‘Chicos Buenos’ – Reseña

Oct 8 • Spoiler Alert • 1613 Views • Comments Off on ‘Chicos Buenos’ – Reseña

Salvador Medina

En la época de lo políticamente correcto, es difícil hacer una comedia que juegue en la línea de lo atrevido y original y que al mismo tiempo entretenga. Es justo ese balance lo que provocó que Todd Phillips, director de Joker pero conocido más por sus logros en ese género, a decir que es difícil producir ese tipo de resultados en la cultura actual. Y que por ello estaba “fuera”.

Pero no se trata de simplemente reprimir instintos. Esos siempre estarán ahí. Se trata, en esencia, de adaptarse a los tiempos. Algunos lo harán legítimamente, otros por subirse a la tendencia, y otros más, con justificada razón, se negarán. Está en cada artista ver este momento como uno de reflexión o introspección. En ese contexto, Chicos Buenos (Good Guys), coescrita por Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky, logra exactamente eso: hacer reír sin tapujos pero jugando dentro de las reglas.

En la vena de Superbad, también producida por Seth Rogen y Evan Goldberg, Chicos Buenos sigue a un grupo de amigos dispuestos a todo para llegar a una fiesta que habrá de cambiarles la vida. O eso pienso. Sólo que ahora, en lugar de tratarse de adolescentes en su último día de preparatoria, aquí se trata de tres amigos en sexto de primaria.

Max (Jacob Tremblay), Lucas (Keith L. Williams) y Thor (Brady Noon), autonombrados los “bean bag boys”, hacen asbolutamente todo juntos. Pero están en un punto en que sus intereses parecen estar llevándolos a lugares distintos. Max siente ya atracción por las chicas, en particular por Brixlee; Lucas es un obsesivo de los juegos de fantasía y las reglas; y Thor, ha querido ocultar su amor por el canto, pese a que lo ama desde pequeño.

Pero cuando Max logra que los inviten a una fiesta de besos donde estará presente Brixlee, todo cambia. Sus amigos dejan de lado sus problemas para apoyar a Max, incluso cuando todo comienza a irse al diablo. En particular cuando, al intentar descubrir cómo besar, tiran el dron de su padre al jardín vecino, donde unas adolescentes se rehúsan a regresarlo.

Ellos, molestos y alterados, roban la bolsa de una de ellas, que contiene las drogas que quieren consumir en un concierto al día siguiente. Así, todo se sale de control y los “bean bag boys” habrán de llevar todo hasta las últimas consecuencias.

Si bien Chicos Buenos es en muchos sentidos una calca de Superbad, Stupnitsky logra insertarle personalidad propia, al mismo tiempo que usa a los chicos para navegar todo eso que hoy se considera sano en las relaciones amorosas.

Es, en primer lugar, un retrato hilarante aunque exagerado de los retos que enfrentan las amistades cuando crecemos. Pero además, se convierte en una especie de guía de comportamiento para una nueva generación. Los tres amigos se cuestionan cómo interactuar con el sexo opuesto, y descubren que cada uno está creciendo a un ritmo distinto. Y que eso está bien.

Se trata de una película que moraliza sin intentarlo, al enfrentar a los protagonistas a situaciones en que adultos actuarían de manera distinto con el fin de lograr su objetivo. Aquí, ser chicos que están construyendo su mentalidad y personalidad, se detienen a analizar sus acciones, siempre pensando en cómo conseguir lo que quieren pero sin dañar a nadie.

Y Stupnitsky logra concretar un genial balance entre lo emocional y la acción, poniendo a los chicos a cuestionar su amistad mientras están intentando conseguir drogas en una fraternidad, por ejemplo. Y al llevar todo a su máxima potencial, Chicos Buenos se atreve a ser una comedia valiente.

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