Danny Boyle disecciona a Steve Jobs
Salvador Medina @ayudamemalverde
La relevancia de ciertas figuras trasciende el medio en el que se desempeñan. Uno de los casos más notorios es el de Steve Jobs, uno de los visionarios más trascendentes de finales del siglo XX e inicios del XXI.
Su muerte en 2011 invitó a artistas y biógrafos de toda índole a acerarse a su vida. Y es que pese a ser una de las figuras más mediáticas y con mayor impacto durante ese periodo, lo que sucedía detrás de bastidores era por pocos conocido.
Así, el olvidable director Joshua Michael Stern estuvo a cargo de Jobs: El hombre que revolucionó al mundo en la que el incompetente Ashton Kutcher retrató al icónico cofundador de Apple con terribles resultados; mejor fue el esfuerzo del documentalista Alex Gibney pero se trató de un ejercicio que deja espacio a otras interpretaciones.
Y es que no se trata únicamente de un hombre que cambió el mundo como lo conocemos y dejó su marca en varias generaciones, sino que su vida personal continúa abriendo lugar a debate y controversia.
Basada en la biografía escrita por Walter Isaacson, Steve Jobs, lo nuevo del multi galardonado director Danny Boyle, es una original y reveladora visión a la vida del elusivo empresario.
Adaptada al cine por el reconocido Aaron Sorkin, busca ofrecer una perspectiva personal a Jobs de una forma notoriamente original: contada en tres días vitales para su vida personal y privada.
Estructurada más como una obra de teatro y manteniendo una línea narrativa en tres actos, Sorkin, con su particular estilo, nos lleva tras bastidores previo a tres presentaciones que fueron trascendentales para Jobs: la Macintosh de 1984, el “Cubo” de Next en 1988 y la iMac, diez años después.
No sólo es un ejercicio extraordinariamente efectivo sino que logra introducir al espectador en la mente de un personaje como Jobs y sus relaciones personales y profesionales. Y la pregunta que busca responde el filme de Boyle es obvio: ¿puede un gran hombre ser un buen hombre?
Lo cierto es que si algo se le ha discutido a Steve Jobs es su vida personal. Su relación con su socio Steve Wozniak siempre fue complicada, así como el conocido hecho de que sus subordinados eran constantemente humillados y llevados al extremo por él, y por último su relación con su hija Lisa, a quien negó como legítima durante un largo periodo de su vida.
Lo cierto es que Jobs fue un personaje tan mediático como controversial. Sus detractores casi igualan a sus fieles seguidores. Y de ahí que el reto de concebir un proyecto a su altura sea todavía mayor.
Pero la combinación entre Sorkin y Boyle, agregando al inigualable talento en pantalla, logran crear una de las mejores películas del año.
Y es que Boyle es uno de los cineastas más versátiles del mundo. Lo mismo puede destacar en una película de terror como 28 Days Later y revivir con orgullo el género de zombis, o triunfar con una íntima fábula infantil como Millions, y hasta construir un inmediato clásico de ciencia ficción como Sunshine.
Boyle, como nadie, logra saltar de un género a otro con una facilidad deslumbrante. Y eso se nota en Steve Jobs, una película contada en tres días de su vida separada en tres actos.
Traído a la vida por Michael Fassbender, Boyle nos presenta a un héroe lleno de defectos y con un enorme camino frente a él rumbo a la redención. Egoísta, empecinado y ególatra, su única voz de razón es Joanna Hoffman, la directora de mercadotecnia en Apple y la única persona capaz de cambiar las conductas de Jobs.
Y previo a la presentación de Macintosh, Hoffman (Kate Winslet) se enfrenta a Jobs, quien se rehúsa a convivir con Chrisann, la madre de su hija Lisa. Jobs debe lidiar con una defectuosa computadora que amenaza con arruinar la presentación y dañar su reputación irremediablemente.
Así, Jobs maneja como malabarista con las peticiones de su socio Steve Wozniak, interpretado adecuadamente por Seth Rogen, las expectativas depositadas en él por el presidente de la compañía, John Sculley (Jeff Daniels) y los propios demonios característicos de personajes como él.
Pese a que se nos presenta como un dictador, Boyle y Sorkin logran humanizar al casi mítico Jobs. Y es que ambos trabajaron de cerca con el propio Wozniak, quien sirvió como asesor de la película y logra darle todavía mayor veracidad a lo que sucede en pantalla.
Además de ser un ejemplo de ejecución, Steve Jobs es una película sobresaliente y finalmente impecable. No sólo el talento frente a escena cumple con su papel a la perfección, sino que complementa visualmente la visión de un tipo como Boyle.
Steve Jobs logra presentarse por momentos como un filme de acción. Y es que Boyle, como pocos, logra manejar el lenguaje cinematográfico a su antojo. Lo ha hecho para presentar las secuencias de persecución de Slumdog Millionaire, y para reflejar el doloroso e impactante clímax que vive Aron Ralston en 127 Hours.
Será difícil encontrar en otra película de 2015, el mismo nivel de actuaciones, dirección y narrativa. Y pese a todo lo que se ha escrito sobre Jobs, es sin duda la mejor obra de todas, no sólo en profundidad sino también en cuanto a arte se refiere.
Quizás jugará en su contra la notoriedad del proyecto durante la época de premiaciones. En algún momento bajo la dirección de David Fincher y con Christian Bale firmado para representar a Jobs, el filme pasó a finalmente a manos de Boyle tras diferencias entre el estudio y el director. Y lo cierto es que se trató de una decisión que benefició a todas las partes.
El “humanismo” cinematográfico de Boyle le da a Steve Jobs eso que necesitaba: una sensibilidad distinta, algo que es notorio y profundo en todas las películas de Boyle. Esa sensación de estar en presencia de un cineasta enamorado de su oficio y que busca siempre una razón que ofrecerle a sus espectadores para creer en la bondad humana.
Jobs era tan apto para imaginar un mundo distinto como incapaz de modificar el suyo. Sin embargo, Boyle logra rescatar esos aspectos que lo hicieron lanzarse en busca de un mundo distinto, más equitativo.
Related Posts
« Trailer: Batman Vs Superman: El Origen de la Justicia VIDEO: Los ángeles de Victoria’s Secret visitan a Stephen Colbert »