Anora – Reseña
Todo lo que se ha dicho de Mikey Madison sobre su papel titular en Anora, la obra de Sean Baker ganadora de la Palma de Oro en Cannes, es absolutamente meritorio. Su interpretación como Anora (aunque prefiere Ani) es hipnótica, sincera, vulnerable. Baker sustenta todo el arco narrativo de Anora en la capacidad de Madison y la saca del parque.
Con su estilo pop que se traduce casi en un video musical, Baker nos presenta a Ani saltando de cliente en cliente, con su carisma a flor de piel, en un table dance de Brighton Beach, Nueva York.
Su jefe le comenta que su presencia es requerida con un cliente VIP porque es la única que sabe hablar ruso. Es así que conoce a Ivan (Mark Eydelshteyn), su cliente por esa noche. Pero la química se traduce en una visita a su mansión donde hay intercambio de dinero y servicios de compañía. El precoz Ivan hace todo rápido, sin responsabilidad alguna, viviendo de la riqueza de, asumimos, su mafioso padre.
La relación entre Ivan y Anora es transaccional. Ella recibe dinero por su tiempo y compañía. Incluso la convence de tomarse una semana para viajar con sus amigos a Las Vegas y disfrutar tiempo libre de su tiempo libre. En ese viaje, algo cambia. Hay algo de cercanía que trasciende la naturaleza sexual y superficial de su relación.
En un impulso, como suele hacer todo Ivan, le comenta que si se casara con ella, no tendría que irse y podría quedarse el tiempo que quisiera. Ambos se lanzan a una capilla de Las Vegas y consuman su matrimonio. Lo que sigue es absoluto e hilarante caos.
La noticia llega a oídos de la poderosa familia de Ivan y Ani se ve en medio del drama. O de la comedia. Se trata de un giro dramático que lanza al diablo todo lo que ha ocurrido entre ambos y pondrá a todos en acción.
Como pocas veces en la filmografía de Sean Baker, el humor toma riendas de la historia y Madison está a la altura de lo que está en juego, con un ritmo vertiginoso y audaz que explora Coney Island y otros paisajes de Nueva York.
Madison es sublime, mostrándonos vulnerabilidad, coraje, ternura, llevando todo a un clímax agridulce que nos muestra exactamente qué yace en el corazón de Ani.
Baker nos entrega una obvia para nuestros tiempos, audaz pero en ocasiones superficial, que se interesa más en el viaje que en el destino. Pese a ello, Anora entrega un producto reflexivo y entretenido que dejará a más de uno sin aliento.