Drácula: Mar de sangre – Reseña
Salvador Medina
Ah, Drácula. Uno de los villanos más notables de la literatura occidental, producto de una pesadilla de Bram Stoker que, siglos después, continúa siendo sujeto de incontables obras de arte. Parece que poco más se puede hacer o decir sobre un personaje de tal estatura pero André Øvredal tenía otra cosa que decir.
El director de Troll Hunter, uno de los clásicos de culto de la década pasada, se dio a la tarea de traer a la vida uno de los capítulos finales de la icónica novela de Stoker. Escrita por Bragi F. Schut y Zak Olkewicz, The Last Voyage of the Demeter (Drácula: Mar de Sangre) cuenta un peculiar fragmento de la historia que encaja perfecto para la pantalla grande.
Un grupo de marineros se prepara para viajar de Rumania a Inglaterra en el Demeter, un sólido y reconocido barco que tiene a cargo el capitán Eliot (Liam Cunningham). Nadie saber que Eliot planea que se trate de su último traslado para dejar su lugar a Wojchek (David Dastmalchian), un malencarado y duro segundo de abordo pero que lleva tiempo aprendiendo de él. Eliot desea retirarse en Irlanda y cuidar a su nieto Toby (Woody Norman), que suele acompañarlo en la embarcación junto a su perro Huck.
La tarde en que van a partir, uno de los marineros se arrepiente: descubre un símbolo que, para él, se trata de un mal augurio. Un dragón enmarcado en parte de la carga. Es entonces que Clemens (Corey Hawkins), un doctor y astrónomo, literalmente salva la vida de Toby cuando el marinero suelta la caja y está por caer sobre Toby. Con ello, Clemens se gana un lugar en el barco. Y con la carga arriba, parten rumbo a su destino.
No tardan en darse cuenta que hay algo oscuro oculto en el barco que amenaza su viaje y su bono. Pronto, los tripulantes se encuentran en una guerra psicológica y mortal contra un enemigo que se parece más a un demonio y que encuentran en Anna (Aisling Franciosi), una polizonte que venía como parte de la carga, otro misterio que resolver.
Con una particular destreza y en un ambiente contenido, lleno de oscuridad y laberíntico, Øvredal nos entrega una de las mejores películas de Drácula en muchos años. Se trata de un relato sangriento, lleno de brutalidad y empatía, con un personaje principal ávido por usar la lógica para resolver un hito ancestral.
Drácula: Mar de Sangre ofrece todo lo que se espera de una película de terror y luego un poco más. Es cierto que hay momentos de la trama que parecen innecesarios e ilógicos pero nada de ello estorba para llegar a los momentos que todo espectador espera.
Ayuda enormemente que estamos en manos de un villano bien diseñado en todos los sentidos. Vemos a Drácula poco en pantalla pero, los momentos en que aparece, son de absoluta tensión y terror. Øvredal entrega sustos bien pensados y tensión absoluta de principio a fin.
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