El cine de 2012
Salvador Medina
Cada año inicia, apropiadamente parece, con ceremonias que reconocen lo mejor de lo que se realizó el año anterior a nivel de entretenimiento. En el caso del séptimo arte, los premios a lo mejor del cine independiente y popular, marca la tendencia de los estrenos a lo largo del año y la taquilla, como siempre, establece parámetros para los estudios y productoras, al menos en Hollywood.
El 2011 fue un año discreto en cuanto a producciones de alto impacto. No existe como en otras ocasiones, un claro candidato a arrasar con todas las ceremonias de premios como se ha dado en casos anteriores. Esto se debe principalmente al auge de producciones independientes que han ampliado el mercado mundial y han logrado colocar en la mente del cinéfilo, obras que de otra forma hubieran sido ignoradas ante los llamados blockbusters.
Hoy, la tendencia ya no la marcan los grandes directores o los renombrados actores y actrices. Una nueva generación de cineastas, arropados por el aude tecnológico, ha logrado la diversificación de obras al por mayor.
Pese a que directores de la talla de Steven Spielberg, Martin Scorsese, Terrence Malick y Clint Eastwood tuvieron sonados estrenos el año anterior, no son claros candidatos a ganar los premios Óscar, Globos de Oro o similares. Esto es más un reflejo del alto espectro de producciones y la refinación del gusto del público que del nivel de sus películas.
Sin duda alguna uno de los estrenos más importantes de 2011 fue Hugo, la primera producción en tercera dimensión del afamado director Martin Scorsese. Este hecho es importante no sólo porque es la primer película de Scorsese dirigida a un público primordialmente infantil (cosa ya extraña del hombre que nos trajo Buenos Muchachos y Los Infiltrados), sino porque la marcada tendencia de fotografiar en 3D ha alcanzado a directores de culto.
Scorsese, quien nació del cine independiente, conquistó lenta pero seguramente la cúspide de Hollywood. A través de producciones como Taxi Driver y Mean Streets, el neoyorquino de cepa se gestó en la contracultura de las calles, las drogas y la violencia de los marginados. Hoy, es parte de la creciente y absurda tendencia de generar entretenimiento en tres dimensiones.
Pese a ello, el cine independiente sigue marcando pauta ante los grandes estudios y producciones. Drive, de Nicolas Winding Refn, fue sin duda la película más alabada del año que terminó. Protagonizada por Ryan Gosling y Carey Mulligan, los dos actores más importantes de los últimos años quizás, Drive encuentra su grandeza en la estética y ejecución. Grabada parcialmente en la Canon 5D, una cámara de fotos, se enfoca en una arquitectura urbana y artificial, pero no por ello menos bella.
Con un presupuesto estimado de 15 millones de dólares, comparado con los 170 de Hugo, se colocó como una de las producciones más importantes del Festival de Cannes, ganando incluso el premio como Mejor Director.
Es decir, Drive sirve para probar que puede más la visión de un grupo de cineastas que toda la capacidad de un estudio por vender boletos.
Época de premios
Los Globos de Oro, a realizarse este próximo domingo, dan la bienvenida al año reconociendo a lo mejor del entretenimiento a juicio de la Prensa Extranjera de Hollywood. Sirven, además, para medir la forma en que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas juzgará las producciones rumbo al Óscar.
Pese a la importancia que poseen estas distinciones, lo cierto es que los cinéfilos no pueden basar su preferencias basándose en los galardones otorgados y en las nominaciones. Aunque los votantes a menudo tienen razón en cuanto la trascendencia, ejecución y magnitud de una obra, tienen intereses que obedecen a los estudios y a las tendencias que quieren colocar en la preferencia del público.
Entre los nominados a Mejor Película en la categoría de Drama, los Globos de Oro tiene War Horse de Steven Spielberg, The Descendants de Alexander Payne, The Ides of March de George Clooney, The Help de Tate Taylor, Moneyball de Bennett Miller y la mencionada Hugo.
Ninguna de estas obras tuvo realmente reseñas unánimes o se colocó decididamente en el gusto del público. Son grandes películas todas, es cierto, pero ninguna representa lo mejor del 2011. Si algo deben enaltecer los premios, son las tendencias y el contexto actual.
Es por ello que películas más discretas en cuanto a producción y nombres capturaron a la crítica y se ganaron espacio a través de festivales alrededor del mundo. Obras como 50/50, The Artist y Shame fueron celebradas por sus grandes actuaciones, extraordinarios guiones e innovación a nivel de lenguaje. Sin embargo, eso no siempre basta para ser reconocido por los premios más populares.
Los intereses siempre estarán sobre la calidad.
Qué esperar de 2012
2011 fue un año de altibajos a nivel de cine. En México, nuestra industria cinematográfica no termina por consolidarse. Salvo por éxitos rotundos como Miss Bala o el popular documental Presunto Culpable, nuestro país sigue rezagado en cuanto a términos de calidad y distribución.
Si bien se agradecen esfuerzos reales como Los Inadaptados, no sólo en forma sino en concepción, se siguen privilegiando guiones y producciones de baja calidad pero de alto impacto. Si se busca privilegiar la retribución en forma de boletos vendidos, se perderá visión de lo que se busca con los estímulos al séptimo arte.
El caso en Estados Unidos es comparable pero no similar. Mientras que las películas más anticipadas del año sean remakes, adaptaciones de obras para el público de Twilight y más películas de súper héroes, el espectador se acostumbrará a lo mismo. Esto no importaría si el cine de Hollywood no influyera en el nuestro pero lo hace. Y mucho.
Lo cierto es que el cine se encuentra en una etapa de evolución. La constante pelea entre lo que buscan los estudios y la libertad creativa del cine independiente, resulta en una diversidad importante. Como siempre sucede, películas de las que no esperamos muchos serán la sorpresa del año y renovarán nuestro gusto por el séptimo arte.
En el caso de México, al parecer nos encontramos en una búsqueda de identidad. Por un lado, buscamos estar a la vanguardia de los nuevos avances a nivel tecnológico y por otro, seguimos esperando buenas producciones que surjan a partir de grandes guiones, no de altos presupuestos o estrellas consolidadas.
El 2012 es sin duda un año importante para quitarnos el mal sabor de boca que nos dejó 2011. Es por ello que productoras y espectadores deben saber qué esperar de una producción y exigir más de una obra por la que pagan. La segura mutación del cine al nuevo medio que significa su unión con la televisión e internet, debe volvernos más conscientes de lo que consumimos. La apertura del cine ha provocado una especia de revelación en cuanto a la calidad de los contenidos. Volvámonos más exigentes, no más conformistas.