‘Bayoneta’ – Reseña
Salvador Medina
Siempre será agradable ver a actores de cierto nivel salir de su zona de confort y hacer papeles que los exigen al máximo. Luis Gerardo Méndez es quizás el actor más destacado de su generación y, debido a la demanda de contenidos mexicanos de cierto perfil, nos hemos acostumbrado más a verlo como un junior o privilegiado de clase alta. Y si bien se ha destacado por ese tipo de personajes, su categoría como actor nos deja esperando que ese talento salga a relucir en papeles más centrales y exigentes.
Bayoneta, dirigida por Kyzza Terrazas, nos expone a un Luis Gerardo Méndez en lo mejor de su juego, interpretando a Miguel “Bayoneta” Galíndez, un autoexiliado boxeador cuya última pelea lo continúa acechando y su culpa lo ha llevado a las frías tierras de Finlandia.
En el puerto de Turku, Mikey trabaja de la mano de su entrenador Denis (Brontis Jodorowsky), sirviendo como asistente con otros boxeadores locales. Remu (Joonas Saartamo), tiene una pelea pronto con un viejo conocido de Mike y de ahí que su labor sea todavía más importante. Pero el nativo de Tijuana continúa atormentado por sus acciones y durante su tiempo libre, se dedica a tomar y hacer llamadas a su hija y esposa, a quienes dejó atrás y no ve desde hace años.
Mikey tiene pocas motivaciones para seguir adelante, pero una nueva relación con Sarita (Laura Birn), una bartender de Turku, y un repentino contacto de su hija, lo obligan a encontrar un medio de sustento. Es así que busca regresar a lo único que sabe hacer: subir al cuadrilátero.
Jyrki (Ilkka Koivula), dueño del gimnasio donde labora Mikey y promotor local, logra generar ciertas expectativas sobre el regreso del pugilista mexicano y consigue una pelea para él. Pero primero, Mikey debe dejar atrás la tragedia ocurrida sobre el ring y encontrar de nuevo su camino.
Luis Gerardo Méndez tenía una considerable labor como actor para sostener una película de este tramado emocional. Además de ser el foco central de la trama y aparecer en literalmente todas las escenas de Bayoneta, la transformación física y el peso emocional significan sin duda uno de los mayores retos de su carrera, y sin duda sale con la cabeza en alto.
El actor al que se le refiere como Javi Noble, muestra que es mucho más que esos papeles que lo han insertado como parte de la cultura popular mexicana. Méndez muestra su rango como histrión y su compromiso al oficio. Bajo la dirección del experimentado Kyzza Terrazas, la transformación es total.
Mimetizado con un paisaje estéril en la gélida Finlandia, Méndez se presenta como el actor que esperamos que sea y soporta toda la acción a su alrededor. La fotografía de Guillermo Garza es naturalista y mínima, inspirada en los paisajes locales. Y cuando la acción sucede sobre el cuadrilátero, es profundamente estética y logra colocarnos en los hombros de quienes luchan, literalmente, por sus vidas.
Y aunque la narrativa de Bayoneta pierde cierta fuerza en el tercer acto, Méndez es capaz de mantenernos interesados en el resultado final. Terrazas no reinventa el género pugilístico, pero sí construye un mundo coherente y visualmente irresistible. Se trata de una anomalía en el cine mexicano: Bayoneta no es cine de autor, pero sí es el producto de un cineasta interesado en contar historias desde un punto de vista más realista y visceral, que se siente como un golpe seco en el estómago del espectador.
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