Stephen Colbert, cambiando la televisión
Salvador Medina @ayudamemalverde
La salida del reverente y casi legendario David Letterman, el reconocido como mejor conductor en la historia de los late shows, significó una revolución en los medios en Estados Unidos. En primer lugar, porque tras 33 años al aire, su programa se colocó como el estándar al que otros comediantes y conductores aspiraban. Y en segundo, y más importante, porque su sustituto ha traído una revolución.
Cobijado por el ya retirado Jon Stewart, cuyo legado al frente de The Daily Show será difícil de replicar para cualquier comediante, Stephen Colbert llegó a ocupar el lugar de Letterman para sorpresa de muchos. Y no se debía a su capacidad como comunicador, sino a que durante los últimos años, en su popular programa The Colbert Report, el oriundo de Washington había interpretado a un conservador en pantalla para mostrar el absurdo del ala republicana en la política y sus extremos.
Cuando la cadena CBS anunció el retiro de Letterman y la llegada de Colbert, los escépticos abundaron. Pero cinco meses después, el ácido y brillante Colbert está al frente del programa más interesante de la televisión. Y en un canal abierto.
Y a diferencia del programa que encabezaba Letterman, este Late Show, manteniendo el formato de talk show, ha logrado expandir sus horizontes y fusionar algo del humor que consolidó a Colbert durante casi una década.
Colbert no sólo ha dejado atrás su personaje y nos ha mostrado la clase de persona que es (un bondadoso católico que encuentra en la política norteamericana su mejor material), sino que ocupa ya el trono como el crítico más importante rumbo a la elección presidencial de finales de 2016.
A diferencia de otros conductores que se andan con cuidado al entrevistar a un aspirante al puesto “más importante del mundo libre”, Colbert es poco sutil. Y tiene razón en serlo: se trata de personajes cuya vida debe estar en constante escrutinio pues su elección es trascendetal para cientos de millones de personas. Y en un país profundamente dividido, una voz como la de Colbert es esencial.
Particular blanco de Colbert han sido los candidatos republicanos, cuyas campañas y tropiezos han provocado incontables burlas. Pero no se trata únicamente de un recurso cómico sino de una forma mostrar las debilidades y deficiencias de políticos poderosos.
El polémico candidato y líder de la carrera por el Partido Republicano, Donald Trump, ha acudido como invitado al programa, donde Colbert aprovechó para ridiculizar su idea de obligar a México a crear una muralla entre los dos países. Y tras el anuncio del candidato por no participar en un debate republicano, Colbert realizó una falsa confrontación entre “Donald” y “Trump“, mostrando la inconsistencia del polémico millonario y sus constantes contradicciones en los medios.
Y aunque los conservadores (llámense Fox News) acusan a Colbert de ser parcial contra los republicanos, ha sido igual de crítico con Hillary Clinton y su falta de autenticidad. Y en una reciente visita, tras su abrumadora victoria en New Hampshire, Bernie Sanders tampoco salió intacto del Ed Sullivan Theatre.
Y su trabajo no sólo ha sido en el área política. A The Late Show han acudido personajes como las Guerrilla Girls, un grupo de activistas que busca la equidad en el arte. Así como DeRay Mckesson, líder del movimiento Black Lives Matter que ha cobrado particular relevancia desde 2013 cuando la comunidad negra se alzó contra las constantes muertes de jóvenes inocentes a manos de la brutalidad policiaca.
Colbert no sólo ha abierto un canal hasta entonces inexistente, sino que su programa ha cobrado particular importancia frente a una trascendental elección presidencial. Y hacerlo en un canal de televisión abierta, representa un mérito todavía mayor.
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