Guerra de Herederos – Reseña
Salvador Medina
Uno a veces debe preguntarse si ciertos actores tienen a los peores representantes o quizás una deuda inconmensurable para acepta ciertos papeles en películas menos que memorables. Uno de esos casos es Toni Collette, una de las mejores actrices de su generación, cuyo reconocimiento es insignificante en comparación con su talento.
De ahí que sea una sorpresa verla en The Estate (Guerra de Herederos), un floja y predecible comedia que brilla por su gran reparto pero que falla al momento de entregarnos una historia pausible y personajes interesantes o que generen en nosotros un poco de empatía.
Conocemos a Macey (Collette) a punto de perder el negocio que tiene con su hermana Savanna (Anna Faris) cuando se presenta una oportunidad irrepetible: su tía Hilda (Kathleen Turner) tiene cáncer y está prácticamente desahuciada. Pero las hermanas ven una oportunidad: la tía tiene una enorme fortuna. Así que suben a su coche y viajan a visitarla para quizás convencerla de agregarlas a su herencia. Pero, para sospresa de ellos, sus primos han tenido la misma idea y están instalados ahí desde hace tiempo.
Beatrice (Rosemarie DeWitt) está ahí con su marido James (Ron Livingston) sirviendo a cualquier necesidad de Hilda. Llega también el nefario y precoz Richard (David Duchovny), el sobrino favorito.
Lo que sucede en ese momento es obvio: surge entre las tres partes una lucha por quedarse con la herencia de la tía ante su inminente partida.
Dean Craig, director y guionista, alcanzó la popularidad con su guión Death at a Funeral, una oscura comedia británica con una genial dinámica de personajes que tuvo incluso una adaptación en Hollywood. Desde entonces, ha buscado replicar aquel éxito con resultados mixtos. En Guerra de Herederos, pese a contar con todos los elementos para tener un clásico, o al menos una comedia decente, Craig falla en todo lo básico.
Sí, Collette es brillante como el personaje central y cada actor carga con su propio peso, por más patéticos que sean. Pero eso no es suficiente para traer carcajadas ante la absurda trama
Guerra de Herederos se siente como una promesa incumplida. Es una película que nunca termina por arrancar, que abusa de las casualidades, con personajes intercambiables y poco más.
Una lástima.
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