‘Desobediencia’ – Reseña
Salvador Medina @ayudamemalverde
En la escena inicial de Desobediencia (Disobedience), el Rav (término hebreo para Rabino) frente a su congregación, predica sobre la creación de Dios. Dovit (Alessandro Nivola), su más cercano aprendiz, escucha atentamente junto a él. El Rav recuerda que Dios hizo a tres tipos de criaturas: los ángeles, las bestias y el Hombre. Los ángeles están sujetos a la voluntad de su creador, al igual que las bestias. Pero el hombre y la mujer son libres de elegir. Es en ese momento, que el Rav se desploma.
Inmediatamente, Ronit (llamada Ronnie en su ambiente neoyorquino) recibe una llamada y habrá de regresar a Inglaterra a mostrar sus respetos a su difunto padre. Ronit (Rachel Weisz) regresa al complejo entorno de la comunidad judía que la vio crecer y a la que dio la espalda. Se percibe desde un principio como una extraña, ajena a la vida cotidiana que ahí existe.
Cuando llega a su casa, es recibida por Dovit, quien es considerado por todos como el hijo espiritual del Rav y heredero de su oficio. Dovit se ve sorprendido por la llegada de Ronit, pese a que se trata del familiar más cercano de su mentor. La familiariad entre ambos es notoria, pese a la frialdad con la que aparenta recibirla.
Es así que Ronit comienza a integrarse al funeral de su padre, saludando a sus familiares y conocidos, quienes se muestran renuentes a su regreso. Ronit encuentra en Dovit un resquicio de la amistad que los unió y cuando le pregunta si se casó en estos años de separación, se sorprende al enterarse que su esposa es Esti (Rachel McAdams).
Pronto entendemos que los tres crecieron juntos, como mejores amigos y cómplices. Y que entre ellas hubo más que una simple amistad, y quizás la razón por la que Ronit dejó atrás a su comunidad.
Además del shock que significa la muerte de su padre y el leer en el periódico local que el respetado Rav murió sin tener hijos, y lo que eso significa para ella, Ronit debe integrarse a esta nueva realidad de ver a Dovit y Esti juntos como pareja. Ella se prometió regresar a Nueva York después del panegírico que habrán de ofrecer a su padre y que presidirá el propio Dovit, quien ha sido encargado de sucederlo en la posición que tenía.
Esti, por su parte, es solemne, cautelosa en su andar. Hace todo de manera calculada, mecánica. Y es porque está reprimiendo sus instintos. Ronit parece no reconocerla, amaestrada por su rutina, la mundana vida de pareja, su trabajo como maestra y la religión y comunidad que la acogen. Pese a ello, presiente en su vieja amante la chispa de lo que solía existir entre ambas. Y es en un momento de debilidad, que ambas ceden al deseo y se dejan poseer por él.
Sebastián Lelio, fresco de su Óscar por Una Mujer Fantástica, ofrece una dirección sutil y elegante a la relación entre Ronit y Esti, así como el contraste con lo que está viviendo Dovit. Con una fotografía prácticamente sin iluminación, en el contexto sombrío de Inglaterra, Lelio retrata la psique de estos personajes atrapados en un triángulo de represión y libertad.
Lelio maneja el lenguaje cinematográfico a la perfección, en un retrato realista que comienza de manera delicada y termina por explotar cuando la búsqueda de libertad se interpone. Co escrita por Lelio y Rebecca Lenkiewicz y basada en el libro de Naomi Alderman, Desobediencia es impecable de principio a fin, sin recalar en los clichés, usando siempre a los protagonistas para llevar la acción, cada uno desde su perspectiva personal.
Además, se trata de un tête-à-tête entre McAdams y Weisz, dos actrices vastamente subestimadas pero que aquí alzan la mano para la próxima época de premios. Nivola es una gratísima revelación de igual manera.
Es poderosa cuando debe serlo, erótica, psicológica y finalmente, profundamente humana, haciendo equilibrio entre el ser y el deber ser y la lucha que ello conlleva.
Para el Rav, Dios le dio a sus hijos la posibilidad de elegir su camino. Se trata de una historia redonda en todos los sentidos, cohesiva, poderosa y reflexiva. Un logro magistral.