La escuela de Jon Stewart
Salvador Medina @ayudamemalverde
En primavera de 2014, el reconocido comediante y conductor de televisión, Jon Stewart, dejó su programa por varias semanas para perseguir su sueño de filmar una película. Rosewater, que tuvo una cálida recepción de la crítica, cuenta la historia real del periodista iraní Maziar Bahari que fue acusado en su país como espía tras aparecer en un sketch de The Daily Show, el programa que conduce Stewart.
En esa ausencia, uno de los corresponsales del programa, el británico John Oliver, tomó la silla principal y con su peculiar estilo, mantuvo los ratings en el nivel acostumbrado. Y no sólo eso. Oliver se unió a una larga lista de “ex alumnos” del programa que se consolidaban con su propia voz.
Stephen Colbert, Olivia Munn, Steve Carell, Jason Jones, Ed Helms, Rob Corddry, Rob Riggle, entre otros más, trabajaron bajo el ala de Jon Stewart y son hoy en día destacados comediantes y actores en Hollywood.
Y es que la diferencia entre Stewart y otros comediantes similares, es su necesidad por estar siempre a la vanguardia. A diferencia de otros conductores de formatos similares, Stewart no sigue las tendencias. Las marca.
Nombrado cada año como una de las personas más influyentes del mundo, Stewart se caracteriza por una comedia ácida, dura y e ignorando lo políticamente correcto. Desde que tomó el lugar de Craig Kilborn al frente del programa, Stewart pronto se consolidó como una de las voces más importantes de los medios en Estados Unidos.
Cuando su proyectó personal lo alejó de la pantalla chica, el canal HBO saltó a la oportunidad y ofreció a Oliver su propio programa, que seguiría un formato similar de comedia y noticias. Y Oliver se uniría así al destacado grupo de ex reporteros del programa que alcanzarían fama por su propia cuenta.
Hasta ese entonces, el ex alumno más destacado era Stephen Colbert, quien con su falsa personalidad republicana lograba exponer el absurdo de la derecha estadounidense. Su programa, que seguía en la programación al de Stewart, hacía ambos conductores el mejor relevo de la televisión nocturna.
Pero el año pasado, el respetado conductor David Letterman, uno de los pioneros del formato de talk shows en Estados Unidos, anunciaba su retiro tras décadas de éxito. Y la cadena CBS eligió como su sucesor al afamado Colbert. Y Stewart no está alejado de estas decisiones.
Meses atrás anunció que dejaría su lugar a alguien más y la cadena Comedy Central eligió a Trevor Noah, un comediante sudafricano con poca experiencia que apenas había aparecido en The Daily Show unas contadas ocasiones.
No es difícil dimensionar el impacto de Stewart en la cultura y de los egresados de su programa. Meses atrás, en una de sus primeras emisiones en HBO, Oliver expuso la corrupción de la FIFA, el órgano regulador del fútbol a nivel mundial. El británico expuso las extravagancias de sus dirigentes y la forma injusta en que elegía las sedes de sus torneos para después dejarlos con incontables problemas.
Recientemente, la decisión del FBI por tomar cartas en el asunto, hizo a muchos recordar la forma premonitoria en que Oliver manifestó el caos legal que le traería a la asociación. Desde ese momento, Oliver se ha enfrascado en un especie de intercambio con Jack Warner, uno de los dirigentes más influyentes de la FIFA y más señalados por irregularidades en su gestión.
Pero lo cierto es que Warner se ha disparado en el pie desde el primer día. Tras ser liberado en espera de acusaciones que apuntarán, seguramente, a un juicio, Warner regresó a Trinidad y Tobago donde demostró su felicidad bailando Three Little Birds de Bob Marley. Algo que suena extraño, considerando que sus propios hijos están cooperando con las autoridades en contra del polémico funcionario.
Oliver, por supuesto, utilizó su espacio para manifestarse sobre los hechos y pedir al FBI que no olvidara a Joseph Blatter (quien renunció a su cargo) en la limpieza de la FIFA.
Desde entonces, Warner y Oliver se han enfrascado en manifestaciones de poder cada vez más absurdas. Primero, Warner utilizó un artículo de The Onion (el popular sitio de parodia) para atacar al FBI y las autoridades norteamericanas. Tras los ataques de Oliver, Warner compró tiempo aire en su natal país para atacar al “tonto comediante” y negar su supuesto consejo de dar a conocer documentos que limpien a la FIFA.
Oliver respondió haciendo lo mismo para hablar con los conciudadanos de Warner y exponer, de forma hilarante por supuesto, su versión de la disputa. Y es que el trabajo de Oliver podría llamarse periodístico, de la misma forma que Stewart ha hablado de temas importantes para Estados Unidos.
Ambos han logrado consolidarse como voces capacitadas y con credibilidad, mucho más incluso que cadenas de noticias con alto alcance.
Oliver ya ha hecho méritos en su propio camino. Su amistas con el propio Stewart hablan de una relación de reciprocidad y respeto. Ahora, falta ver lo que puede hacer Trevor Noah, una opción que parece extraña con el talento presente en el programa.
Pero Stewart no se ha equivocado antes y es difícil que comience ahora, a semanas de dejar su lugar. La escuela que dejó sigue más fuerte que nunca. Pese ello, la voz de Stewart será difícil de reemplazar. Esperemos que Oliver, Noah y otros egresados de su universidad, hagan lo mejor posible por mantener el legado intacto.
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