El 2013 en perspectiva, Parte 1
Salvador Medina @ayudamemalverde
El fin de 2013 invita reflexiones. Diciembre siempre es un buen pretexto para reflexionar sobre los personajes, acontecimientos y fenómenos más importantes y que seguramente trascenderán cuando se recuerda cada año. En una época donde la tecnología representa un enlace inmediato entre puntos extremos del mundo, la información llega en tiempo real a nosotros. El impacto, pues, trasciende el espacio inmediato.
Hace tiempo dejamos de ser sociedades aisladas. Los movimientos sociales de 2012 alrededor del mundo probaron que las nuevas tecnologías nos permiten existir en un mismo sistema, pese a la obvia distancia. Siria, Egipto, ya no son islas donde las minorías sufren en silencio. Hoy las comunidades se organizan por causas, no por lugares geográficos.
Sin duda, la educación fue un factor de definición en el año que termina. Campus (nuestra publicación hermana) dedicó infinidad de debates, artículos y reportajes a la Reforma Educativa propuesta por el gobierno de Enrique Peña Nieto y cuyo impacto será significativo en el panorama del país.
Claro está, hay personajes en todo el mundo que fueron ejemplo para los gobiernos, instituciones y, sobre todo, para las nuevas generaciones. Sus voces en México quizás no llegaron tan claras por el clima político y social que dominó los medios. No por ello, su mensaje se perdió del todo.
He aquí un humilde repaso de historias que vale la pena recordar.
Malala Yousafzai: los ideales ante todo
En octubre de 2012, Malala Yousafzai de 16 años, fue atacada por talibanes en Pakistán por defender el derecho de las mujeres a recibir educación en su país en un blog patrocinado la BBC. La bala, que entró debajo de su ojo izquierdo, destrozó los huesos de su cara, rozando su cerebro.
Su recuperación tardó meses y tras una larga recuperación en distintos hospitales de Reino Unido, Yousafzai todavía debe lidiar con daños neurológicos. Claro que el daño ya estaba hecho. Contra los talibanes. Quien creía que la violencia detendría a la joven paquistaní y se atrevería a atentar contra sus propios ideales, no sabía que su historia apenas comenzaba.
En su discurso a la ONU el pasado 12 de julio, el día que cumplió dieciséis años, se le notaban más las secuelas que ahora: la rehabilitación hace su efecto. Sigue siendo una chica guapa y sólo queda una ligera sombra de desequilibrio en su cara, escribe Rosa Montero en El País.
Vistiendo un sari que perteneció a Benazir Bhutto, la joven paquistaní habló firme: “el día de Malala no es mi día, sino el de todas las mujeres y niños que han levantado su voz por sus derechos. Yo soy una de ellas. Hablo por aquellos cuyas voces no pueden ser oídas, por los que han luchado por sus derechos de vivir en paz, su derecho a la igualdad de oportunidades y su derecho ser educados”.
Además, la lucha de Yousafzai trascendió la educación y se volvió un llamado para poner a debate la pobreza, la salud y los más básicos derechos humanos. Ha motivado a la ONU a plantear metas educativas globales y, a través del Fondo Malala, ha proveído a jóvenes mujeres para recibir la oportunidad de educarse.
Con reconocimientos internacionales, así como el respaldo de diversas instituciones, Malala fue recipiente del Premio Sájarov, otorgado por el Parlamento Europeo a personas u organizaciones que han dedicado sus vidas o acciones a la defensa de los derechos humanos y las libertades. El premio toma relevancia con la muerte de Nelson Mandela, la primera persona merecedora del reconocimiento hace 25 años.
Por todo ello, Malala sigue siendo un objetivo según los talibanes. Shahidullah Shahid, representante del grupo talibán Tehreek, dijo recientemente que continuarán atacándola cuando tengan la oportunidad, según AFP.
En 2014, Malala recibirá el Premio Internacional por la Igualdad y la No Discriminación por parte de la Conapred. Su presencia en México sería excepcional para que su historia llegue más fuerte a nuestros oídos. Y es que su mensaje es claro pero determinante: “un niño, un profesor, un lápiz y un libro pueden cambiar el mundo”.
Edward Snowden
2013 fue el año en que Barack Obama dejó de ser una promesa y se volvió un testamento de todo lo erróneo que representan las sociedad avanzadas: la paranoia del terrorismo, las violaciones a Derechos Humanos, la imposición de regímenes. Cuando salió a la luz de todos que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) tenía programas de espionaje que monitoreaban las actividades de sus ciudadanos, a muy pocos, sorprendentemente, les pareció un atentado contra las libertades individuales.
Sin embargo, algunos pocos héroes anónimos arriesgaron todo por lo que creían correcto. El analista Edward Snowden es el mejor ejemplo de ello. Tras revelar los programas de vigilancia en internet, así como de intercepción de datos en Estados Unidos y Europa, Snowden tuvo que huir a Rusia.
Daniel Ellsberg, el hombre que estuvo detrás de la salida pública de los famosos Pentagon Papers, que revelaron la toma de decisiones durante la guerra de Vietnam, señaló que las revelaciones sobre los programas PRISM, XKeyscore y Tempora, es la filtración más importante en la historia de Estados Unidos.
El 12 de julio, frente a representantes de organizaciones de derechos humanos, Snowden declaró creer en el principio declarado en Nuremberg en 1945: “los individuos tienen deberes internacionales que trascienden las obligaciones nacionales de comportamiento. Por ellos, los ciudadanos tienen la tarea de violar las leyes domésticas para prevenir crímenes contra la paz y la humanidad”.
No es casualidad que Snowden haya sido votado como el personaje de 2013 por el periódico The Guardian, así como finalista del mismo reconocimiento en la revista Time.
Además, oficiales de la NSA está considerando otorgar amnistía para que Snowden regrese a Estados Unidos, a cambio de documentos que el analista tomó de la agencia. Si regresa Snowden o no, el daño está hecho. Sus acciones probaron que existen todavía individuos capaces de sufrir el exilio y la persecución con el fin de defender principios básicos en la sociedad del siglo XXI.
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