Alza y caida del cine: pensamientos sobre los nuevos medios

Jan 31 • Artículos • 3138 Views • Comments Off on Alza y caida del cine: pensamientos sobre los nuevos medios

Mientras que la televisión ha logrado evolucionar como un medio serio en el que los contenidos son libres, profundos y desafiantes, el cine parece retroceder. Aunque existen cineastas dispuestos a entregar productos de alta calidad, los jefes de los grandes estudios de Hollywood están poniendo su dinero en un viejo aliado: el 3D.

Salvador Medina Armienta

salvador@elhablador.com.mx

Martin Scorsese es para muchos uno de los mejores directores de cine de la historia. No sólo considerado así para la crítica estadounidense, sino para el medio global. Su currículum es vasto y su técnica, impecable. Hace tiempo, tras el éxito de Avatar del director James Cameron, Hollywood se hizo una pregunta trascendental: ¿Es el 3D el futuro del cine?

Muchos han sido cautelosos al responder esta pregunta, principalmente porque la crisis económica de 2009 le enseñó a todos que medios como el cine, también están expuestos a la cambiante economía mundial.

En un principio, el 3D se consideró un recurso exclusivo para películas consideradas blockbusters o de animación enfocadas al público infantil. Tras el éxito del más reciente filme de Cameron, el 3D parece algo más cercano.

Crédito: Joel Meadows

Hace un par de años, Scorsese comentó que estaba emocionado por el fenómeno pero que debía agregar efectos dramáticos, “no sólo lanzar flechas al espectador. Y eso, quizás yo no pueda hacerlo. Quizás la generación de mi hija (tiene 10 años) pueda pensar así”.

Pero desde noviembre pasado, Scorsese parece haber cambiado de opinión. En entrevista para el periódico inglés The Guardian, el ganador del Óscar por Los Infiltrados, comentó que cada toma en 3D hace “repensar el cine, repensar la narrativa; cómo contar una historias. No estoy diciendo que lancemos flechas a la audiencia, no digo que lo usemos como truco, pero es liberador” (Noviembre 22, 2010).

¿Qué habrá hecho a Scorsese cambiar de opinión en tan poco tiempo? ¿Las presiones constantes de los estudios por mantenerse en el gusto del público o la necesidad de renovarse o morir?

Sea cual sea su motivo, el hecho de que cineastas consolidados como Scorsese consideren utilizar el 3D y sugerirlo para el resto, nos habla de lo influyente y determinante que puede llegar a ser el poder económico en Hollywood. Sin embargo, hay una ola de cineastas jóvenes, más atrevidos y cercanos al nuevo lenguaje cinematográfico que han evitado a toda costa llegar a ese extremo.

Directores como Darren Aronofsky y Christopher Nolan, se han rehusado a siquiera considerar por ahora usar 3D en sus películas. Y su motivo es sencillo: ellos deben su carrera al cine independiente. Ceder a las tendencias de marketing no es poca cosa para ellos, es comprometer todo lo que los hace ser considerados autores.

En un artículo para Harvard Businees Review, Theodore Levitt asegura que Hollywood ha definido incorrectamente su negocio. “Creyó que estaba en el negocio de las películas cuando en realidad estaba en el del entretenimiento” (Julio 2004)

Lo que finalmente salvó a Hollywood, dice Theodore Levitt , fue la ola de nuevos guionistas productores y directores cuyos éxitos anteriores en televisión habían diezmado a las antiguas empresas cinematográficas y derrocado a los grandes magnates del cine. Este es el caso de J.J. Abrams, productor de series como Felicity y Alias que, tras ser considerado un visionario, ha resucitado franquicias tan importantes como Star Trek y Misión: Imposible.

Así como Abrams, Aronofsky y Nolan encontraron su éxito a través de un método sencillo: contar una gran historia. Aronofsky encontró reconocimiento mundial con Pi: el orden del caos y Nolan hizo lo mismo con la fabulosa y compleja Memento.

Fue a través del cine independiente que muchos cineastas como ellos se han colocado en el gusto de los ejecutivos de Hollywood y en el gusto del público. Y es que el cine independiente sí es una nueva forma de entretenimiento. Y la razón es simple: no estar atado a los intereses y presiones de un estudio, le permiten al director y a su equipo completa libertad creativa.

Y es que mientras el cine parece alejarse del gusto del público entregándole productos de menor calidad pero que han pasado por el proceso de “tridimensionalización”, la televisión ha hecho lo opuesto.

