‘Bliss’ – Reseña
Salvador Medina
Mike Cahill es un cineasta dedicado a contar historias que se sienten fuera de la realidad. Desde Another Earth, de la mano de Brit Marling en esa ocasión, Cahill se ha dedicado a explorar dimensiones ocultas, a buscar otra forma de comprender el mundo que habitamos (y los que no vemos).
En Bliss, Cahill explora otro cosmos: el de nuestra mente.
Conocemos a Greg Wittle (Owen Wilson), ensimismado en sus dibujos e imaginándose claramente en otra dimensión. Esa incapacidad de enfocarse en lo que tiene en frente ha provocado su divorcio y una lejanía con sus hijos. Además, en su trabajo lo ven como un riesgo, por lo que finalmente es despedido. En un momento de agitación, Greg empuja a su jefe Bjorn (Steve Zissis) contra la mesa. Aterrado, huye del lugar después de esconder el cuerpo.
Se dirige al bar frente a su oficina antes de que alguien se dé cuenta. Es ahí que se encuentra con Isabel (Salma Hayek), una misteriosa mujer que parece saber todo sobre él. Pero no sólo eso: le ofrece salir de su problema.
Desesperado, Greg acepta su ayuda. A partir de ese momento, la historia se dedica a jugar con la realidad, con lo que existe y lo que no. Mientras Greg comienza a alejarse de la vida que alguna vez conoció, convencido de que existe un lugar mejor, su hija Emily (Nesta Cooper) se resiste a dejarlo ir, aferrada a mantenerlo en esta realidad.
Aunque uno no está acostumbrado a ver a Wilson y Hayek en papeles de esta profundidad emocional, ambos se sienten perfectamente cómodos como Greg e Isabel. Además del gran dinamismo entre ellos, Cahill genera una auténtica relación entre ellos que se desarrolla con naturalidad y destreza.
El director hace un esfuerzo monumental por mostrar un lado pocas veces visto en el cine convencional, o al menos con esta sensibilidad, que es el de las adicciones y las enfermedades mentales. Cahill nos sumerge por completo en la vida de una persona adicta y su batalla por lidiar con el mundo que les rodea.
Aunque Bliss puede ser un gusto adquirido para muchos, en particular para quienes no estén acostumbrados al género, vale la pena por ver a Wilson y Hayek en gran nivel.
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