EL efecto Moss
Fernán A. Osorno H.
Nadie puede negar que Randy Moss es uno de los mejores jugadores de la NFL, el más virtuoso de los receptores que ha pisado el césped, sin embargo, es posible que Moss sea recordado por el rotundo fracaso que tuvieron los equipos que lo firmaron.
Vamos al inicio. Al ser rechazado por los vaqueros en el draft de 1998 por ser un personaje controversial afuera de la chancha, el jugador con habilidades suprahumanas por la rara combinación de velocidad y vértigo, gracias a sus largísismas y delgadas extremidades. En un inicio, su temporada de novato con los Vikingos de Minesota, Moss probó a los vaqueros como unos conservadores miedosos, con una de las temporadas de novatos más memorables con 17 anotaciones y más de mil trescientas yardas; tres de esas anotaciones realizadas a domicilio contra los Vaqueros. Con los Vikingos, a un lado del receptor futuro salón de la fama, Cris Carter, Moss llevó lideró al equipo más ofensivo en la historia de la NFL. Sin embargo, se quedaron a un gol de campo del súper tazón, al perder la final de conferencia contra Atlanta. Ese año, todos coincidían que iba a ser el año de los Vikingos, cosa que no volvió a suceder durante los siguientes 6 años, hasta el 2006 que fue transferido a los Raiders.
Hasta aquí no podemos argumentar que algún tipo de racha perdedora pueda ser atribuida a Moss, los Raiders de mediados de la década estaban tocando fondo. Incluso la triste derrota de los vikingos años antes se pensaba tenía que ver con una maldición propia de la franquicia; en los setentas también tuvo una gran escuadra que en repetidas ocasiones se le negó la victoria en el gran juego.
Adelantemos el reloj hacia el 2007. Moss, ahora con el ‘mad Scientist’ (científico loco, y yo diría el mejor entrenador de la NFL de los últimos veinte años) y el mariscal Tom Brady (si, uno de los mejores mariscales de la historia, pero también uno de los hombres con mejor karma en el planeta, de don nadie -mirar fotografía -, pasó a ser sr. Americano casado con la modelos Giselle Bundchen), formó parte de uno de los mejores equipos que ha visto la NFL en una temporada. De nuevo, Moss junto con Brady conformaron un ataque terrorífico, rompiendo marcas de Payton Manning y Jerry Rice por mayor cantidad de pases y recepciones de anotación en una temporada, respectivamente.
El mayor logro de los Patriotas ese año, irse invictos toda la temporada y llegar al súper tazón como amplios favoritos sobre unos Gigantes de Nueva York que apenas habían logrado meterse a la postemporada por una digna racha como visitante que los impulsó hasta la gran final. Con todo puesto sobre la mesa para ser nombrados, no sólo el equipo de la década, o la gran dinastía, ya lo eran por haber ganado tres tazones en cuatro años, sino ser considerado uno de los mejores equipos que han existido en la NFL. Sin embargo fueron sorprendidos por el valor esporádico del hermano menor de Peyton, Eli Manning (“¡I relieve in you Eli!”), quien en su última posesión, abajo por cuatro puntos, se rehusó a caer aún cuando ya estaba siendo capturado por los linieros de la Patriotas para enviar un pase de treinta yardas y concluir una de las jugadas más memorables de los súper tazones. Finalmente para enviar un pase de anotación una jugada después al receptor Plexico Burress, para ganar el partido.
Ese año, Moss y sus Patriotas fueron parte de la historia, pero una que querrían borrar.
Pasaron dos temporadas más para Moss en los Patriotas, todas intrascendentes; una fue oscurecida por la lesión de Brady. Para este año, los Patriotas con Moss lograron ganar dos partidos y perdieron uno. Sin embargo este era el último año en el contrato de Moss con los Patriotas, por lo que los medios comenzaron a hacer preguntas. Moss, con su personalidad estridente decidió no hablar con los medios, lo que fue interpretado como un acto de presión sobre la administración para precipitar un nuevo contrato. Días después Moss fue enviado a de vuelta a los Vikingos de Minesota, quienes liderados con Brett Favre se postulaba como favoritos para ganar el súper tazón. Sin embargo todo rápidamente se fue al abismo. Favre comenzó con una de sus peores temporadas en su larga carrera, y los Vikingos con Moss, sumaron una victoria y dos derrotas, pero ahora venía el gran reto de enfrentar a los Patriotas. Pensando que Moss llevaría consigo información valiosa para la elaboración de un plan de juego perfecto contra su viejo equipo, los Vikingos eran vistos como favoritos. Pero todo lo contrario, fueron humillados por los Patriotas, y Moss no apareció en la cancha.
Con pánico y frustración en los camerinos, Moss fue liberado por los Vikingos. A pesar de la controversia, y el pobre desempeño de Moss en los Vikingos, la culpa fue dirigida hacia el entrenador Childress, y Moss como siempre fue altamente cotizado por los equipos esperando contratarle. Cabe mencionar que la producción de Moss en cada uno de sus equipos ha sido más que promedio. No es que Moss haya bajado su productividad, y sus actitud en los camerinos, aunque extrovertida, siempre ha sido respaldada por sus compañeros, quienes han dicho que es un excelente compañero. Es simplemente el resultado de la campaña, los acontecimientos que giran alrededor de él y sus equipos lo que queremos resaltar en este texto. Pareciera que Moss está condenado al fracaso.
Finalmente los Titanes fue el equipo con la fortuna de contratar a Moss. Este era un equipo en completo ascenso, con uno de los mejores corredores de la liga Chris Johnson, y el inconsistente mariscal Vince Young, que ahora pasaba por una buena racha. Con Moss, todo cambió, desde su entrada, no han ganado un partido; tres derrotas. Es más, el entrenador Fisher y Yung entraron en disputa, y hoy Young ha sido puesto en reservas por lesión; al parecer no jugará el resto de la temporada.
Entonces para resumir, Moss ha formado parte de dos de las mejores y ofensivas escuadras en una temporada en la historia de la NFL; sus números sin duda alguna lo llevarán al salón de la fama. Pero ello ha sido acompañado de los peores desenlaces para un equipo favorito a ganarlo todo; además le podemos sumar a su paso, la lesión de dos de sus mariscales (Brady y Young), y la peor racha de uno de los mejores mariscales de la historia (Favre). ¿Qué le puede esperar a Moss de aquí hasta el final de sus carrera? A él, seguro números prolíficos, pero a sus equipos, el fracaso más dramático que podamos imaginar. Eso, querido lector, es el efecto Moss.
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