Casey Heynes contra el mundo
Salvador Medina
Casey Heynes comenzó como un fenómeno viral, otra pelea más en internet, a ser un fenómeno mundial y, sobre todo, una bandera contra el bullying. El adolescente australiano aparece en un video de YouTube siendo molestado por un compañero de escuela. Según relata Heynes en entrevistas posteriores, esto era ya rutina. El joven recibe un golpe en la cara. El bully, un joven más pequeño en estatura que él pero apoyado por un grupo de amigos, siguen instigándolo, hasta que Heynes explota. Lo levanta y lo lanza al piso como luchador. La pelea ha terminado. Pero la historia apenas comienza.
Los medios australianos se dieron a la tarea de rastrear al protagonista de esta inusual pelea para saber qué había detrás del conflicto. Y encontraron una historia conmovedora, cada vez más común en la sociedad actual.
Casey Heynes cuenta para la televisión de su país que desde hace años ha sido víctima de abuso por parte de sus compañeros. De un día a otro sus propios amigos le dieron la espalda y se volvió el blanco perfecto. Sus días en la escuela eran una tortura, al grado de que contempló el suicidio en repetidas ocasiones. ¿Qué debe pasar para que un joven de apenas 14 años, que comienza a descubrir el mundo, considere esa terrible opción? ¿Qué estamos haciendo como sociedad para orillar a alguien a ese abismo?
Y aunque esta historia es lejana en distancia, es también en México algo ya común. En el número 334 de este suplemento (“La generación en blanco”), publiqué cifras ya preocupantes sobre el suicidio entre jóvenes mexicanos y la grave falta de atención por parte de los medios, la sociedad y el Estado.
Posteriormente, en el número 364 (“Lo que dice el silencio: detrás del acoso escolar”) hicimos un relación entre el acoso escolar o bullying y el alto número de suicidios entre jóvenes en México: “y es que según el Informe Nacional sobre Violencia de Género en la Educación Básica en México, 90 por ciento de los estudiantes de sexto grado de primaria y secundaria ‘han sufrido alguna vez humillaciones o insultos, principalmente de sus propios compañeros varones’”.
Este año, nuevos estudios siguen denunciando la preocupante tendencia: según el INEGI, aunque la tasa de suicidios ha disminuido casi 50 por ciento en los diez años recientes, en el rango de jóvenes entre 15 y 29 años se reporta un aumento significativo, lo que coloca a esta situación en la tercera causa de muerte general en México.
Pero en el país se hace muy poco. Las campañas similares contra la violencia en el noviazgo deberían extenderse a todos los niveles escolares e incorporarse al salón de clases.
La actitud de pensar que los niños siempre serán niños no es de ninguna manera una forma justificada de actuar frente al asunto. El tema nos alcanzará como sociedad cuando sea demasiado tarde si no se toman políticas adecuadas al respecto.
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