El caso de la Generación Y

May 24 • Artículos • 4402 Views • Comments Off on El caso de la Generación Y

Salvador Medina

salvador@elhablador.com.mx

En el más reciente número de la revista Time se publicó un artículo del escritor Joel Stein sobre los Millennials  o Generación Y, como se conocen en español. El texto, titulado “The Me Me Me Generación” (La Generación Yo Yo Yo), levantó polémica en diversos medios por el retrato superficial y narcisista que pinta de este nuevo grupo. Pero no está lejos de la realidad.

¿Quién es la Generación Y? Los autores William Strauss y Neil Howe señalan que los nacidos entre 1980 y 2000 pertenecen a los Millennials. Los describen como jóvenes que crecieron bajo la sombra del 11 de septiembre y rodeados del boom de los nuevos medios. La primera ola se encuentra al principio de sus carreras, en medio de una economía global en lenta recuperación y alto desempleo.

Fuera de su contexto, la Generación Y tiene un culto abierto a la nueva tecnología, a la fama y lo superfluo. Señala Joel Stein que el Trastorno narcisista de la personalidad es tres veces mayor entre jóvenes en sus 20 que en adultos mayores de 65; en Estados Unidos, un estudio probó que tres veces más estudiantes de preparatoria preferirían ser asistentes personales de una celebridad que Senador.

Lo grave del caso es que aunque muchas de las cifras refieren a los Estados Unidos, la homogenización cultural, como dice el sociólogo Manuel Castells, ha provocado que las tendencias se extiendan a nivel global. China, un país que parecería estar alejado de este fenómeno, lo ha visto acentuado con las políticas que obligaban a familias a solamente tener un hijo.

Joris_LouwesLa Generación Y usa las nuevas tecnologías hasta el cansancio. Escriben y reciben un promedio de 88 mensajes de texto al día; el setenta por ciento de ellos revisa su celular cada hora. Esto, dice Stein, está relacionado directamente con una caída dramática en la creatividad. “Desde 1966, el año en que comenzó a aplicarse el Examen de Pensamiento Creativo, hasta mediados de los 80’, los resultados iban en aumento. De pronto se detuvieron y cayeron abruptamente en 1998”.

Pero no es sólo eso. Existe una falsa percepción de los problemas que los aquejan. Como muestra la serie de televisión Girls de HBO, donde los personajes están confundidos, lidian constantemente con ellos mismos pero no ofrecen una verdadera perspectiva sobre sus vidas.

No por nada Will McAvoy, el personaje ficticio de la serie The Newsroom, señala a una joven por ser miembro de la “Peor Generación de la Historia”. Siendo parte yo mismo de la Generación Y, entiendo las críticas y no las veo injustificadas. Los nuevos medios han traído nuevos conceptos de lo que es ser activista social, de cómo se gestan los movimientos sociales y lo que significa participar en una sociedad democrática.

Para muchos, su nivel de involucramiento no supera los 140 caracteres. Nos hemos vuelto un grupo que dedica a señalar y entorpecer, más que en construir. Los jóvenes que se pararon frente a Televisa para pedir ‘Más libros, menos telenovelas’, debían estar en la Secretaría de Educación Pública con un plan concreto, no con frases al aire.

A principios de 2012, critiqué la apatía de los jóvenes mexicanos. Pocas semanas después, se levantó un movimiento que sacudió la escena política pero que, por su concepción, parecía morir un día después de las elecciones. Además, el hecho de que su principal objetivo haya fracasado, puede hablar de una derrota.

Sin embargo, pueden haber grandes lecciones de ello: la primera y la más importante, es que los jóvenes están dispuestos a hacer algo. Lo segundo, es que han probado ser más abiertos en cuanto a temas de inclusión y derechos sociales.

Además, la Generación Y ha sabido utilizar los nuevos medios a la perfección. “La revolución informática ha dado más poder a los individuos al darles la tecnología para competir con grandes organizaciones”. De ahí nace su importancia: de tener herramientas en las manos para cambiar sus circunstancias.

Ahora, es momento de dejar de mirarse en el espejo y salir a la calle, que muchas cosas dependen de ello.

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