Bros – Reseña
Salvador Medina
Para quienes conocemos a Billy Eicher desde Billy on The Street, quienes lo reconocen por Parks and Recreation, o para los que no tienen la más remota idea de que se trata de un nuevo ícono para la comunidad LGBTQ+, no hay mejor carta de presentación que Bros, su nueva película con Nicholas Stoller.
Eichner, consciente o inconscientemente, ha abierto puertas para una nueva generación. Con Bros, el éxito no es que se trata de la primera película con talento delante y detrás de cámaras abiertamente gay, o que tenga un estreno comercial a la par de películas con un público más amplio. El logro de la película es que abre las puertas, sin tapujos, sin prejuicios y sin maquillaje, a un mundo que los estudios y otras películas comerciales han evitado para no incomodar a la audiencia. Pero, hay que decirlo, es hora de sentirse incómodo, gente.
En Bros, que Eichner coescribe y protagoniza, lo conocemos como Bobby, una figura prominente en la comunidad, conductor de un exitoso podcast, director del primer museo LGBTQ. Y aunque su vida profesional es perfecta, es un hombre homosexual de 40 años sin pareja y sin la intención de tener una. Entra aquí Aaron (Luke Mcfarlane), el opuesto de Bobby: un bimbo abogado que manda gifs de Steve Carell en The Office. Ambos tienen la costumbre de no encariñarse o tener pareja. Lo cuál se trata de la receta perfecta para una comedia romántica. En un ambiente no visto en el cine comercial.
Esta unión de opuestos crea escenarios hilarantes, absurdos e incómodos que deben sentirse incómodos en particular para quienes no pertenecemos a esa comunidad.
Bros es genial por mil cosas. Es consciente de su papel, de lo que está en juego y lo manda al carajo por hacernos reír. Nos explica con claridad la naturaleza de las relaciones gay, las enormes diferencias entre parejas gays y heterosexuales, sus dinámicas románticas, sus dinámicas de amistad.
Mientras Bobby es un hombre enojado, abierto y orgulloso de su sexualidad, Aaron es más un tipo hombre relajado, que aceptó quién es tarde en su vida y que, por su pasado, todavía lucha con ello.
En un momento Bobby explica la complicación entre gays: al final son hombres y los hombres son idiotas. Así lo exhiben las conversaciones de texto que suelen preceder sus encuentros. Pero eso es lo que hace de Bros una película hilarante, que encuentra su corazón en la honestidad, sin querer educar pero haciéndolo orgánicamente.
Bros juega con los clichés del género y lo dicen bien: estamos hartos de que todas las películas sobre homosexuales sean tragedias interpretadas por hombres heterosexuales. La película de Stroller echa todo al caño y se lanza al vacío. Y el resultado es extraordinario.
Eichner y Mcfarlane hacen una pareja fenomenal. Logran generar una empatía genial con el público, ya sea para uno acostumbrado a ello a otro que entre a la sala sin saber lo que va a presenciar. Es hora de sentirse incómodo. Vale la pena por disfrutar Bros.
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