Turquía: las redes sociales ganan de nuevo

May 6 • Artículos • 4574 Views • Comments Off on Turquía: las redes sociales ganan de nuevo

Salvador Medina

salvador@elhablador.com.mx

Se ha probado, una y otra vez, la utilidad de las redes sociales. El hecho de que los ciudadanos ordinarios tengan a su disposición un medio completamente libre para organizarse y comunicarse en todo el mundo sin restricciones. Lo probaron los movimientos sociales como Occupy Wall Street, los Indignados en España y la Primavera Árabe, quienes encontraron en internet y sus recursos, una nueva forma organización.

Pese a las controversias y a la obvia desinformación que provoca la democratización de los medios, las redes sociales se consolidaron rápidamente. La Primavera Árabe, que inició el 18 de diciembre de 2010, tuvo efectos trascendentales en Túnez, Egipto, Libia y Yemen. Asimismo, jóvenes en Bahréin, Siria, Argelia, Irak, Jordania, Kuwait, Marruecos y Sudán manifestaron su descontento en las calles.

Como diversos medios señalaron, las protestas tuvieron varios puntos en común: resistencia civil, huelgas, protestas callejeras, marchas. Por supuesto, el uso de las redes sociales como método de comunicación y organización, fue vital. Sirvió, más directamente, para hacer llegar el mensaje a los medios. Y todos escucharon claramente que el mundo había cambiado.

Temas como la libertad de expresión y la censura en Internet fueron banderas que marcaron las demostraciones y trascendieron globalmente. La búsqueda por una democracia incluyente y que sirviera al pueblo, era un mensaje nítido que llegó a oídos dispuestos a escuchar. Era la guerra del 99 por ciento. Y, por lo menos, la mayoría logró que su voz sonara fuerte y claro.

Durante este proceso, Turquía fue considerada un ejemplo de la democracia en el mundo árabe y, sobre todo, un modelo que los países debían imitar.

En un artículo para el sitio de Al Jazeera, escribió el investigador Mark LeVine que no hay duda que la Turquía de 2011 “es una importante historia de éxito en muchas áreas, particularmente comparada con el estado político, económico y cultural del país hace menos de una generación”.

Sin embargo, el tiempo probó que la utopía era un ilusión. El reciente descontento por las políticas conservador de Recep Tayyip Erdogan, Primer Ministro turco con más de diez años en el poder, llegó a su punto máximo ante la decisión de demoler el parque Gezi, uno de los últimos lugares en la capital de Istanbul donde se conservan áreas verdes, para dar lugar a un centro comercial.

Gwenaël Piaser 2Los manifestantes aprovecharon para criticar las políticas de Erdogan con gritas de “Renuncia Tayyip” y “Hombro a hombro contra el fascismo”. Las protestas comenzaron como simples demostraciones pero conforme aumentó el número de ciudadanos organizándose en las calles, la policía arremetió contra ellos violentamente y ellos, a su vez, hicieron lo mismo.

La policía antidisturbios usó gas lacrimógeno y chorros de agua a presión contra los manifestantes. La violencia se esparció por la capital y las críticas por la represión no se hicieron esperar. La agencia de noticias Dogan aseguró que más de 500 personas fueron detenidas en Ankara y otras trescientas en Izmir, la tercera ciudad más grande del país.

Pese a los rumores de varios muertos a manos de las autoridades, lo más sorprendente fue el silencio que guardaron los medios locales. Las cadenas turcas han sido criticadas a nivel global por restringirse de transmitir tales actos de violencia y represión, debido a la presión que los grandes dueños de empresas sufrieron por parte del gobierno.

Reportes en redes sociales así como organizaciones de la talla de Amnistía Internacional y Greenpeace señalaron que más de mil ciudadanos fueron víctimas de maltrato policial.

Sin embargo, el Primer Ministro Erdogan rechaza las comparaciones con la Primavera Árabe citando intereses electorales detrás de las demostraciones. “Las protestas no se trataron sobre parques o árboles, sino que algunos partidos políticos no estaban satisfechos con los resultados de las elecciones”.

Pese a sus comentarios, la bolsa de valores turca cayó 10.5 por ciento el lunes pasado por el efecto de las movilizaciones que continuaron, obviamente, contra los canales de televisión que se rehusaron a transmitir o siquiera reportar los hechos. Sin embargo, las redes sociales volvieron a ganar.

La solidaridad internacional no se hizo esperar, sobre todo ante la evidente brutalidad y falta de transparencia que hizo notar el gobierno de Erdogan. Gobiernos de todo el mundo manifestaron su repudio ante las acciones antidemocráticas e hicieron sentir presión política en Turquía.

Nada de ello hubiese sido posible sin el acceso a las redes sociales que, de nuevo, permitieron al pueblo organizarse y contarle al mundo sobre lo que sucedía. Mientras estas armas sigan en control de la gente, gobiernos como Turquía se verán sujetos al escrutinio internacional y habrán de cambiar sus maneras. La lección es clara: son otros tiempos. Pese a que gobernantes ciegos se nieguen a ver la realidad.

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