Cuando Matthew Weiner, el creador de la serie Mad Men, ganó su primero de muchos Globos de Oro, dio su discurso frente a cientos de celebridades en el Hotel Beverly Hilton, les recetó una especie de bofetada triunfalista: debo ser la persona con mayor libertad creativa en esta sala. Y si algo ha probado el tiempo es que sólo así se producen extraordinarias películas o series.

Además, ante las millonarias pérdidas por la piratería año con año, Hollywood ha decidido “flexibilizarse” frente las preferencias del público. Apenas el pasado diciembre, la revista digital Slashfilm publicó una propuesta de la empresa Time Warner para transmitir películas a casa de usuarios apenas unas semanas después de su estreno. Claro que la instalación del servicio cuesta 20 mil dólares, unos 250 mil pesos. Si bien este servicio puede resultar al alcances de un mínima porción de aficionados al séptimo arte, no resuelve una verdadera necesidad.

Y es que Hollywood no ha buscado atrapar más cinéfilos a través de un producto más pensado en sus necesidades sino en atraer más dinero con lo mismo. El 3D está de moda por una obvia razón: entrega más ingresos a las estudios. Mientras que la exhibición de una película en su formato original cuesta alrededor de 13 dólares, en 3D cuesta casi 20. Lo mismo sucede en México. Un boleto convencional cuesta menos de 60 pesos, pero en 3D, más de 90.

Al final, esta moda se define por lo Robert Redford, creador del festival independiente Sundanceeconómico. El gran problema es que Hollywood elige el camino fácil: utilizar un recurso que les ayude a cobrar más dinero por boleto en lugar de hacer un análisis profundo sobre la calidad de sus productos y la forma en que se crean.

Hoy en día, los presupuestos por película se reducen para producir mayor cantidad en menos tiempo. Las cámaras digitales han acelerado el proceso de creación y cineastas como David Lynch han asegurado que jamás volverán a utilizar el tradicional método de 35 MM. Esto permite que los tiempos de rodaje se aceleren y los creadores tengan mayor acceso a su película.

El actor Simon Pegg comentó recientemente que en ocasiones “el 3D significa que la película no es suficiente por sí sola. Independientemente de su éxito, el alza del 3D es indicativo de que la industria cinematográfica es dirigida por ejecutivos de marketing y no por cineastas”.

Además, la tecnología ha permitido que el circuito de festivales, la mejor forma de penetrar al mercado internacional, reciba de mejor formas películas que se producen independientemente con cámaras y equipos cada vez más accesibles para cineastas principiantes.

Ciertos directores visionarios tienen tanta confianza en la más íntima creación de obras audiovisuales a través de tecnología de menor costo y más fácil acceso, que parecen llevarlo al extremo. Según una nota del  Wall Street Journal, el director sudcoreano Park Chan-wook, acaba de finalizar su cortometraje ‘Paranmanjang’, grabado en la cámara de un iPhone 4.

Comprometer a los distribuidores de cine a sólo proyectar películas 3D, reducirá los espacios para películas producidas de manera independiente y que en los últimos años han probado estar a la altura de cualquier obra de los grandes estudios.

Hollywood está deteniendo un proceso evolutivo del cine. Por ahora el 3D es un recurso por consolidar que quizás se incorpore en un futuro como elemento vital del lenguaje audiovisual. Pero por ahora, realizar filmes dramáticos, por ejemplo, en este formato, aporta muy poco a la experiencia cinematográfica. Si La lista de Schindler se produjera hoy, ¿consideraría algún cineasta realizarla en 3D? Aunque Scorsese diga lo contrario, no todos los géneros encajan en esa categoría.

El futuro del cine no está en el 3D hasta que se consolide no como un truco audiovisual sino como un verdadero recurso. Al final del día, los creadores conectan con su audiencia a través de la catarsis, no a través un par de lentes que le hacen sentir que la lluvia sale de la pantalla. Hoy, el 3D se ha vuelto un obstáculo para conectar con la historia.

Esta década se definirá por la batalla entre dos bandos. Por un lado están los cineastas independientes que encuentran en la libertad creativa el mejor recurso para nutrir su historia; por el otro, los dueños de estudio que ven el cine como un medio, no un fin. Al final, el dinero puede ser el mejor aliado de este último, pero el espectador tiene otro mejor: el sentido común.

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