‘Mamá y Papá’: la implacable sátira urbana
Salvador Medina @ayudamemalverde
La suburbia americana ha sido sujeto de incontable obras. Desde esfuerzos satíricos como Stepford Wives y The Burbs, hasta contenidos más serios o dramáticos como American Beauty y The Virgin Suicides. Pero lo cierto es que hay cierta oscuridad en ese paisaje, donde existen todavía pedazos de un rompecabezas indescifrable.
Mom and Dad (Mamá y Papá), lo nuevo del director y guionista Brian Taylor, es una película tipo-B (o B-Movie) con todas las características de un slasher film.
Brent (Nicolas Cage) y Kendall (Selma Blair), son los jefes de una típica familia americana. Él con su crisis de la mediana edad y destellos de la vida que llevaba de joven, y ella con frustraciones por haber dejado a un lado su carrera y vida para que sus hijos no lo aprecien. Es decir, esos sacrificios que hicieron por lo más pequeños, pasan desapercibidos.
Carly (Anne Winters) es la típica joven blanca privilegiada que vive para todo menos la escuela, incluido un prohibido romance con su novio Damon (Robert Cunningham), quien es de raza negra. Y el más joven Joshua (Zackary Arthur), de unos diez años, cuya vida es únicamente hacer travesuras. Así, esta familia juega entre el orden y el caos.
Los conocemos en la mañana en que un tráfico accidente en el que una mujer se detuvo en las vías del tren y el auto que conducía fue arrollado. El bebé perdió la vida. Es así que Taylor configura el estado de lo que habremos de experimentar.
Cada uno parte a sus respectivos destinos mientras comienzan a salir a la luz noticias de una especie de histeria masiva a partir de un “arma química” o algo similar que se está expandiendo a través de las televisiones: los padres de familia están atacando a sus propios hijos. Y cuando en la escuela de Carly, los padres irrumpen en las instalaciones para matarlos, todo se sale de control.
Los padres y sus hijos están entonces en una lucha paralela por sobrevivir y por matar.
Si se acude al cine esperando una película coherente, Mamá y Papá no es la opción. Pero se trata sin duda de una absurda opción que entretiene al mismo tiempo que disecciona y se burla de la vida y los problemas de las típicas familias blancas norteamericanas de clase media.
Con una fotografía basada en ángulos erráticos, más característicos de una B-Movie, Taylor nos hace sentir fuera de nuestro elemento desde un principio, comunicándonos que en este mundo, las cosas no funcionan como en todos lados.
Es un tributo sin desperdicio a las películas de los setenta y esta creciente paranoia de un suceso inminente que habrá de acabar con la raza humana, de ahí que los padres sean una especie de zombis haciendo hasta lo imposible por detener a sus hijos.
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