Cuando Acecha La Maldad – Reseña
Salvador Medina
Demián Rugna se ha convertido en una de las voces más auténticas del cine de género en Argentina y Latinoamérica. Después de Aterrados, que tuvo gran éxito en el circuito de festivales, el director regresa con Cuando Acecha la Maldad, un aterrador relato que no para con las sorpresas y el gore desde el primer minuto.
Los hermanos Pedro (Ezequiel Rodríguez) y Jimi (Demián Salomón), granjeros en un acuden a un bosque cercano tras oír disparos la noche anterior. El descubrimiento es aterrador: un cuerpo mutilado junto a extraños aparatos y un papel en un idioma desconocido en el que sólo reconocen el nombre de la vecina. Acuden a verla y le cuestionan si está esperando a alguien porque esa persona no llegará.
Ella les responde que sí: alguien debió llegar para matar a su hijo. Pedro y Jimi entran a la casa y descubren que su hijo está “encarnado” desde hace un año. El cuerpo gigantesco, lleno de pus y casi putrefacto de Uriel, emana maldad. Hay algo oculto viviendo en él. Ruiz (Luis Ziembrowski), otro vecino granjero, sospecha que algo ha estado ocurriendo: todos sus perros han desaparecido en las últimas semanas.
Desesperado ante el daño que ha hecho la presencia maligna en el lugar, acude a matar a Uriel pero los hermanos le recuerdan que hay ciertas reglas para contener el espíritu que está dentro de él, una de ellas es que no pueden usarse armas de fuego. Así que deciden cargar el cuerpo a la pick-up y llevarlo lo más lejos posible. Pero ocurre algo: Uriel desaparece en el camino.
Lo que ocurre después es imposible de contener y difícil de explicar para el espectador sin arruinar más de la trama. Pero Pedro y Jimi pronto se dan cuenta que están solos y desamparados ante el mal que les acecha. Ni las autoridades ni la exesposa de Pedro les cree cuando llega para explicarles lo que está ocurriendo. Así que intentarán a costa de lo que sea salvarse de lo que les está acechando.
Cuando Acecha la Maldad es una de las mejores películas de terror en tiempos recientes. No juega con una estructura convencional sino que nos manda al desastre desde el principio. Nadie ni nada está a salvo, los niños son canales de maldad y ni las mascotas tienen la vida asegurada.
Rugna nos introduce en una Argentina abandonada a su suerte, en una zona tan aislada donde el orden y la autoridad no juegan parte alguna. Se trata de cada quién por sí mismo. La maldad los va a perseguir a todos hagan lo que hagan. Y aunque pongan la verdad primero, los hermanos Pedro y Jimi poco podrán hacer por que los otros abran los ojos.
Qué fortuna tener a cineastas como Rugna, comprometidos con la causa y entregando obras de este nivel que, aunque revuelven el estómago, nos recuerdan por qué el terror es rey.
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