Cultura para todos
Salvador Medina Armienta
salvador@elhablador.com.mx
Los nuevos medios han permitido la digitalización de todo lo que consumimos. Así, lo que buscamos está disponible todo el tiempo, de forma inmediata y a bajo costo
Internet ha evolucionado como ningún otro medio en cuanto a velocidad, dimensión y propósito. Pocos saben hacia dónde se dirige y si sus límites están cerca de alcanzarse. Lo cierto es que si internet logró democratizar la información, se puede utilizar también para hacer llegar la cultura a todos.
En la actualidad, existen pocos canales en México para consumir películas, libros, canciones y demás expresiones culturales de manera legal. Aun así, se ha promovido la aprobación de ACTA (Acuerdo Comercial Anti Falsificación), para cerrar los pocos espacios de libre intercambio de información.
Hasta que no se garantice el acceso universal a estas formas de expresión cultural, las instituciones deberían estar más abiertas al libre intercambio de información.
Además, los nuevos medios han permitido la digitalización de todo lo que consumimos. Así, lo que buscamos está disponible todo el tiempo, de forma inmediata y a bajo costo.
De esta manera, la comunicación se agiliza, se vuelve más dinámica y accesible. Entonces, ¿por qué no existen leyes que faciliten a cualquier persona adquirir conocimiento?
El conocimiento es una mercancía y tiene cierto valor. Sin embargo, los gobiernos deberían estar obligados a compartir algo de ello con la población para mantenerlos al tanto de cualquier acontecimiento que sea de su interés, desde libre acceso a la información hasta internet gratuito.
Si eso se aplicara a la educación, los procesos potenciarían su eficiencia al máximo. No sería necesario crear campus nuevos de universidades estatales en cada urbe o ampliar la capacidad de las mismas a partir de recursos públicos. Éstos podrían utilizarse para crear centros donde los alumnos acudan a recibir la misma lección que se está impartiendo en la Ciudad de México o en las capitales de los estados.
Este nuevo “medio”, que incluye las telecomunicaciones, internet, televisión, prensa escrita y demás canales, se reconstruye a diario. Pero lo importante es que cada vez más deja de ser algo utópico para modificar directamente nuestro entorno.
El acceso a internet debe ser ya un derecho humano por todo lo que ello implica. Las instituciones de educación, desde básica hasta superior, deben estar a la vanguardia de lo que sucede a su alrededor, pues no sólo las comunicaciones están cambiando, sino el mundo mismo.
Pensar que este nuevo medio ayude a que la información, la educación y la cultura sean universalmente accesibles, no está tan lejos de la realidad. Imaginemos un pueblo alejado de la ciudad, con pocos recursos pero con potencial. Con la sinergia que puede significar el conocimiento adquirido mediante los medios electrónicos, de la información y de herramientas adecuadas, pronto las pequeñas ciudades no necesitarán de las grandes urbes.
Quienes acudan al campus virtual de “Rancho A”, tendrán acceso a los mismos elementos que los alumnos que acudan a la universidad de su estado, a cientos de kilómetros de ahí. Los alumnos de “Rancho A” podrán aplicar todo lo que han adquirido en beneficio de su comunidad, en lugar de que su educación esté sometida a las peculiaridades de la gran ciudad.
La aldea global existe. Y no está lejos ya.
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