‘First Cow’ – Reseña

Jun 4 • Spoiler Alert • 1546 Views • Comments Off on ‘First Cow’ – Reseña

Salvador Medina

En un nuevo mundo, todo está en el aire. La historia no ha llegado aquí y todavía tenemos tiempo para estar listos para ello, sentencia King-Lu. Pero en este terreno prístino e intacto, es difícil sobrevivir si no se sirve un propósito. Por ello, el noble y callado Cookie (John Magaro) ha tenido problemas para destacar y llegar a donde se sienta en casa. Todo ello cambia cuando alguien se cruza en su camino.

King-Lu (Orion Lee) está escapando de un grupo de rusos tras matar a uno de ellos. Cookie, todavía con un grupo de exploradores, lo encuentra merodeando durante la noche. Lo arropa, le da cobijo y alimento y, cuando su grupo no nota, escapa. Cookie se queda solo poco tiempo después. Y es que realmente no cumple ninguna función sustancial. Encargado de procurar alimento, no tiene el corazón para herir criaturas y, aunque conoce de frutas y hongos, no es suficiente para los hombres ávidos de proteínas.

Ya por su cuenta, se topa con el elusivo King-Lu en un bar. Pese a sus distintos orígenes, ambos encuentran la meta común de buscar una forma de vida ante las infinitas posibilidades. En ese momento, el pacífico noroeste de Estados Unidos es una tierra inhóspita, de tránsito de mercancias y poco comercio. Pero donde hay voluntad hay un camino.

Y cuando llega a esa tierra la primera vaca, Cookie recuerda su pasado culinario en Boston. King-Lu lo convence de tomar la oportunidad y escabullirse para robar leche y preparar pasteles. La experiencia de Cookie hace que se trate de algo único en la región y que llama la atención de la población inmediatamente. El dilema pronto se vuelve si la pareja de amigos juntará lo suficiente para huir de ahí y cumplir el sueño que están construyendo juntos.

Basada en la novela The Half-Life, First Cow es un fantástico relato sobre la amistad y la nobleza. Un par de marginados que se encuentran en una época en que las oportunidades abundan, al igual que los peligros. Para Reichardt, Estados Unidos está en construcción. De ahí que sus películas estén siempre situadas en los lugares más aislados, en la provincia. Todavía hay tiempo de crear algo único.

Cuando Cookie escucha en la conversación de unos extraños que llegó la primera vaca al territorio, un hombre asegura que no es un lugar para esos animales. “Si dios no puso vacas aquí, no deberíamos traerlas”. Entonces no debería haber hombres blancos tampoco, le reprocha otro.

Reichardt construye un lazo bellísimo entre los hombres y la tierra. Los une más que la afinidad, están enlazados por un fin común: la construcción de lo que después de llamaría el sueño americano. Se trata de una película que resuena por su sinceridad y calidez. Una obra extraordinaria.

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