Monkey Man – Reseña
Salvador Medina
Dev Patel es un cineasta con muchísimo qué decir. Se nota en las dos horas de locura que nos entrega como coescritor, director y protagonista de Monkey Man. Su ambicioso debut detrás de cámaras no deja nada en la sala de edición y compacta temas sociales, religiosos y políticos en un brutal thriller de acción.
Pese a las obvias comparaciones que brotan al ver el trailer al descubrir a un Patel irreconocible como actor de acción y fundido en un traje negro, Monkey Man es un animal por sí mismo. Lo vemos primero con una máscara de mono sobre el ring de una red de apuestas ilegales comandadas por el simpático Tiger (Sharlto Copley). Pero pronto entendemos que nuestro protagonista lo que quiere es ingresar al bajo mundo, donde los políticos y las figuras religiosas toman las decisiones que afectan a los menos poderosos.
Y es que durante su infancia, el hogar y la familia que conoció, le fue arrebatada por quienes hoy se encuentran en el poder. En el contexto de una lucha de clases y una elección que cambiará el panorama de India para siempre, es quizás de la mano de nuestro Monkey Man, que el pueblo descubra que tiene en sus manos el poder de cambiar las cosas.
A través de incontables enfrentamientos y con nuevos aliados como Sita (Sobhita Dhulipala), una joven acompañante a quien encuentra en los salones VIP donde funge como mesero, o Alphonso (Pitobash), mandadero del crimen organizado que conoce las entrañas de este mundo, Monkey Man llega al mundo de las hijras.
En el cuidado de hijras, personas de India que viven como un tercer género, Monkey Man reencuentra algo, además de apoyo incondicional de una comunidad marginada y atacada por el poder. Con ello, no sólo encuentra más fuerza para luchar, sino una verdadera empatía que se traduce en un ancla para su pasión.
Lo que se pueda decir de Monkey Man se queda honestamente corto. Patel crea una alegoría de su país y de su papel en él. Es un cineasta que no desea quedarse callado ante lo que sucede y que toma, literal y metafóricamente, esa lucha en sus manos.
Las dos horas de película se sienten como una bocanada de aire fresco entre la impecable acción, la trascendental historia y la actuación de un Patel en su mejor momento.
Que sea el inicio de una nueva era para un actor, y un cineasta, que merece ser visto en una luz distinta: la de una estrella de cine.
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