.
La historia es completamente lineal, no hay giros narrativos o visuales. Es simplemente plana. No es una mala película. Pero se trata de una oportunidad perdida para un género del cine que merece mejores esfuerzos en nuestro país.
Aunque no es el primer largometraje de Fiallega, en ocasiones se siente así. Quizás se trata de su falta de experiencia en el terror y eso se traduce en el producto final.
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