‘La Entrevista’ y la encrucijada de la libertad de expresión
Salvador Medina @ayudamemalverde
Desde su concepción The Interview tenía una premisa atractiva y curiosa. Un productor de televisión y el conductor de su popular programa de entretenimiento basura son invitados a Corea del Norte a entrevistar al elusivo y controversial líder de aquella nación. Ante la posibilidad de estar en una misma habitación con él, la CIA les pide quitarle la vida.
Cuando salió a la luz que el personaje que debían asesinar era Kim Jon-un y no un líder a su semejanza, sino en efecto el jefe de estado más joven del mundo, el gobierno norcoreano expresó su inmediata desaprobación. Se trataba, en su opinión, de un acto de guerra.
Semanas antes de su estreno, la compañía a cargo de la producción, Sony, fue víctima de un ataque cibernético sin precedentes. Un grupo autodenominado Guardians of Peace (Guardianes de la Paz), sacó a la luz ilegalmente correos confidencias, guiones en proceso de pre producción y el salario de decenas de artistas.
El ataque sin duda sacudió al medio de Hollywood y causó fricciones entre ejecutivos y actores cuando se publicaron conversaciones privadas y sensibles que exponían pleitos y acusaciones a las espaldas de sus víctimas. Muchas especulaciones apuntaban a que la razón detrás de los ataques era frenar el estreno de The Interview.
Pero desde un principio, su protagonistas, James Franco y Seth Rogen, se mostraron renuentes a aceptarlo. Con fecha de estreno el día de Navidad, los llamados Guardianes de la Paz aseguraron que quienes acudieran a las salas de cine estarían expuestas a un evento de la naturaleza del 11 de septiembre.
Pese a advertencias del gobierno estadounidense sobre la veracidad de las amenazas y la incapacidad de algún grupo norcoreano infiltrado en el país para llevar a cabo tales actos, Sony decidió frenar la película. La premier planeada en la ciudad de Nueva York fue cancelada junto a todos los eventos de promoción. Muchos asumían que el camino podía ser estrenarla de manera digital pero el estudio dijo que el filme nunca vería la luz del día.
Se trató de un acto de tal relevancia que el propio Barack Obama se expresó en contra de las medidas precautorias. El FBI señaló que su investigación sobre el ataque apuntaba al propio Corea del Norte. El gobierno de Kim Jon-un negó cualquier participación pero aseguró que se trataba de un “acto de justicia”.
Ante las presiones, Sony decidió estrenar el filme. A apenas unos días de la fecha original de su salida, el 80 por ciento de las salas decidieron no arriesgarse. Con todos los pronósticos en contra, el atrevimiento funcionó a la perfección.
Con un estreno de manera digital a través de diversas plataformas, The Interview fue adquirida más de dos millones de veces, generando quince millones de dólares, únicamente en línea.
La victoria moral de Sony sobre las amenazas de una dictadura, deben significar mucho para artistas y creadores en todo el mundo. Si The Interview hubiese sido víctima del ataque y los ejecutivos, ante el temor de violencia, hubieran determinado enlatar el filme para siempre, el arte en todo el mundo estaría en entredicho.
Se trataría de una situación precaria, donde inversionistas y productores dedicarían su tiempo a proyectos que no provocaran controversia alguna o agitaran a demasiadas personas. El arte debe ejercerse en absoluta libertad y es responsabilidad de los gobiernos garantizar su pertinencia.
The Interview no será una película profunda o siquiera significativa artísticamente. Pero el hecho de que su existencia haya sido amenazada por el capricho de un dictador, habla sobre la transcendencia del arte y sus consecuencias. Por ello, en una época en la que cada vez más los gobiernos utilizan cualquier herramienta disponible para detener la verdad, se necesita de artistas valientes dispuestos a contar su versión de la historia.
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