Edward Snowden y el debate por la privacidad
Salvador Medina
salvador@elhablador.com.mx
A casi dos años del escándalo que significó la filtración del analista Edward Snowden de miles de documentos secretos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, poco o ningún rastro existe en la sociedad civil sobre el impacto que esto significó.
Desde que diversos diarios publicaron que la vigilancia gubernamental a ciudadanos ordinarios y mandatarios extranjeros se daba sin el menor reparo, se abrió una Caja de Pandora que destapó los monstruos sobre el espionaje cibernético e informático realizado por gobiernos del mundo.
Pero el debate está estancado. En primer lugar, porque las leyes no son claras respecto a lo que las instituciones pueden o no hacer. Y además, porque el ciudadano ordinario no está familiarizado con el lenguaje necesario para interpretarlas.
De ahí que cuando los gobiernos están por aprobar iniciativas como SOPA o PIPA que permiten a compañías privadas controlar el tráfico de Internet, algunos expertos deben promover entre la sociedad civil la necesidad por detenerlas al ser elementos obvios de censura y monitoreo. Pero todo esto ha aumentado desde WikiLeaks entró a escena.
En este espacio, hemos hablado en repetidas ocasiones no sólo sobre el daño colateral que ha significado dicha filtración para periodistas, sino también sobre el yugo que han ejercido gobiernos como el de Estados Unidos para presionar a quienes laboran en el gremio. En El periodismo no es terrorismo hablamos sobre el caso de la detención injustificada en Londres de David Miranda, el compañero sentimental del periodista Glenn Greenwald, quien estuvo detrás de la publicación de los documentos clasificados de Snowden. En julio de 2013, el periodista Abdulelah Haider Shaye fue liberado pese haber sido exonerado en 2011 por el presidente yemení. Su aprehensión fue extendida por una llamada de Barack Obama.
Así, son sonados los casos de periodistas que han sido presionados o encarcelados por el gobierno de Estados Unidos. Y es que las filtraciones de Snowden han sido un tema de debate. Héroe o Traidor.
John Oliver y el debate público
El comediante y periodista John Oliver, uno de los más destacados en graduarse de The Daily Show con Jon Stewart, hizo un llamado a sus televidentes durante su programa para exigir algo a la Comisión Federal de Comunicaciones (Federal Communications Commission). En Last Week Tonight, Oliver pidió a quienes estuvieran interesados en mantener la neutralidad en internet, visitar el sitio que la FCC estableció para recibir retroalimentación sobre el tema y hacerlo notar. Esto sucedió un domingo por la noche. La mañana del lunes, el sitio se había caído por el tráfico.
Recientemente, Jon Stewart habló en su show sobre el obsoleto programa para veteranos en Estados Unidos. El pasado 23 de marzo, Stewart expuso la iniciativa Choice Program, un programa que el Departamento de Asuntos para Veteranos puso en circulación cuando fue reportado que sus beneficiarios morían esperando citas para recibir atención médica.
Pero uno de los grandes obstáculos para los veteranos tenía que ver con la distancia con los centros de atención. Según la legislación, el beneficiario debe vivir a 40 millas del hospital de veteranos. Y esto se calculaba según el término “as-the-crow-flies” (como el cuervo vuela). O sea, en línea recta. Lo cuál impedía a miles de veteranos acceder a los programas por este punto determinante.
Stewart se mofó de este punto “porque es la forma menos determinante de juzgar qué tan difícil es llegar a un lugar para seres que no son cuervos”. Seis horas después de que el programa saliera al aire, el Departamento de Asuntos para Veteranos cambió esta regla.
Una y otra vez los programas de comedia que reportan noticias (llámense The Daily Show, The Colbert Report, Last Week Tonight) han tenido impactos verdaderos en políticas públicas y en la conciencia social sobre diversos temas. Según el Centro de Políticas Públicas de la Universidad de Pensilvania, Stephen Colbert realizó un mejor trabajo de exponer al público sobre cómo se realizan los financiamientos de las campañas políticas que cualquier otro programa de noticias.
Además, diversas encuestas han mostrado que Jon Stewart es quizás el comunicador más confiable en los medios. El legado de estos programas ha sido el establecer una línea de comunicación clara con el espectador, exponiendo las hipocresías de los medios para reportar las noticias.
Por ello, cuando el domingo pasado Twitter comenzó a hacer ruido previo al programa de John Oliver, muchos comenzaron a poner atención. La cuenta oficial de Last Week Tonight mencionó horas antes que se trataba de un episodio especial. Se unió en eco The Huffington Post. Y el programa no decepcionó.
John Oliver comenzó hablando sobre el espionaje gubernamental y el legado que dejó Edward Snowden. En específico, Oliver utilizó como tema central la cercana fecha del primero de junio, cuando debe reautorizarse o rechazarse el Patriot Act, la controversial legislación autorizada tras los ataques del 11 de septiembre que permite al gobierno realizar acciones de espionaje para contrarrestar actos terroristas.
Oliver se enfocó principalmente en la sección 215, que obliga a empresas a entregar cualquier documento que el gobierno pueda considerar de interés. Se trata, como dijo el comediante, de un “cheque en blanco”. Además, el conductor ridiculizó el nivel de debate sobre el tema en los medios al mostrar que durante un enlace con una congresista para hablar sobre el tema, la cadena MSNBC decidió interrumpir la comunicación para transmitir en vivo el juicio de Justin Bieber en Florida por manejar en estado de ebriedad.
Así, Oliver se lanzó a Rusia para hablar con la persona más autorizada para hablar sobre el tema y logró entrevistar a Edward Snowden “el más reciente héroe y/o traidor en la historia reciente de Estados Unidos”.
Snowden expuso que decidió exponer los documentos porque la Agencia de Seguridad Nacional tiene capacidades innumerables para espiar a sus propios ciudadanos y utilizan ese poder para controlar a la sociedad civil. Pero Oliver hizo notar algo determinante: a la gente no le importa el nivel de espionaje si no se logra conectar la labor realizada por la NSA con su vida cotidiana. Y ahí es donde Oliver dio en el blanco: hizo que Snowden explicara qué pasa con las fotos eróticas que las personas se toman comúnmente y que han sido ya causa de diversos debates y escándalos.
No solamente Snowden y Oliver lograron hablar sobre la importancia del espionaje cibernético y el impacto diario que tiene sobre las personas sino que el conductor británico logró que el controversial analista aceptara que los errores que se dieron por parte de periódicos al publicar información que resultó perjudicial para espiar a células terroristas en el extranjero, fueron parcialmente su culpa.
Se trató sin duda de un ejercicio periodístico sin precedentes y reabrió el diálogo sobre los alcances de los gobiernos y sus responsabilidades. Éste es quizás el ejemplo más grande de lo que puede lograr un programa de “noticias” cuando se busca educar y crear conciencia en una sociedad rodeada de información basura y confusa que debe enfocar sus esfuerzos en saber cuáles son los temas que le conciernen y le representan una amenaza.
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