Redes sociales y Derechos de Autor
Salvador Medina @ayudamemalverde
El auge de las redes sociales ha provocado un ajuste y evolución de los medios a nivel mundial. Su facilidad de adaptación ha provocado el surgimiento inmediato de nuevas formas de comunicación a las que en ocasiones es difícil seguir el paso.
Además, la generación y distribución de contenidos ha provocado que nuevas barreras de derechos de autor se hayan cruzado sin que exista un precedente legal previo para regularlas.
Así pasó con la creación de Periscope, un servicio de streaming a través de Twitter cuyo gran momento se vivió la noche de la llamada “Pelea del Siglo” entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao. Ante las enormes restricciones de transmisión de quienes tenían los derechos de televisión, miles de usuarios hicieron uso de esta plataforma para poner a disposición del mundo, un evento deportivo sin precedentes.
HBO, la cadena que poseía los derechos, se lanzó contra Periscope y pidió a Twitter verificar que sus transmisiones se dieran dentro del marco de la ley.
Éste es apenas un ejemplo de cuánto las redes sociales están provocando cambios más rápido de lo que otros medios pueden reaccionar.
En este contexto de vacíos legales, contados tuitstars y llamados influencers, han saltado a la fama de un día a otro. Con las redes sociales como herramienta fundamental, han ignorado los medios convencionales y se han consolidado como figuras mediáticas a través de estas plataformas en línea.
Pero dentro de este espectro, muchas cuentas se han popularizado a partir de compartir las publicaciones de otros o simplemente, de atribuirlas y señalarlas como creaciones propias.
Esto ha traído enorme controversia en días recientes. Y es que si no se había tomado en serio la violación de derechos de autor en Twitter, estos últimos días han sido vitales para cambiar la perspectiva de más de uno.
La semana pasada se anunció que The Fat Jew, cuyo nombre real es Josh Ostrovsky, un personaje que se popularizó en Instagram compartiendo chistes y memes, firmó un contrato con la gigantesca agencia de representación de talento Creative Artists Agency (CAA).
El tipo regordete con un peculiar peinado y populares amigos, saltó a la fama instantáneamente. Sus más de cinco millones de seguidores en Instagram fueron testigos de cómo un desconocido se hizo de renombre y encontró enorme popularidad. Pero su creciente fama e inminente contrato de representación se sintió como una puñalada por una sencilla razón: Ostrovsky no crea sus contenidos, simplemente los comparte de otros usuarios.
Y aunque muchos de sus seguidores no vieran esto como algo importante, para los creadores de esos contenidos, sí que lo es. En contables ocasiones, Ostrovsky fue señalado por apropiarse de los chistes de otros y hacerlos pasar como propios. Pero en lugar de disculparse o darle crédito al autor original, simplemente señalaba que lo que hacía era “agregar”.
Josh Ostrovsky ha sido, como dice Megh Wright, “inexplicablemente premiado”, no sólo con la firma con CAA, sino con un contrato literario con Hachette, un piloto con el canal Comedy Central, un acuerdo de modelaje y una línea de vino.
Y es que todo se desató el jueves pasado cuando Maura Quint, escritora en el sitio Someecards, denunció las actividades de Ostrovsky. En una especie de comunicado, Quint expuso el modus operandi de la pseudo celebridad.
“Para quienes no lo conocen, este tipo, The Fat Jew, es alguien cuya completa carrera se basa simplemente en robar bromas de Tumblr, Twitter, etc. Ha hecho una vida a partir del duro trabajo de otras personas. Las personas a quienes roba son aspirantes a escritores, comediantes, etc.” Y el texto continúa, comparándolo con un parásito y pidiendo al público en general dejarlo de seguir en redes sociales.
Y para quienes pensaron que se trataba de un vacío legal, no es así. Una de las cláusulas de Twitter señala que el usuario “mantiene todos los derechos de cualquier contenido enviado, publicado o mostrado a través de nuestros servicios. Al enviar, publicar o mostrar contenido a través de nuestro servicios, nos otorgas una licencia libre de regalías, global y no exclusiva, para usar, copiar, reproducir, adaptar, modificar, transmitir, mostrar y distribuir tal contenido en todos los medios o métodos de distribución”.
Esto significa que si bien Twitter puede hacer uso de los contenidos, no puede beneficiarse económicamente de ellos o apropiarlos.
Pero, ¿qué problema representa que una persona comparta el trabajo de otros en redes sociales? Que hay mucho dinero de por medio.
Con una audiencia como la de Ostrovsky, muchas marcas lo usaron para hacer llegar su mensaje a millones de personas. No sólo está de por medio la integridad moral de Ostrovsky y el duro trabajo de quienes fueron robados, sino que existió un enorme beneficio económico a partir de ello.
La buena noticia es que la denuncia de Maura Quint fue suficiente para que Comedy Central cancelara el trato que tenía con Ostrovsky. Y las demás marcas asociadas con él corren el peligro de alienar a comediantes y comunicadores consolidados y con enorme influencia que pueden perjudicar la imagen de los anunciantes.
Se trata entonces, de un enorme precedente que si bien no se hizo desde los medios legales, sí usó los mismo canales que aprovechó Ostrovsky y que terminaron por traer sus métodos a la luz.
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One Response to Redes sociales y Derechos de Autor
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