Ser autor en tiempos de Internet
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Vivimos en la época dorada del entretenimiento. Estamos en un momento histórico para los medios y la apertura en la creación de contenidos. La fusión entre internet y los diferentes medios ha abierto plataformas que están cambiando la forma en que experimentamos el cine, la televisión y diversos productos audiovisuales.
Ya no existe una clara división entre los medios. Todo están, para utilizar un nuevo término, en la nube. Recientemente, el consolidado actor Kevin Spacey, protagonista de ‘House of Cards’, señaló que el cine envidia la fidelidad que tienen las series de televisión con sus millones de fans.
Después de cada capítulo, las redes sociales se vuelven el destino de halagos, quejas y una infinita interacción entre aficionados y detractores de un programa de televisión. Además, en la era de Internet, los propios creadores y guionistas están a un paso de distancia a través de sus cuentas de Twitter y Facebook.
Damon Lindelof, creador de la popular y divisoria serie ‘Lost’, es el mejor ejemplo de las consecuencias de interactuar demasiado con usuarios de redes sociales.
Con el reciente final de ‘Breaking Bad’, se dio por finalizado uno de los capítulos más brillantes en la historia de la televisión. Las reacciones no se dejaron esperar por parte de críticos y espectadores ante un producto extraordinariamente bien escrito, producido y actuado.
La revista Hollywood Reporter se acercó a Lindelof, un consolidado escritor y guionista, para conocer su opinión sobre el final de ‘Breaking Bad’. Un reconocido seguidor de la serie, Lindelof aceptó con gusto. Sin embargo, algo más sucedió cuando ‘Breaking Bad’ llegó a su final.
‘Lost’, la serie creada y escrita por Lindelof, tuvo infinidad de críticas ante lo que muchos consideraron un final “insatisfactorio”. La revelación del destino de los personajes hizo a muchos sentirse engañados durante las seis temporadas que la serie duró al aire.
Durante años, Lindelof estuvo expuesto a ataques por parte de fanáticos enfurecidos y duros críticos de televisión. No ayudó por supuesto, que Lindelof utilizaba su cuenta de Twitter para interactuar constantemente con usuarios. Así, el cineasta estaba expuesto constantemente a la furia de sus críticos.
Así, el final de ‘Breaking Bad’ provocó algo en Lindelof. Aceptó escribir el texto por dos razones. Una, la obvia, por ser fan de la serie. La segunda, le costó mayor trabajo aceptarla.
Todas las historias son reflexivas, diseñadas para iluminar sus propios personajes y los temas que lo rodean, escribió. Cuando un show es tan brillante como ‘Breaking Bad’, no se trata sólo de las personas a las que estamos viendo, sino de quienes están viendo. Sobre nosotros. En otras palabras, mientras mejor sea el programa, más te obliga a ver qué hay dentro de ti mismo. Ese domingo por la noche, Lindelof se vio profundamente y encontró una profunda obsesión por revisitar el final de ‘Lost’ y el huracán de “mierda” que le ha seguido.
“Tres años después, parece que no es suficiente amar el final de ‘Breaking Bad’. También tienen que odiar el nuestro. Ya sé. Debo llorar en mis barriles de dinero. Pero juro no estar buscando empatía. Estoy buscando una forma de detenerlo. Pero no puedo”.
Así, como una carta de despedida, Lindelof dijo adiós a las redes sociales. Decidió, de una vez por todas, alejarse de Twitter y cerrar su cuenta. Las reacciones fueron varias pero lo cierto es que lo de Lindelof es un caso de varios, pero es ciertamente el más notorio.
Bryan Cogman, escritor de ‘Game of Thrones’, cerró su cuenta de Twitter al pasar la mayor parte del tiempo respondiendo dudas de fanáticos sobre continuidad y casting; Kurt Sutter, creador de ‘Sons of Anarchy’, se alejó temporalmente de la red tras tener altercados verbales con críticos y fanáticos.
Escribe Alyssa Rosenberg en Think Progress que quizás la salida de Lindelof le permita pensar maneras en las que Twitter pueda servirle. Pero esa postura está mal planteada. Ser una figura pública no justifica, de ninguna manera, estar expuesto a ataques dolosos que no buscan construir sino destruir.
La noche que terminó ‘Breaking Bad’, Lindelof, en lugar de disfrutar el final de su serie favorita, recibió mensajes donde le pedían “aprender” a escribir el último capítulo de una serie tal como el que estaba viendo.
Las redes sociales dan poder a pequeños grupos que en otros lugares no lo tienes. James Poniewozik de la revista Time, considera inconcebible, como fan de la cultura pop, no ser parte de Twitter. Crea una comunidad, asegura. Mantiene una conversación.
Pero, continúa Poniewozik, empodera a un pequeño y selector grupo hasta convertirse en resentidos profesionales. Los autores que poseen redes sociales e interactúan constantemente con sus críticos y fanáticos, se exponen a lo que implica vivir en una época donde la inmediatez lo es todo.
Anteriormente, era necesario procesar una experiencia estética, cultural o artística. Hoy en día, podemos tuitear nuestra apreciación de una obra de teatro o una película instantes después de dejar la sala oscura y hacerle saber a su autor nuestra opinión.
Estos nuevos tiempos deben implicar, también, una mayor responsabilidad para los consumidores. Vivimos en una época llena de información donde no existe pretexto para tener un juicio parcial de las cosas, aunque nuestra experiencia diaria parezca probar lo contrario. Si los autores deben estar a la altura de las circunstancias, sólo parece justo que los usuarios de internet también lo estén.
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